En los últimos años, es cada vez más común oír de productores vitícolas que decidieron convertir la finca en una chacra, pensando en productos como ajo o tomate. Si alguien de la ciudad o de afuera quisiera invertir en eso, ¿cuánto debería gastar? El Instituto de Desarrollo Rural (IDR) esbozó algunos números y las asociaciones dieron algunas recomendaciones.
Con más de 11.300 ha implantadas en Mendoza, el ajo es principal hortaliza provincial, principalmente con destino a la exportación. Para calcular el costo de implantación de ajo morado, el IDR consideró un terreno de 25 ha en San Carlos, con un valor de US$ 30.000 por ha y un costo de riego por goteo de US$ 3.000 por ha. En principio, esos gastos implican US$ 33.000 o $ 3,46 millones (considerando un dólar a $ 105).
A eso deben sumarse los costos operativos que, siempre medidos por ha, implican una preparación del suelo de $ 120.000 y una fertilización pre siembra de $ 60.000. Además se suman 1.500 semillas ($ 180.000) con su siembra ($ 35.000) más una cosecha manual estimada en $ 115.000 y otros costos operativos de $ 420.000 por ha. Si se calcula este apartado, los costos operativos rondan los US$ 8.857 o $ 930.000 por ha.
Al sumar el terreno, el riego y los costos operativos, se calcula un costo de US$ 41.857 o $4,4 millones por ha. Si ese número se multiplica por las 25 ha consideradas y se le suma un tractor hortícola de US$ 50.000, en total se hablaría de una inversión de US$ 887.143 o $ 93,15 millones para tener una chacra de 25 ha con ajo morado.
Desde la Asociación de productores, empacadores y exportadores de ajos, cebollas y afines de Mendoza (Asocamen), su coordinador general, Guillermo San Martín, consideró que “siempre es un buen momento” para invertir y suele recomendar poner el foco en la calidad del producto: “El que quiere hacer las cosas bien las está haciendo. La calidad siempre tiene las mejores probabilidades de ser un buen negocio en el mediano y largo plazo”.
En Mendoza hay productores que ven el ajo como una oportunidad y otros que miran el negocio como una inversión permanente. La sugerencia del coordinador general de Asocamen es apuntar más hacia el segundo esquema, ya que el precio del ajo es muy volátil por el mercado internacional y la evaluación de ganancias se debería hacer en un ciclo de cinco años.
Invertir en tomate
Con respecto al tomate para industria, el análisis del IDR contempla una inversión en una chacra de 20 hectáreas en Tunuyán, con un valor de la tierra de US$ 35.000 por ha y un costo de riego por goteo de US$ 3.000 por ha. Si se suman los dos, implican inversiones por US$ 38.000 o $ 3,99 millones.
En cuanto a costos operativos, el análisis plantea una preparación del suelo de $ 35.000 y una fertilización pre-siembra de $ 40.000. Serían necesarios aparte 28.000 plantines ($ 120.400) y su trasplante ($ 16.000). Aparte, se contempla una cosecha manual de $ 135.000 y otros costos operativos de $ 121.000 por ha. Eso significaría que en costos operativos se gastarían US$ 4.451 o $ 467.400 por ha.
Entonces, para el tomate para industria, si se suman los costos de las inversiones y los costos operativos, se habla de una valor por el primer año de US$ 42.451 o de $ 4,46 millones por hectárea. Si se multiplica por 20 ha y se suma un tractor hortícola por $50.000, hay una inversión total de US$ 899.029 o $ 94,4 millones.
Según el ingeniero agrónomo Cosme Argerich, Profesional Asociado del INTA y asesor técnico de la Asociación Tomate 2000, hay miles de variables que se pueden considerar a la hora de proponer este cultivo, y depende de cada productor y donde se encuentre. Un punto que sí se debe analizar es el retorno de la inversión, ya que el tomate genera ingresos antes que los frutales, que demoran años en dar frutos.
“Hay que considerar el costo de los plantines y la cosecha, eso implica alrededor de un 55% del costo de la inversión, hay que ser muy eficientes en el manejo de estos insumos estratégicos. En cuanto al valor de la tierra, lo más común es que sean productores que se reconvierten, es muy difícil que haya gente que no tenga nada y se compre una hectárea desde cero para hacer tomate para industria”, describió Argerich.
El técnico de Tomate 2000 recomendó tener muy en cuenta elegir un suelo con baja cantidad de malezas, baja salinidad, que se pueda implementar riego por goteo y tierras con buena superficie para mecanización: “El tomate actual es totalmente mecanizado, la cosecha se hace con máquina propia o alquilada”. Se sugiere tener una escala productiva de alrededor de 25 ha, en una zona con bajo riesgo de incidencia de granizo.
Argerich también comentó que el tomate para industria bien gerenciado y asociado con la Asociación Tomate 2000 reduce riesgos de malas decisiones técnicas por tener un especialista en el cultivo semanalmente, y reduce riesgos de comercialización por tener contratos de compra-venta de materia prima con industrias asociadas.
“La asociación tiene un fondo de compensación de daños de granizo que cubren los gastos directos del cultivo en una materia prima con demanda insatisfecha que refuerza el aseguramiento de su comercialización. Esto hace que el tomate para industria sea una buena alternativa productiva para las zonas irrigadas de Cuyo”, analizó Argerich.