Durante esta semana, el invierno se empezó a notar con fuerza en la provincia de Mendoza con el día más frío de 2021 y la primera nevada en el Valle de Uco, el Sur y la zona Este. Aunque desde el punto de vista estético para muchos fue un verdadero espectáculo, desde el punto de vista hidrológico las expectativas no son las mejores para todo el territorio productivo.
A diferencia de lo que pasó durante esta estación en 2020, este año los pronósticos indican que las precipitaciones níveas estarían por debajo de los valores normales en la zona cordillerana, tal como dijo Juan Rivera, doctor en Ciencias de la Atmósfera y los Océanos.
El experto charló con Los Andes acerca de las estimaciones de nevadas para este invierno y las previsiones para la primavera, las consecuencias para los recursos hídricos, cómo podría afectar al sector agropecuario una escasez prolongada de agua y los cambios en las temperaturas, entre otros temas.
- ¿Cómo anticipan que será la temporada de nevadas este año?
- Los pronósticos estacionales para el invierno y la primavera indican mayores probabilidades de tener acumulados de precipitación por debajo de los valores normales en la zona cordillerana. Tanto mayo como lo que va de junio presentaron escasa acumulación de nieve en alta montaña, lo contrario a lo ocurrido durante 2020. De acuerdo con las proyecciones, si bien no se descartan eventos puntuales en los que puedan registrarse importantes acumulados de nieve, el promedio trimestral estaría por debajo del valor climatológico. En líneas generales, continuaría la sequía hidrológica que se inició en 2010.
- ¿Es igual en todos los oasis productivos de la provincia o hay alguno que tenga mejores condiciones?
- La resolución espacial que brindan los modelos de pronóstico estacional de gran escala todavía no permite precisar de forma certera diferencias entre cuencas hidrográficas, pero teniendo en cuenta el comportamiento relativamente homogéneo de los ríos andinos, se prevé que todos los oasis se verán afectados por el déficit en el acumulado nival.
- ¿Cómo están los niveles acumulados de nieve hasta el momento?
- De acuerdo con el último Boletín de Información Hidronivometeorológica que elabora el Departamento General de Irrigación, los acumulados de nieve al día de la fecha están muy por debajo de los valores correspondientes a un año normal, en una situación que parecería ser similar a la observada durante 2019.
- ¿Qué factores influyen para que enfrentemos un año seco?
- Las condiciones de déficit invernal tienden a estar vinculadas principalmente a lo que sucede en el Océano Pacífico, tanto en regiones tropicales como en regiones extratropicales. Actualmente, si consideramos las temperaturas superficiales en el Océano Pacífico tropical tenemos condiciones neutrales, lo cual indica que no estamos en fase El Niño (que típicamente contribuye a tener años nevadores) ni en fase La Niña (que típicamente contribuye a generar condiciones deficitarias). Así que los factores que modulan la frecuencia y acumulación de nieve vienen dados por las anomalías de presión en latitudes medias a altas en el Océano Pacífico al Este de Nueva Zelanda, así como también el estado de la Oscilación Antártica, que cuantifica cambios en la posición del cinturón de vientos del Oeste e impacta en la dinámica invernal regional.
- ¿Cómo afectará en las próximas estaciones tener un invierno seco?
- No existe relación entre lo que va a pasar en el invierno y lo que podría pasar en primavera o verano dado que diversos forzantes vinculados a la circulación atmosférica regional podrían actuar de distintas formas, dando como resultado situaciones totalmente diferentes.
- ¿Éste es un invierno más cálido que el promedio? ¿Cómo influirá en la disponibilidad de agua?
Todavía no puede decirse que estemos transcurriendo un invierno más cálido dado que sólo llevamos 16 días de la estación, pero los pronósticos estacionales indican que las temperaturas serían normales a levemente superiores a lo normal. Para establecer un posible impacto en la disponibilidad de agua, habría que ver la temperatura por encima de los 4.000 metros como para ver si los eventos de nieve pueden perdurar en el tiempo, al menos hasta la llegada de la primavera.
- ¿Qué tendría que pasar para que en verano podamos tener buenos niveles hídricos?
- Primero que nada, poner de referencia el nivel de agua de 2020 es un error, dado que, si bien nevó más que en 2019, cerró con acumulados por debajo de los valores normales e incluso no se alcanzaron buenos niveles en los embalses de la provincia. Lo que tendría que pasar para tener agua disponible para manejar sin restricciones sería tener un año con abundante nieve en alta montaña. Primero pensemos que todo el ambiente se encuentra en estrés hídrico, no sólo el vinculado al sector productivo. Los ecosistemas, vegas, humedales, arroyos, acuíferos, etc. necesitan aprovechar el agua de deshielo y constituyen en muchos casos la primera componente que recibe el aporte nival. Con lo cual para que se cubran las necesidades hídricas ambientales y socio-económicas tendríamos que tener un invierno nevador y los pronósticos marcan una tendencia completamente distinta.
- ¿Ya es posible hacer estimaciones de lo que puede pasar en los meses de primavera? De ser así, ¿cuáles son los riesgos de heladas?
- La perspectiva para la primavera es similar a lo que se espera para el invierno, es decir, mayores probabilidades de registrar acumulados de precipitación por debajo de los valores normales, con temperaturas normales a por encima de lo normal. No obstante, el riesgo de heladas siempre está presente, más considerando que, ante un escenario de mayores temperaturas, se pueden generar adelantamientos en la floración de algunos cultivos que luego quedan expuestos a la ocurrencia de heladas tardías. Esto es algo que se observa en diversas regiones del planeta como consecuencia del calentamiento global.
- Teniendo en cuenta que 2019 fue considerado el peor de la historia, ¿estamos ante un escenario peor que hace dos años para la disponibilidad del recurso hídrico?
- Creo que es prematuro plantear un escenario tan dramático. Habría que ver primero qué ocurre en invierno, porque todos los pronósticos tienen algún grado de incertidumbre, para luego evaluar los impactos en el recurso hídrico regional. Si me preguntás lo mismo pensando en los próximos 10-20 años, ahí sí te diría que el escenario es crítico si miramos las proyecciones futuras de temperatura y precipitación, lo cual requiere tomar medidas ahora para optimizar el manejo de un recurso que es y será cada vez más limitado. Esto tiene que lograrse no sólo considerando las necesidades socio-económicas regionales sino también desde una mirada ambiental, dado que muchas veces se ignora el caudal ecológico en los planes de manejo.
- A largo plazo, ¿cuál es el escenario que enfrenta Mendoza y cómo podría afectar a la actividad agropecuaria?
- Un poco ya lo anticipé en la respuesta anterior, pero el escenario es complejo. No obstante, como en toda crisis, habrá oportunidades y es necesario lograr una adaptación de las actividades agropecuarias a las condiciones climáticas futuras en armonía con el ambiente. Sin dudas habrá regiones que ahora no son productivas y en un futuro tal vez posean las condiciones para generar productos de primer nivel. Asimismo, es un momento ideal para apostar por el desarrollo tecnológico aplicado a la producción, que permita optimizar costos y aumentar la eficiencia. Desde la política debería impulsarse una mejor articulación entre el sector productivo, los científicos y los desarrolladores de tecnología en pos de lograr un beneficio para la sociedad.
Juan Rivera (39) es Licenciado en Ciencias de la Atmósfera y Doctor en Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de la Universidad de Buenos Aires.
Es Investigador adjunto del Conicet con lugar de trabajo en el Ianigla, profesor adjunto de la Universidad Juan Agustín Maza, autor principal del Sexto Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) y especialista en cambio climático y variabilidad hidroclimática regional.