Es una empresa innovadora que combina sostenibilidad y tecnología en la industria alimentaria, en su corta vida ha logrado transformar desecho agroindustrial en productos alimenticios de alta calidad. La firma mendocina, fundada en 2021, se destaca por su enfoque en “la innovación constante, el desarrollo sostenible y sustentable”.
El génesis, de esta empresa de triple impacto, tiene que ver con la recuperación y rediseño de materiales, así como también en el uso de energías renovables. El 70% del acero utilizado en el proceso de producción de maquinaria fue reciclado, mientras que el 100% de la energía térmica que demanda la planta es generada por biomasa, que proviene del descarte de industrias agroalimentarias.
Hace poco más de dos semanas, la Federación Económica de Mendoza (FEM), le entregó a Horacio Campos, de la empresa en Rollfood, el Premio al Joven Empresario Mendocino. Además se hizo acreedor junto a su socio, Gonzalo Bonino, de una Mención Especial en la categoría Impacto Social.
“Fueron más de tres años que demoró el proceso de recuperación, de adaptación y rediseño de estos materiales”, sostiene Campos y cuenta que fueron reutilizando piezas como en un rompecabezas para generar el conjunto general de cada equipo.
Esta food tech, que opera en el carril Rodríguez Peña, tiene como meta revolucionar la agroindustria local por medio de productos “plant-based” y de etiqueta limpia. Mientas que en el corto plazo apuestan al aumento de sus exportaciones, para ello ya cuentan con representantes comerciales en Chile, Brasil y Colombia.
Una historia de adaptación
Gonzalo Bonino, de 38 años, es técnico en alimentos, y Horacio Campos, de 39, ingeniero industrial; ambos lideran esta iniciativa que actualmente abastece a exportadoras de vegetales en Argentina y también a diferentes multinacionales que usan sus productos como ingredientes para sus procesos productivos.
“Ya contamos con representantes comerciales en el exterior y estamos empezando el proceso de exportación”, señalan los socios.
A partir de la certificación internacional FCC 22.000, “lanzaremos una línea de productos para el mercado de food service o gastronómico; envases de 500 gramos que le va a permitir a un chef tener la base para desarrollar cualquier receta. La idea es lanzar un puré deshidratado de zapallo, zanahoria, espinaca, tomate y una salsa lista de tomate”, cuenta Bonino.
Ambos se conocieron en la empresa metalmecánica de la familia de Bonino, la cual se dedica a producir plantas “llave en mano” para la industria conservera en Argentina y Latinoamérica. Estos empresarios Sub-40 habían trabajado en varios proyectos juntos y se dieron cuenta de la necesidad de un sistema de producción más sustentable.
Para conseguirlo enfrentaron el desafío de desarrollar su propia ingeniería a partir de materiales reciclados y cumplir con los estándares de inocuidad alimentaria más exigentes.
Energía sostenible
En 2023, después de superar varios problemas técnicos, la planta finalmente entró en funcionamiento en la producción de un puré de zapallo instantáneo. Para que esta línea estuviera activa no solo se recuperaron casi 80 toneladas de acero y se adaptaron de piezas, también habían ahorrado más de dos millones de dólares de inversión por la compra de maquinaría nueva.
Rollfood se especializa en dos unidades de negocio: ingeniería y alimentos. “Desarrollamos proyectos para agregar valor en origen a pequeños y medianos productores, y por otro lado trabajamos en la división de alimentos, buscábamos producir alimentos de alta calidad”, sostiene Gonzalo Bonino. En su portfolio además de puré instantáneo de frutas y escamas de hortalizas están próximos a lanzar un nuevo producto.
Desde sus orígenes, “empezamos a trabajar en la idea de desarrollar un alimento que pueda ser parte de un sistema alimentario más sostenible y que pueda cumplir básicamente con 4 objetivos. Primero, que puedan ser parte de una dieta saludable, rica y nutritiva. Segundo que el impacto que genere el proceso productivo sea el menor. Tercero, que sean asequibles, económicos. Y por último, que podamos tomar parte de esas frutas y hortalizas que por su forma o por tamaño no podían ir al consumidor final”, explica Bonino.
Después de un año de esa primera elaboración, han procesado más de 160 toneladas de productos secos, que representan casi 1.400.000 kilos de productos frescos; el 60% de esa elaboración fue realizada con vegetales aptos para el consumo pero que por su forma o tamaño, “no podían ir al mercado y nosotros pudimos recuperarlos y hacer nuestras pulpas y deshidratados”, cuenta Horacio Campos.
En el campo de la tecnología
Estos principio son una respuesta a los desafíos globales, como la emisión de gases de efecto invernadero, el acceso limitado a dietas saludables y el desperdicio de alimentos. La industria alimenticia es responsable de casi un tercio de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, y aproximadamente el 40% de la población mundial no tiene acceso a una dieta saludable. Además, se desperdicia un tercio de los alimentos producidos para consumo humano.
Su aporte forma parte de un movimiento mayor, en el que packaging inteligente para la detección de enfermedades, asistentes robóticos, comidas gourmet listas en cinco minutos, sensores biométricos para identificar nutrientes faltantes en el organismo y colorantes derivados de hongos son algunas de las tendencias en el mundo food tech.
Una industria que experimentó un auge de inversiones, transformando el futurismo en una realidad y con un amplio campo de desarrollo tecnológico proyectado a cinco años.
La aplicación de la tecnología a la producción de alimentos es “una de las rabones que más nos movilizaba e impulsa a dar un paso más, porque sentimos que estamos en el camino de tratar de transformar el sistema alimentario tradicional”, sostiene Bonino.
Aclarando que había indicadores de la industria que no veíamos sostenibles a largo plazo. Para ellos uno de los más principales es la emisión de gases de infecto invernadero, ya que la industria alimenticia es responsable de casi un tercio.
Por otro lado, y no menos importantes es que el 40% de la población mundial no tiene acceso a una dieta saludable. “La tercera parte de los alimentos producidos para consumo humano se desperdician y eso no hizo pensar en nuestra posición”, explica Campos.
En su camino, renunciaron a la empresa en que trabajaban, y acudieron en apoyo de organizaciones sociales o fábricas recuperadas con el fin de, obviamente, “ayudarlos en lo urgente, que era lo gerencial o comercial, pero al mismo tiempo enseñarles estos conceptos que defendemos. Fue una enseñanza increíble para ambas partes”, agrega Bonino.
Entre los desarrollos que participaron se cuenta el diseño de una pequeñas planta multipropósito para pequeños productores que le permitieran agregar valor a su producción primaria, hacer salsas de tomate, dulces, mermeladas.
“Eran líneas, por un lado, accesibles, y por el otro, funcionales; que le permitían a un productor trabajar todo el año con distintas frutas y hortalizas con una escala adecuada para la economía social”, finalizó Bonino.
El futuro de Rollfood
“Recién en 2023, pudimos poner por primera vez en marcha la planta con todos los equipos en general”, comentan. Fueron más de tres años que tardamos en el proceso de recuperación, adaptación y de rediseño de los materiales que fueron reciclando para construir sus maquinarías.
Allí elaboran escamas deshidratadas de frutas y hortalizas. “El resultado garantiza una presentación simple, versátil, personalizada, inocua y sin conservantes ni saborizantes, para ser utilizados en alimentos de alto valor nutricional partiendo de materias primas seleccionadas”, explica la empresa.
Su compromiso con la sostenibilidad y la innovación ofrece una esperanza para un futuro más saludable. Mientras tanto combinan la tecnología que han desarrollado y el uso de energías renovables no solo como un modelo industrial, sino como una filosofía de vida. Y hacía allá los integrantes de Rollfood darán un nuevo paso.