A pocos kilómetros de Tres Porteñas, en el distrito de El Divisadero en el departamento de San Martín, Jorge Urzúa ha decidido trascender las fronteras de su producción agrícola, de uvas de mesa y ciruelas, e incorporar en forma experimental una plantación de pistachos. Inicialmente programó una superficie de tres hectáreas, con la que ya celebró su primera cosecha, y el año pasado las multiplicó incorporando cuatro hectáreas más. Un lote de plantas que hoy están en una etapa de desarrollo.
“La idea de cultivar pistachos surgió como una búsqueda de una alternativa para la zona, que combinara la calidad, cantidad y rentabilidad económica”, explicó. En la charla telefónica, la voz de Urzúa no oculta su optimismo ya que en su camino de aprendizaje, que comenzó buscando información en YouTube, también sueña a mediano plazo con transformarse en un emprendimiento boutique e invertir en la construcción de una pequeña fábrica para el procesamiento del fruto originario de las regiones montañosas de Siria e Irán.
“A diferencia de otros cultivos, el pistacho, que es pariente del nogal, ha demostrado adaptarse de manera excepcional a los climas intensos de la zona, requiriendo menos horas de frío”, comenta. Él esta preparando un viaje, con los últimos detalles para participar del Segundo Congreso Internacional de la Ciruela, en el departamento de General Alvear; él toma un respiro para hablar de su nueva experiencia como productor de frutos secos. “Entiendo que estoy recién empezando... “, sostiene.
Tareas de campo
“El año pasado fue un año difícil por la sequía, este año he tenido algunos problemas con el viento y el clima, pero viene fruta. Las cantidades no las sé. Todavía no tengo una realidad de producción completa, pero esta planta, que en San Juan anda muy bien, por mi experiencia... tengo mucha fé, mucha esperanza… de cosecha, porque el cultivo responde desde el punto de vista de su adaptación al terreno y al clima”.
“La verdad es que me llamó la atención el cultivo, lo que se habló en su momento, mirando por YouTube y buscando más información en tutoriales. En esa época fui investigando en internet, mirando, preguntando. Sabía que San Juan era un gran productor de pistacho pero no sabía cómo llegar a las propiedades para ver y poder comprar plantas. Un día llegué con un amigo a San Juan y me contacté con la gente que me vendió las primeras plantas que pagué un año por anticipado”, agrega.
La adaptabilidad que han mostrado el pistacho a las condiciones climáticas de la zona Este y su resistencia a plagas (entre ellas las catas) han alimentado el interés de los agricultores del oasis. A diferencia de otros cultivos, como el de la almendra, el pistacho parece no sufrir tanto por las bajas temperaturas ni enfrentar problemas significativos con las plagas, esto lo posiciona como una opción rentable y prometedora. Pero para ello, hay que aprenderlo, manejarlo, ajustar las tareas de campo.
“El primer año fue todo un aprendizaje. Tuve que resolver la injertación, y aunque aún estoy aprendiendo, estoy muy satisfecho con el progreso”, compartió Urzúa. La tarea en la plantación, que se inició en 2015 con unos pocos ejemplares, se fue ampliando en 2016, 2017 y 2018. “En la época de poda, vas aprendiendo año a año. El pistacho es una planta muy particular, de crecimiento lento. Es importante entender que hay que tener una idea clara acerca de la poda, porque esto define la formación de la planta; el trabajo que se realice durante los primeros cuatro años son fundamentales para tener una planta productiva a futuro”.
Un polo de producción
La curiosidad y el espíritu emprendedor de varios agricultores están potenciando la zona como un pequeño polo de producción de este fruto seco en la provincia, ya que en Mendoza según datos del Instituto de Desarrollo Rural (IDR) de 2021, año en el que se realizó el último censo de frutos secos, había 376 hectáreas de pistacho; lo que representó un crecimiento de casi diez veces en el total de la superficie cultivada en los últimos cinco años, se han iniciado plantaciones en lugares como San Martín, Maipú, San Rafael, General Alvear, Luján de Cuyo, Tupungato y Las Heras, con extensiones de 1 a 70 hectáreas.
En una hectárea pueden plantarse un máximo de 277 árboles de pistacho señalan los especialistas diversos documentos que se han publicado en internet... son plantas de polinización cruzada. En su terreno, Urzúa ensaya “son 300 árboles, que están plantados en 6 por 5, con una carga de producción de mil kilos y algo, tal vez aumenté un poquito. Ahora estos preparando 4 hectáreas más, con 333 plantas cada una”. A pesar de los desafíos, el productor se muestra optimista y se refiere al pistacho como su “cultivo estrella”.
“Por lo que veo en mi cultivo, creo que la zona genera las posibilidades para que se trasforme en un polo de desarrollo para este cultivo. Las posiciones dan, pero hay que invertir para generar mejores condiciones, he generado riego por goteo para los nuevos cuadros, también pienso en la malla antigranizo para proteger a la planta. Al menos digo que tenemos posiciones en las cuales el pistacho debería darse bien. Esto es por lo que he indagado, por lo que he visto, por lo que uno pregunta”.
Aunque la planta de pistacho puede resultar costosa de adquirir en comparación con la de otros productos agrícolas, la percepción positiva que tiene el fruto y una demanda que está aparentemente insatisfecha en el mercado lo posicionan como una alternativa rentable. “Cuando mencionas pistachos, a todos les gusta, a todos les llama la atención”, explica Urzúa al referirse a este fenómeno.
El trabajo de hacer
“Mi negocio principal es la uva de mesa y la verdad que con mi padre, que murió hace dos años, en el 2002 hicimos una inversión en su finca en ciruelas. Después planté un cuadro de ciruelas en mi finca, una unidad productiva que tiene unas 97 hectáreas aproximadamente, en El Divisadero a pocos kilómetros de Tres Porteñas, y algunas de ellas están sin cultivar todavía”, explica el técnico agrícola que nació en Santiago de Chile y que llegó a Mendoza, hace casi 30 años, para desarrollar su profesión vinculada a la tierra.
“El pistacho fue una idea, entiendo que en todas partes hay cultivos que se destacan y hay que buscarlos, ver en que las condiciones se dan, como la nuez, las paltas o las mandarinas en algunas zonas de Argentina. Es decir, que son negocios o cultivos que tienen buenos valores de rendimiento”. A pesar de los desafíos en el mercado de exportación, Urzúa vislumbra un panorama alentador a nivel internacional. Aunque el costo de producción pueda ser elevados, la fuerte demanda del producto presenta también una oportunidad.
“El mercado mundial demanda pistachos para pastelería, helados, para snaks... Aunque los precios son elevados, la demanda está. Es solo cuestión de decidir si quieres formar parte de esta creciente industria”, señala Jorge Urzúa. Mientras que en el mercado interno, hay una variación significativa de precios desde el productor hasta el consumidor final y con la intención de mejorar su rentabilidad, planea explorar otras vías de comercialización, posicionándose estratégicamente (sumando valor agregado) en el mercado.
En la charla telefónica, Jorge Urzúa no oculta tu tono optimista porque sueña, a largo plazo, con convertir su producción en un emprendimiento personalizado, de lograr un producto “boutique”. Su objetivo es ofrecer una calidad superior, con un diferencial estético y buscando una experiencia única para el consumidor. “Mi padre me enseñó, que el secreto esta en el hacer”, y desde ese enfoque, Urzúa proyecta su campo de pistachos.