Es sabido que Mendoza es reconocida por alimentos como el vino y el aceite de oliva, pero también hay otros productos en los que ocupa un lugar central en el país, quizás sin tanta fama. Uno de ellos es el orégano, concentrando la mayor parte de la producción nacional, y por eso productores y el gobierno provincial comenzaron el camino para que se declare la Indicación Geográfica (IG) para este producto de San Carlos.
Dicho en términos muy simples, una IG es un sello de calidad que se refiere a la ubicación de un producto y a sus cualidades especiales (similar a las Denominaciones de Origen Controlado). Ayuda al productor para certificar un buen producto, al comercializador para vender y al consumidor para saber que compra algo de calidad. Incluso, el país otorga un reintegro parcial en caso de exportación para envíos que contienen esta marca.
Un caso reciente en la provincia fue la declaración de IG para el Aceite de Oliva Virgen Extra (AOVE) de Mendoza, y quienes producen y quieren ese sello deben pasar por una serie de controles (de forma tal que se asegure la calidad a los consumidores). Aquel proceso para que el sector obtuviera la IG, con varias idas y vueltas, demoró alrededor de cuatro años, pero la intención con el orégano es que sea en menos tiempo.
Así lo comentó Alfredo Baroni, director ejecutivo del Instituto de Desarrollo Rural (IDR), entidad involucrada también en el proceso del aceite de oliva. Si bien la idea viene desde el año pasado, comenzaron a trabajar con más fuerza entre febrero y marzo de este año para comenzar el trámite formal, involucrando a productores y cámaras locales como la Sociedad Rural del Valle de Uco.
En el tema también están participando la Dirección de Agricultura de Mendoza, y otras instituciones como INTA e INTI. Incluso, en el marco de una convocatoria que inició la Secretaría de Agricultura de la Nación, se contrató a la Universidad de Buenos Aires (UBA) para que una entidad externa a la provincia defina la calidad vinculada al origen.
“Ahora los pasos que estamos viendo de evaluar en breve son terminar una encuesta que se hizo al sector gastronómico acerca de la percepción del orégano local, diferenciándolo de oréganos de otros lugares del país y del mundo”, detalló Baroni. Están planeando realizar en el Instituto Don Bosco, en Rodeo del medio, una evaluación sensorial con paneles de degustación donde se trabaje con distintos oréganos.
Entre los primeros pasos también se incluye haber realizado a inicios de abril un taller con productores de San Carlos para ir definiendo algunas variables vinculadas a este sello de calidad vinculado al origen. En esa oportunidad, también se entregaron ejemplares del nuevo manual de Buenas Prácticas Agrícolas, de manera que puedan mejorar su rendimiento y se facilite luego la trazabilidad.
“Seguramente dentro de un mes o en un mes y medio, estaremos realizando un segundo taller en este sentido. Un reconocimiento en serio vinculado al origen es un proceso que lleva tiempo, implica muchos estudios. Es un proceso largo, pero bueno, ya estamos en ese proceso”, agregó Baroni. En ese sentido, esperan aprovechar la experiencia adquirida con la tramitación para el aceite de oliva.
Contra la adulteración
Una preocupación habitual para el sector mendocino es que el orégano cuando se vende suele estar “acompañado” de otros productos con pigmentos verdes, como para “estirarlo”. Una certificación de calidad ayudaría a que se controle desde origen, de manera que el consumidor final pueda acceder sin ser estafado.
“La adulteración del orégano es terrible”, afirmó el productor Pablo Chiconi, quien afirma que un equipo limpio desde que sale de Mendoza sufre varios agregados ilegales hasta llegar a góndolas de Buenos Aires o de Santa Fe. Desde la Sociedad Rural del Valle Uco, entidad de la que es vicepresidente, están trabajando también para que se haga el envasado final también en origen, cuestión de preservar el producto.
Para Chiconi, si se lograra envasar en origen ya se podría bajar en gran parte el adulteramiento, más aún si el los envases tuvieran una marca de IG. “Que las empresas que compran el orégano lo consigan de acá con un nombre especial, geográfico. Se podría controlar la cantidad de kilos que carga el camión y que eso sea lo que salga a la venta, como sucede con la uva, por ejemplo”, señaló este productor.
Gonzalo Appiolaza, productor y fraccionador de orégano, comentó que muchas veces se puede encontrar en Buenos Aires un orégano más barato que en Mendoza, porque tienen hasta un 40% de adulteración. En ese sentido, confirmó que se está trabajando con el IDR, el INTA y otros productores para certificar desde origen: “Vamos a ver si antes de fin de este año se pueda avanzar con la indicación geográfica. Creo que esto va a ser un punto muy importante”.
Un dato que marca Appiolaza es que la IG se aplicaría para productos fraccionados de alrededor de un kilo, porque sería mucho más difícil controlar un volumen de, por ejemplo, 15 kilos. “Creo que nos va a ayudar a los que nos dedicamos también al fraccionamiento a demostrar que el producto es de calidad, sobre todo defendiendo la zona. Así el orégano de de San Carlos tiene identificación y no está adulterado”, señaló.
Una curiosidad es que la marca de Appiolaza, Mardegan, logró la certificación de orégano sin TACC y cuando le preguntaban por qué habría de tener trigo, avena, centeno o cebada un producto que sale de una hierba aromática, la respuesta era por partida doble: para señalar que el proceso se realiza sin contaminación cruzada con cereales y para asegurar que no se hubiera agregado otros elementos para “inflar” el volumen.
Por último, también sumó su opinión la directora de Agricultura de Mendoza, Valentina Navarro Canafoglia, para quien es valioso ya contar con el antecedente del Aove mendocino. De lograrse esta otra IG, analizó, se avanzaría en “posicionar a la provincia como referente en la gastronomía”, por todo lo referido a la producción de alimentos.
“Buscamos alcanzar la misma meta junto a los productores del Valle de Uco. Durante este último tiempo se han logrado importantes avances. Los tiempos para este tipo de certificaciones son complejos y demandan un gran esfuerzo de todas las partes involucradas”, analizó Navarro Canafoglia.
Quizás sea una buena forma de que la provincia sume, a su fama por el vino y por su aceite de oliva, el reconocimiento por un gran orégano que también se exporta al mundo. Los primeros pasos ya están dados.