Las heladas tardías del 31 de octubre y el 1 de noviembre han sido un golpe fuerte para la vitivinicultura argentina. Pero, dentro de un panorama desolador, donde se pueden llegar a registrar pérdidas totales en varias fincas de Mendoza, hay un dato que puede llegar a ser alentador para la industria. Pese a que todavía quedan algunos meses por delante, el potencial cualitativo de la cosecha 2023 puede ser muy alto. Así lo entiende Jimena Castañeda, gerente Agrícola de las bodegas del Grupo Molinos (Nieto Senetiner, Cadus y Ruca Malén).
La ingeniera agrónoma habló con Los Andes en el marco de la presentación de #HistoriaEnMovimiento, la nueva campaña de Nieto Senetiner, en donde no solo han presentado una versión aggiornada de clásicos como la Bonarda y el Semillón, sino que con el equipo que también integran los enólogos Roberto González y Santiago Mayorga decidieron encarar un estudio exhaustivo con el geofísico Guillermo corona, donde realizaron 64 calicatas en la finca Villa Blanca, ubicada en Vistalba, algo que les ha permitido mejorar la forma de hacer sus vinos.
- ¿Qué tan afectados fueron por las heladas del 31 de octubre y el 1 de noviembre?
- En lo que son las fincas propias del grupo, hemos tenido un daño muy aislado. Quizás, lo más fuerte que hemos visto es una esquina de la finca de Ruca Malén y en la Finca Las tortugas de Nieto Senetiner, sobre todo en algunos bajos en el terreno donde se pueden ver más daños. Esto es porque se trata de una finca más fría, más arcillosa, que se encuentra en el valle y no tanto pegada a la montaña, donde la pendiente es más chata y el aire se estanca ahí. El daño es de alrededor del 10% o el 20% en algunas partes.
Sí hay muchas zonas afectadas, como Altamira, San Carlos, algunas partes de Los Chacayes o Vista Flores. Fueron dos días consecutivos que afectaron primero más al Valle de Uco y después a la zona Este y Norte.
Estamos con todo el equipo agronómico recorriendo productores y evaluando daños. Esto afectó a mucha gente y estamos viendo quiénes de esas personas son nuestros productores, en qué porcentaje los afectó, en qué variedades y si son de las que nos entregan.
Obviamente va a haber una disminución de kilos en general y creo que ha sido una de las heladas históricas que más ha afectado masivamente a Mendoza, San Juan y la Patagonia. Estamos a la espera de cómo reaccionan los viñedos, porque muchos van a rebrotar. Generalmente viene sin uva, pero es la manera que tiene la planta de defenderse y generar sus reservas para la temporada que viene. Esperamos que los kilos que se pierdan no sean muchos y poder redistribuir y organizarnos con nuestras propias viñas. Después, sigue un trabajo de campo en fertilizar esos viñedos para que no se caigan al año siguiente.
Lo crucial va a ser el cuaje. Hoy hay mucho daño visible, pero también está el daño invisible de la helada y eso se va a poder empezar a apreciar en el cuaje. Hoy una de las variedades más sensibles a la no formación del grano es el Malbec. Estamos expectantes a cómo va a cuajar.
- Teniendo en cuenta esto y las condiciones climáticas que lleva la temporada, ¿cómo se anticipa la cosecha 2023?
- Venía muy bien antes de la helada. Todos los agrónomos veíamos una brotación muy pareja, más que en la temporada anterior, y con más uva. Estábamos muy contentos. En la parte fenológica, por suerte, venía atrasada entre una semana y 10 días, según las variedades y la zona, lo que pudo haber salvado a algunas plantas de daños.
Entendemos que ha sido una temporada muy seca y, si sigue así, el potencial cualitativo va a ser enorme. Sobre todo ahora que tenemos una reducción de kilos. Cualitativamente puede ser mejor, pero con menos kilos para todos.
- ¿Por qué encararon un estudio tan preciso del suelo?
- La decisión pasa por hacer un zoom de nuestro conocimiento, es decir, ir de lo más grande a lo más particular. Decidimos iniciar en la finca que Nieto Senetiner tiene en Vistalba, Villa Blanca, que es chiquita, buscando potenciar cada calidad que tenemos en particular. Por eso realizamos un estudio minucioso, sobre todo porque conocemos la trayectoria de Guillermo Corona y creemos que podemos sacarle el máximo provecho a cada parte del viñedo.
Nos encontramos que tenemos una esquina con más piedra u otra parte con más arcilla. Así, descubrimos que haciendo microvinificaciones por separado tenemos perfiles de vinos distintos.
- ¿Qué cambios a nivel agronómico comenzaron a aplicar a partir de los resultados del estudio?
- Particularmente en la finca, nos metimos en cada una de las 64 calicatas que hicimos y sacamos un montón de decisiones agronómicas. Nos dimos cuenta de que más hacia el oeste tenemos mucha piedra, donde tenemos que aplicar más frecuencia de riego y más fertilización o que las plantas están más estresadas por el tipo de suelo que tiene.
En otra parte descubrimos que tenemos más arcilla, incluso en sectores está más compactada, por lo que tenemos que romper un poco, darle oxígeno a las raíces y otorgarle vitalidad a ese suelo.
También nos ayudó a tomar decisiones sobre la siembra de verdeos y pasturas. Todo eso fue una decisión que tomamos post calicatas.
- ¿Cómo continúa este análisis en los suelos de Nieto Senetiner?
- La idea fue arrancar con nuestra finca más pequeña, pero la idea es replicarlo en nuestras fincas de Agrelo. De hecho, ya tenemos un calendario para hacerlo.
Si bien no lo hacemos con este nivel tan exhaustivo de calicatas, también lo venimos haciendo con nuestros productores del Valle de Uco, quienes nos venden la uva de alguna parcela específica desde hace ya muchos años. En ellos hemos aplicado mapas de suelo, calicatas y hasta se las hemos regalado con tal de fidelizarlos.
- ¿Cómo se hace para renovar agronómica y enológicamente vinos y líneas tan clásicos como los que tiene la bodega?
- La piedra fundamental es conservar lo histórico y respetar el trabajo de nuestros antecesores. En base a eso buscamos revalorizarla, pero también rescatarla antes de que desaparezcan variedades como el Semillón, la Bonarda o el Malbec de los viejos viñedos de Luján de Cuyo. Pero también entendemos que tenemos que adaptarnos a otro público, quizás más joven, y captar a todos, para que el vino no sea algo exclusivo, sino que sea entendible por cualquiera. Buscamos que los vinos puedan tomarlos un joven de 18 o 20 años y que estén presentes en una reunión de amigos de gente de 70.
Buscamos abarcar a todo el público, que nos entiendan, que sea algo traducible para el público. Y ahí entran esos varietales viejos, pero renovados. Queremos que respeten la historia, pero que sean frescos, frutados, fáciles de tomar, de entender y que se adapten a un asado con amigos o para tomarlo al borde de la pileta. Esa es la idea que tenemos, conservar el patrimonio, comunicar el respeto por la historia, pero que sea algo tomable.
Perfil
Jimena Castañeda (40) es Ingeniera Agrónoma y estudió en la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Cuyo. Actualmente es Gerente Agrícola de las bodegas del Grupo Molinos (Nieto Senetiner, Cadus y Ruca Malén).
Su carrera profesional se inició en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), donde estuvo un año. A los 24 años ingresó como agrónoma junior en Nieto Senetiner donde permanece hasta el día de la fecha.