“No consigo gente para la cosecha”. “Uno me dijo que el año pasado perdió el plan por registrarse”. “Quieren venir pero sin ‘ficharse’ (registrarse)”. Ésas son algunas frases que respondieron productores vitivinícolas esta semana al preguntarles por la mano de obra para la cosecha, un tema que preocupa a muchos por estar cerca de la etapa más fuerte con la maduración de uvas tintas.
Es difícil estimar la cantidad total de cosechadores. En el sector era común hablar de 48.000 personas para cada cosecha, pero ese número se calculaba en base a las hectáreas mendocinas y sin considerar la cosecha mecanizada. Bajo convenio colectivo de trabajo (CCT 154/91), había 9.000 empleados permanentes listos para cosechar, y el resto serían temporarios, gran parte de afuera de la provincia.
Mauro Sosa, director ejecutivo del Centro de Viñateros y Bodegueros del Este, afirmó que “la mano de obra sigue siendo un problema grave”, y que los cosechadores golondrina van llegando de a poco. Algunos, a fincas donde ya han trabajado. “Es muy heterogéneo y depende de cada zona, pero en el promedio siempre es baja la disponibilidad. Además, muchos no se quieren registrar y eso expone al productor a serias consecuencias”, agregó.
Sosa aclaró que algunos productores cosechan con sus propios obreros permanentes y ya están levantando las uvas blancas, pero el problema sería desde cerca del 20 de febrero hasta abril, con los mayores volúmenes de uva. Vienen muchos cosechadores de otras provincias y también de Bolivia, pero “hay gente a la que ya no le conviene. No vienen tantos como hace 25 años”. El convertir pesos al dólar blue para llevar a su país, es un desincentivo más.
Desde la Dirección de Agricultura, su titular, Valentina Navarro Canafoglia, consideró que éste es “un tema que se plantea todos los años”, pero que es temprano para afirmar que faltará gente para la cosecha: “Creo que hay que esperar a ver qué pasará. Por un lado, este año no hay restricciones a la movilidad desde otras provincias. Por el otro, con los niveles terribles de pobreza y desocupación que hay, habrá que ver la situación”.
Además, la directora de Agricultura señaló que “desde la Provincia y la Nación se están aportando herramientas para mantener y potenciar la empleabilidad rural”. Un ejemplo provincial sería el registro Reinventa, donde más de 7.000 mendocinos se anotaron en 2020 para capacitarse y poder trabajar en el sector rural. A nivel nacional, desde mediados del año pasado se decretó que no se eliminarían planes sociales para quienes trabajen en la cosecha.
Viñateros preocupados
Otro productor referente que compartió su visión es Eduardo Córdoba, presidente de la Asociación de Viñateros de Mendoza (AVM). En su caso, ya comenzó con la cosecha de uvas blancas y, como su finca en San Martín está cerca de barrios, ha conseguido gente de la zona. “La preocupación es qué va a pasar más adelante, cuando esté la cosecha fuerte de las variedades criollas, que es lo que más hay por la zona”, comentó.
Córdoba suele trabajar cada temporada con gente conocida, y muchas fincas emplean a los mismos cosechadores cada año, aunque algunos sean de afuera de la provincia. Una discusión que ha tenido Córdoba con la bodega es la de permitir el ingreso continuo de uva. No cortar porque eso hace que la cuadrilla (al no tener trabajo por uno o dos días) se desarme o vaya hacia otra finca. “Nos vamos tironeando los cosechadores entre las fincas”, ilustró.
El referente recuerda que el pago se hace sin demora y que el buen trato propicia que después se recomiende esa finca a otros trabajadores. Fuera de la zona Este, el presidente de AVM cree que el panorama puede ser más complicado para los productores de Lavalle que fueron afectados por el granizo.
Como la uva que quedó es más difícil de cosechar, no se alcanzan a llenar tan rápido los tachos y eso incrementa el valor de la ficha.
En cuanto a valores, Mauro Sosa describió que el año pasado de base se pagó a $ 30 el tacho de uva. Si eso se multiplica por 60 tachos en 6 horas, serían $ 1.800 por día. Suponiendo que hoy el valor mínimo de tacho suba a $ 40, serían $ 2.400 por día, lo que al mes (22 días de trabajo) representaría $ 52.800 por un trabajo de seis horas diarias.
De todos modos, el director ejecutivo del Centro de Viñateros y Bodegueros del Este reiteró que el principal problema no es el pago, sino la negativa a registrarse: “Hay poca mano de obra, y la que viene no se quiere registrar por temor a perder subsidios. La gente es muy esquiva con la registración. Al productor le conviene registrarlo, porque paga el CCG por los quintales que cosecha y, si no registra, se expone a las inspecciones”.
Las condiciones del trabajo
El otro punto de vista es el de las personas que cosechan. Algunos consultados por este medio prefirieron no hablar, pero Leticia, cosechadora de 35 años, comentó su visión: “Dicen que la gente no va a trabajar porque no quiere… Es verdad, no va porque no quiere ser saboteada, no quiere ser engañada a veces. Algunos no quieren ir a trabajar como esclavos. Pero los que no quieren son algunos, los otros sí o sí tienen que ir, no les queda otra”.
En cuanto a las condiciones de trabajo, Leticia criticó la falta de baños o de agua en las viñas o que para almorzar deben hacerlo sentados en el piso, al rayo del sol. “Las condiciones son pésimas, porque uno se las tiene que rebuscar una vez que sale a trabajar”, agregó. Si bien el pago en la viña puede ser mayor al de otros trabajos (“que también pagan miserias”), quien trabaje en la cosecha debe soportar estas incomodidades.
Además, el valor del tacho es muy cambiante y depende de cómo avanza la temporada, así como de la zona donde uno se mueva. Al consultarle por los trabajadores que vienen de otras provincias, Leticia comentó que muchos llegan buscando cualquier trabajo que puedan encontrar para ganar algún dinero y volver a sus provincias, sacrificando comodidades y sin exigir condiciones.
Guido Álvarez, secretario general en Mendoza de Foeva (Federación de Obreros y Empleados Vvitivinícolas y Afines), comentó que antes iba a cosechar el grupo familiar de los trabajadores fijos de la finca, pero ahora sus hijos tienen otras opciones de trabajo o estudio. Además, antes el cosechador tenía en esa finca otras oportunidades como cría de animales o plantación propia, y eso se ve cada vez menos.
Álvarez diferenció que hay empresas grandes con buenas condiciones, incluso hasta con guardería, pero es más difícil ver eso en plantaciones medianas y chicas: “Tenemos presentaciones ante la Justicia reclamando por malas situaciones de higiene y seguridad. Pedimos a los trabajadores que nos avisen para que revisemos la situación”.
Más allá de la vid
La falta de cosechadores es un tema que va más allá del sector vitivinícola. José Luis Zárate, delegado provincial del Registro Nacional de Trabajadores Rurales y Empleadores (Renatre), entidad que trabaja por fuera del sector vitivinícola (con excepción de uva en fresco), comentó que “se manifiesta la falta de mano de obra para la cosecha” y que continúan con inspecciones para registrar empleados y ver condiciones de trabajo.
La última semana estuvieron con la cosecha de ciruela en San Rafael y muchos productores le comentaban esa situación. De todos modos, Zárate señaló que no todos pagan lo acordado para Mendoza y San Juan, con un valor mínimo de $ 2.900 por jornal.
El delegado provincial del Renatre señaló que las malas condiciones laborales sobrepasan a los distintos cultivos, con “gente que está en malas condiciones desde noviembre y van trabajando en fruta, tomate y ahora vendimia”. Así, mostró por WhatsApp un video de una inspección en los primeros días de febrero en San Martín, con trabajadores del norte en una casa de adobe hacinados con colchones en el piso y un baño en pésimas condiciones.
Zárate también rescató que hay empresas que sí otorgan las condiciones adecuadas, y consideró que para solucionar la falta de mano de obra sería importante que trabajen en conjunto trabajadores y empleadores. Además, ya ven en Mendoza trabajadores de otras provincias como Tucumán, Santiago del Estero y Salta.
“La mayoría está en la cosecha de fruta o de hortalizas como la papa y muchos después van a la uva. También hemos visto gente de Bolivia en la temporada del ajo, me atrevo a decir que eran un 25% de quienes estaban cosechando ajo. Cuando hacés fiscalizaciones y les pedís la fecha de nacimiento, muchos te dan números falsos”, señaló Zárate, quien recordó que los cosechadores van “bajando” por otras provincias como La Rioja y San Juan.