Ganadería: reconvirtieron 200 hectáreas con pivot y tecnología solar

En la actualidad producen comida, maíz y sorgo, en 200 hectáreas bajo pivot para 600 cabezas de ganado. Para bajar costos están montando estaciones solares para abastecerse.

Ganadería: reconvirtieron 200 hectáreas con pivot  y tecnología solar
Alberto y Matías Sáenz, padre e hijo, desarrollaron en la estancia Ituzaingó un proyecto que por estos días es único en Mendoza. / Archivo

Transformar un campo del secano mendocino en una zona similar a la Pampa Húmeda y así llevar a la realidad la tan declamada integración de la ganadería con la agricultura, es lo que hizo la familia Sáenz en General Alvear.

A 70 kilómetros de Alvear ciudad, en el paraje Gaspar Campos (una antigua estación del ferrocarril) Alberto y Matías Sáenz, padre e hijo, desarrollaron en la estancia Ituzaingó un proyecto que por estos días es único en Mendoza.

En una zona sin electricidad, mucho menos señal de celular o internet, y definitivamente sin posibilidades de riego tradicional, reconvirtieron 200 hectáreas de monte en cultivos de maíz y sorgo para alimentar a unas 600 cabezas de ganado y dieron un salto en la producción vacuna elevando la categoría del establecimiento para pasar de la cría de terneros a la recría.

El proyecto está desarrollado con perforaciones para abastecer el sistema de pivot para riego.

Además, con el fin de reducir los altos costos en combustible para hacer funcionar los equipos, comenzaron con la instalación de estaciones de energía solar para alimentar a las bombas y mover los pivots.

El plan que pusieron en marcha, hace ocho años, se va desarrollando por etapas y prevén llegar a un total de 6 pivots y unas 700 hectáreas cultivadas. La inversión total al final del proyecto rondará el millón de dólares.

En la actualidad, los terneros que normalmente se venden al llegar a los 130 kilos, como máximo, los mantienen y llevan a 220 kilos. El destino de los animales son los feedlots.

“Es a lo que hay que apuntar (ganadería con agricultura), dar valor agregado al producto que hacemos y es redituable”, resumió Matías Sáenz (47).

Alberto y Matías Sáenz, padre e hijo, desarrollaron en la estancia Ituzaingó un proyecto que por estos días es único en Mendoza. / Archivo
Alberto y Matías Sáenz, padre e hijo, desarrollaron en la estancia Ituzaingó un proyecto que por estos días es único en Mendoza. / Archivo

De empleado a ganadero

Alberto Sáenz (76) inició la incursión en la ganadería a mediados de la década del `80 cuando aún era empleado en una empresa vial.

Siguiendo el consejo del suegro, comenzó a comprar animales y, cuando sumó 125 cabezas, ya no pudo depender más de familiares y campos prestados por lo que adquirió uno de 2.000 ha.

A partir de ese momento la ganadería se transformó en el sostén de vida de la familia y los beneficios no tardaron en llegar.

“En un momento llegamos a tener dos campos en La Pampa pero en 2000 tuvimos que vender uno para subsistir. Años después, con el cepo a la carne, nos desprendimos del otro y ese dinero lo invertimos en la compra de este campo”, recordó Alberto.

La estancia Ituzaingó, antiguamente de la familia López (dueños de supermercados Metro) tenía una extensión de 37.000 hectáreas. Tras la caída de la firma Metro, la propiedad quedó en un fideicomiso, con el paso de los años salió a la venta y al final se dividió en tres partes. En el caso de los Sáenz, su parte es de 7.000 hectáreas. Además se hicieron de una propiedad cercana y sumaron otras 4.000 hectáreas.

En el furor de la actividad “llegamos a tener 950 cabezas pero en la sequía empezamos a desprendernos de los animales. Sacábamos el 10% o 15% pero no podíamos reponer y hoy tenemos unos 600 animales”, agregó Sáenz padre.

Para eliminar el problema de la sequía y el aumento en el costo del alimento, la familia Sáenz se embarcó en el desarrollo de áreas cultivadas dentro del campo.

“Originalmente el proyecto contemplaba tomar agua del río (Diamante) pero estuvimos un año y medio esperando la factibilidad de Irrigación. Una vez que nos dieron el Ok construimos un canal de 6,5 kilómetros y, cuando terminamos, increíblemente ya no había caudal suficiente como para abastecernos. Dejó de venir agua”, recordó Alberto.

Al quedar inservible el acueducto, no bajaron los brazos y pasaron al plan B: realizar perforaciones para suministrar agua a los pivots. Si bien a los 90 metros dieron con agua de calidad, eligieron descender a los 140 metros para mayor seguridad y tener reservas suficientes.

La primera etapa del proyecto entró en funcionamiento hace seis años y demandó alrededor de tres años de espera para entrar en producción. En tanto, el segundo pivot está activo desde hace 3 años.

El plan contempla la instalación de seis pivots en total para regar unas 700 hectáreas.

“Primero tuvimos que desmontar todo y después avanzamos con lo demás. Cada pivot riega entre 100 y 114 hectáreas. Tenemos dos funcionando, y el rendimiento por hectárea cultivada está en unos 53.000 kilos de sorgo y 43.000 kilos de maíz”, explicó Matías.

“Hoy tenemos una reserva de 4.000 millones de kilos de alimento y, además de las pasturas naturales, todo lo que producimos es para alimentar a nuestros animales.

Toda la producción es para transformarla en kilos de carne. Los llevamos de 120 kilos a 220 kilos, aproximadamente, y de ahí a los engordadores”, añadió.

Del combustible líquido a la energía solar

Con una explotación, como se diría en la jerga popular “en medio de la nada”, sin posibilidad alguna de acceder a redes de energía eléctrica, alimentan los motores que hacen funcionar las bombas y los pivot con combustible líquido.

Actualmente los motores de explosión insumen entre 18 y 20 litros de combustible por hora. Un pivot demora 24 horas en dar toda la vuelta para regar las 100 hectáreas mientras que el segundo es más rápido. En un día realiza dos pasadas (una cada 12 horas).

El promedio de riego anual son 100 días (puede extenderse a 120 días) lo que demanda una provisión de 48.000 litros de combustible.

Para reducir los altísimos costos en gasoil, la familia Sáenz se embarcó en un proyecto único hasta el momento: montar estaciones de energía solar para el funcionamiento de los equipos. Cada pivot tendrá su propia estación y cada planta de paneles solares ocupará media hectárea. El montaje se inició esta semana.

“Estamos perdiendo tierra bajo riego pero ganamos en la provisión de energía. Optamos por hacer una estación de paneles solares para cada pivot porque construir una sola y realizar el transporte es tan caro como utilizar combustible. El traslado de la energía tiene un costo muy alto”, explicó Alberto Sáenz.

“En todo el mundo hacen caminos y redes de energía para atraer las inversiones. Bueno, nosotros empezamos al revés”, agregó el padre.

Alberto y Matías Sáenz, padre e hijo, desarrollaron en la estancia Ituzaingó un proyecto que por estos días es único en Mendoza. / Archivo
Alberto y Matías Sáenz, padre e hijo, desarrollaron en la estancia Ituzaingó un proyecto que por estos días es único en Mendoza. / Archivo

Financiamiento

Para desarrollar el proyecto, la familia Sáenz accedió a créditos del Fondo para la Transformación y el Crecimiento. La primera etapa “está casi devuelta. Nos faltan unas cuotitas nada más por eso accedimos a un nuevo financiamiento para embarcarnos en los paneles solares. Es una herramienta muy buena el Fondo para la Transformación) que muchas veces no se conoce y hay que saber aprovecharla”, dijo Alberto.

Sin energía ni comunicaciones

Alberto y Matías Sáenz están conscientes de que actualmente el sector atraviesa un veranito por los precios del ganado en pie y que el clima favoreció a las pasturas. Sin embargo, hay necesidades históricas que no son satisfechas.

“El sector está fortalecido hoy en día pero igual necesita de una mano del Estado. Nosotros pagamos un canon como cualquiera (en una finca) por los pozos para riego pero nadie contempla que está todo en medio del monte, en el medio de la nada”, afirmó Alberto.

“En caminos, nosotros hacemos mantenimiento interno, y el resto (como la ruta ganadera 203) hoy está medianamente mantenido, pero hace falta más trabajo en los caminos”, agregó.

Por último recordó que “no hay comunicaciones de ningún tipo” y, como ejemplo, contó que “todo el sistema de bombas y pivot está diseñado para manejarlo a distancia (online) pero de qué sirve si no hay internet”, concluyó Alberto.

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