Desde ayudar a procesar miles de datos sobre insectos hasta poder detectar una plaga antes que el ojo humano, estos son algunos de los avances en los que está incluida la Inteligencia Artificial (IA). Se trata de una nueva aliada para defender los cultivos en distintas partes del mundo.
Así lo reconoce el informe “Inteligencia Artificial en el sector de agroalimentos: aplicaciones, riesgos e impactos”, publicado por el Parlamento Europeo el año pasado. Con la autoría del especialista belga Josse De Baerdemaeker y otros académicos, ahí se remarca la importancia de detectar cuánto antes los patógenos y plagas sin perjudicar a los cultivos, y se sostiene que los sistemas automatizados serán de gran ayuda.
“En la detección automática, la suposición básica es que una planta enferma se ve diferente a una saludable. Por ejemplo, las hojas pueden tener sutiles diferencias de color, que a menudo son invisibles al ojo humano pero pueden capturarse utilizando técnicas como la imagen espectral”, explica el informe. De ese modo, una computadora podría reconocer de antemano si la planta ya tiene algún problema, sin hacerle daño.
Para lograr que esto funcione, apunta el documento europeo, aún se requieren grandes cantidades de imágenes etiquetadas de diferentes situaciones (con ubicaciones, estaciones, variedades de cultivos) para capacitar adecuadamente al sistema informático. Además que habría que prestar atención a cada zona por sus plantas y sus plagas más comunes.
En las viñas de España
Una de las principales regiones vitivinícolas del mundo es La Rioja (España) y allí se encuentra Javier Tardáguila, ingeniero agrónomo y profesor universitario. Él dirige la empresa de base tecnológica Altavitis Technologies y, a finales de 2023, la organización recibió el premio ‘Start Up Innovadora’ por la Plataforma Tecnológica del Vino, por cómo aplica la tecnología en la detección temprana de enfermedades.
“El modelo de trabajo que promovemos desde Altavitis permite a los viticultores monitorizar de manera más efectiva los viñedos, identificar problemas potenciales, plagas y enfermedades graves, y tomar medidas preventivas o correctivas de manera oportuna”, contó Tardáguila a Los Andes. Además de reducir los daños y favorecer la gestión económica, también contribuye a una gestión más sostenible y eficiente de la agricultura.
En concreto, ellos trabajan con dos tipos de herramientas. En primer lugar, con sensores próximos, que permiten obtener imágenes de muy alta resolución, obtenidas a un metro de distancia del viñedo, de forma automática o manual. A su vez, a través de la IA identifican y diferencian los síntomas de plagas y enfermedades que aparecen en el viñedo y, de esta manera, promueven una gestión más eficiente y eficaz de los tratamientos.
Así, por ejemplo, Altavitis trabajó en 2022 con Bodegas Muga y, a través de una plataforma sensorizada tomaron imágenes del viñedo y las procesaron con un algoritmo de ‘deep learning’ (aprenidzaje profundo) y visión artificial. Eso permitió cuantificar la superficie afectada por las enfermedades de la madera, cepa a cepa.
“Estamos hablando de un diagnóstico precoz de plagas y enfermedades. Nuestros modelos de IA hacen que los agricultores reciban información cuando se detectan síntomas de plagas. Esto permite una respuesta rápida y específica para minimizar los daños”, explicó Tardáguila.
La falta de conectividad y las dificultades propias del sector puede hacer parecer que esto es sólo para grandes productores, pero el académico de La Rioja consideró que la IA en el campo es rentable para todas las economías, ya que permite ser más eficientes y decidir mejor. Además, no es necesario tener un buen internet en la finca, ya que las imágenes se toman primero y se pueden procesar después.
“En poco tiempo se ha reducido la barrera de entrada: los servicios de inteligencia artificial en el campo ayudan a tomar mejores decisiones y eso supone reducir costes, como es el caso en la reducción de fitosanitarios donde no solo se consigue un menor impacto ambiental sino economizar”, afirmó Tardáguila. En otras palabras, se trataría de herramientas para lograr una viticultura más eficiente y que precise menos recursos.
El caso de Mendoza
En una nota reciente sobre cómo la inteligencia artificial puede revolucionar el campo mendocino, se hablaba de estudios para mejorar los pronósticos de cosecha, el uso que le daban empresas de servicios agrícolas y hasta una mención de que el Instituto de Sanidad y Calidad Agropecuaria de Mendoza (Iscamen) aplicaba tecnologías de este tipo.
Poniendo la lupa sobre ese tema, la IA ayuda a procesar los datos que se obtienen en las trampas de insectos. “El monitoreo de un insecto en el campo es una de las principales herramientas dentro del Manejo Integrado de Plagas y el Iscamen lo implementa en diversos programas de control”, afirmó José Orts, presidente de la entidad.
¿Cómo aplican esta tecnología? Mediante una red de trampas colocadas en frutales y áreas estratégicas, se analiza en el campo el comportamiento de un insecto considerado plaga. Para facilitar el monitoreo de plagas como Lobesia botrana y mosca del Mediterráneo, sobre todo en zonas alejadas, se incorporaron 100 trampas inteligentes para la captura de datos.
“Actualmente se está optimizando el software para la toma de datos a través de un sistema inteligente de identificación de insectos. Asimismo, estos dispositivos, además, recolectan datos de temperatura y humedad cada una hora, lo que permite un mayor conocimiento en la relación plaga y ambiente”, detalló Orts.
Por último, aparte de la IA, desde Iscamen recordaron que con su bioplanta crían insectos esterilizados y ahora iniciaron con el Gusano Barrenador del Ganado, con ensayos junto a INTA, para zonas de cría de invernada en Goya (Corrientes) y las islas de San Pedro (provincia de Buenos Aires). En tanto que con el Programa de Erradicación de la Bichera de Uruguay se están articulando proyectos que permitan la provisión semanal de insectos estériles por un periodo de 10 años. El combate contra las plagas continúa, ahora con nuevas tecnologías.