Para esta temporada, se pronostica una muy baja cosecha de uvas en nuestra provincia. Pésima señal para el sector bodeguero, con aumentos en los costos de su materia prima. A eso se suma un mercado externo no tan atractivo, debido a un dólar oficial atrasado, y a un posible mercado interno estancado.
Esa es una visión sectorial, bastante complicada. Nuestro planteo es ahora más macroeconómico, pensando en el impacto sobre la economía de Mendoza, una provincia vitivinícola. Es decir, cuánto impactará en indicadores claves como PBG, exportaciones, empleo y recaudación impositiva.
Para tal tarea, es relevante conocer cuán baja será la cosecha. A mediados de febrero se tendrá un primer pronóstico oficial. Mientras tanto, tomaremos en cuenta una proyección sectorial, de una caída del 25% con respecto al año pasado.
Con esa referencia, se podría decir que esa menor cosecha, por sí sola, generaría en Mendoza una disminución de 2 puntos porcentuales en su PBG y otra del 15% en sus exportaciones. En este último indicador, quizá sea mayor la caída porque se agrega el dólar oficial rezagado, que desalienta las ventas al exterior. En este sector, en general los precios de exportación son menos variables, con la excepción de los jugos de uva (mostos).
En recaudación en el principal impuesto provincial, Ingresos Brutos, el impacto sería mucho menor, debido a que las alícuotas son menores para esta actividad (cero en la etapa agrícola, y baja en la industrial).
En general, el empleo varía en menor proporción que la producción. En este punto, un problema estructural del sector es la escasez de mano de obra en los viñedos, en especial para cosechas. Este fenómeno se debe a varios motivos, entre los cuales puede mencionarse la emigración rural (típica en el mundo) y la existencia de planes sociales (no se busca trabajo para no perder los beneficios de esos planes). Siendo así, la menor cosecha hará menos escasa la mano de obra, al menos durante esta temporada.
Pensando en el impacto en la economía en general, quizá nuestras estimaciones estén algo subestimadas. La participación del sector vitivinícola en Mendoza no es tan alta, como varios creen, pero tiene un importante efecto derrame sobre otros negocios, como el enoturismo, la metalmecánica y el comercio.
Concluyendo, el sector vitivinícola viene con problemas de competitividad para exportar, y de rentabilidad para mantener en condiciones los viñedos, lo cual se manifiesta en la caída de su superficie cultivada. Esta cosecha muy baja, aunque sea ocasional, acentuará esa problemática.