Maquinarias: preocupación por las trabas a la importación

Bienes. Durante el último año, se han endurecido las importaciones y algunas han afectado a la producción agrícola. Si bien la vitivinicultura está cubierta, preocupa una medida reciente que complica traer maquinarias.

Maquinarias: preocupación por las trabas a la importación
Importarción. Se han endurecido y algunas han afectado a la producción agrícola

Las limitaciones impuestas para la importación de maquinaria agrícola son parte de una lista de medidas que, en el último año, han complicado a la producción en general. Si bien la última normativa abarca a maquinaria utilizada en la Pampa Húmeda, hay preocupación en el sector local porque se afecte el ingreso de productos como tractores y cosechadoras.

A principios de mes, se esperaba que el Banco Central de la República Argentina (BCRA) informara de nuevas adecuaciones para las importaciones de bienes de lujo, y así lo hizo con la Comunicación A 7201 del 6 de enero. La sorpresa es que el “cepo anti Lamborghini”, como se lo había anunciado en referencia a los vehículos italianos, también incluyó a máquinas cosechadoras, sembradoras, abonadoras, pulverizadoras, aparatos de trillar y prensas de paja y forraje.

La sorpresa se expandió hasta tierras cuyanas, aun cuando no se especificaron maquinarias utilizadas por la vitivinicultura ni la fruticultura local. Así lo expresaron algunas concesionarias que, si bien no son importadoras (importa la empresa a nivel nacional), temen que el sector se vea perjudicado.

Complicado. Cosechadoras, sembradoras, pulverizadoras, entre las más complicadas.
Complicado. Cosechadoras, sembradoras, pulverizadoras, entre las más complicadas.

Desde Diesel Lange (John Deere), el gerente zonal de Cuyo, Nicolás Cormio, comentó que de momento no influye en el tipo de productos que se utilizan en la región, pero que no había certezas a largo plazo: “Acá no se utilizan cosechadoras ni fumigadoras que afecten esta resolución, lo que no significa que el día de mañana se extienda a las tareas habituales de un productor cuyano. Podría afectarse algún tipo de maquinaria o tractores de alta cilindrada que utilizan cultivos como papa, ajo o tomate”.

Cormio señala que “de momento estamos con algunas demoras” y que cree que el principal problema es la falta de claridad en la información. “Lamentablemente hoy las normas son muy ambiguas y nada me asegura que esto no pueda variar prontamente”. El gerente zonal de Diesel Lange cuenta que han tenido fábricas cerradas y problemas logísticos por la pandemia, además de problemas en la autorización de importaciones.

Importar y producir

Desde Aldo Tolín Maquinarias (concesionarios de Case IH), Aldo Nicolás Tolín explica que están analizando a nivel nacional el posible impacto de las restricciones a la importación, ya que la producción local de maquinarias también requiere de insumos importados: “Nosotros dependemos del Grupo FIAT, que tiene una planta en Córdoba. Hay que ver si las restricciones abarcan a los insumos que después se ensamblan. Si no tocan eso, vamos a tener maquinaria disponible”.

Respecto del último año, Tolín explica que se cortó la importación de tractores viñateros que solían traerse desde Italia y que se ha reactivado la fábrica de Córdoba, aunque es un proceso que demora su tiempo. “Cuando estaban las importaciones abiertas vos podías traer de cualquier maquinaria de Brasil, Italia o de cualquier parte. Ahora dependemos de la fábrica de Córdoba, que se reactivó en julio pasado y mes a mes va generando más”, comenta el empresario antes de decir que actualmente están con falta de stock.

Para Tolín, debería permitirse un mayor ingreso de maquinarias de otros países para poder tener oferta y variedad, aunque sin llegar al extremo de una liberalización completa ya que “cuando se abrieron totalmente las importaciones, se frenó la producción. Se importaba todo. Llegó un momento en que no fabricaban, que también es negativo. El tema es que las decisiones las toman en 10 minutos, y poner en marcha un proceso como éste te toma un año”.

Otro que señala que la producción nacional se encuentra limitada es Cormio, porque “todo tipo de producto depende de algo de afuera. Por eso las políticas proteccionistas no terminan funcionando. Los tractores se ensamblan en Pacheco sí, pero el motor viene ensamblado de Brasil y, si yo limito las importaciones, esas fábricas se verán afectadas”. El gerente zonal de Diesel Lange remarca que son necesarias normas claras a largo plazo.

Una tercera concesionaria que aportó su visión fue Agromaq Virdó, representante de New Holland, que posee maquinarias cosechadoras para la vitivinicultura. Su gerente general, Martín Sánchez, entiende que “cuando ha habido trabas a la importación de maquinaria, en todos los gobiernos, era para productos importados siempre y cuando no hubiera industria nacional”.

Incluso, Sánchez menciona que el mes pasado el grupo pudo ingresar una maquinaria al país sin problemas. De todas formas, puede que haya problemas con cierto tipo de tractores pequeños y escuchó rumores de piezas de tractores que habían tenido problemas en ingresar, más allá de la complejidad de hacer la operación por los valores del dólar.

En lo que se refiere a las cosechadoras vitivinícolas, no han tenido trabas legales para su importación ya que no se generan en Argentina y de momento tampoco sería negocio hacerlo. Sánchez ilustra con el ejemplo de que una empresa nacional fabrica 200 maquinarias cosechadoras de trigo al año para el mercado argentino, mientras que New Holland genera 250 máquinas cosechadoras anuales para todo el mundo.

Trabas legales

Dentro de todo proceso de comercio exterior, hay cuatro agentes que son clave: el importador que compra, el exportador que vende, el operador que hace la logística (llamado forwarder) y el despachante que gestiona el ingreso aduanero.

Con más de 50 años de experiencia en el comercio internacional, Carlos Clément, fundador de Clément Comercio Exterior y especialista como despachante de aduana, mira con preocupación el panorama actual. El principal problema que nota desde la asunción del presidente Alberto Fernández es que varios productos que antes entraban con facilidad ahora tienen una “licencia no automática”, con un criterio poco claro.

“Vos tenés una nomenclatura general de alrededor de 5.800 números, y cada uno representa un producto, desde manzanas hasta caballos. De ésas, entre 2.500 y 3.000 están sometidas a licencias no automáticas”, comienza explicando Clément. Para ésas, la persona debe pedir un permiso a la Secretaría de Comercio Exterior, que a la vez consultará con otros organismos para definir si autoriza o no el ingreso. Si bien es una práctica habitual, “el problema es que durante este gobierno por lo menos 1.000 productos pasaron a tener licencia no automática”.

Para decirlo en otras palabras, productos que antes entraban de manera sencilla y que requerían una licencia automática que se otorgaba en 3 o 4 días, ahora deben esperar semanas para que se defina si podrán ingresar o no. Si bien en principio el criterio depende de si es un producto que se puede fabricar en Argentina, en lo concreto no hay un parámetro explícito y depende mucho de la voluntad del organismo público.

“El listado de no automáticas ha aumentado un 30% respecto de la época de Mauricio Macri. Han incluido muchas cosas que podrían llegar a hacerse en Argentina. El tema es que, según las normas de la OMC, ningún país puede cerrar su comercio a los países del mundo. Sólo puede poner restricciones temporarias pero que en Argentina duran por años. El país ya ha perdido demandas internacionales por restricciones”, señala Clément.

En una línea similar, Nicolás Salerno, analista internacional que trabaja en una empresa de logística forwarder con oficina en Mendoza, considera que al inicio de la gestión de Alberto Fernández no se notó un fuerte freno a las importaciones, pero los ingresos se fueron complejizando poco a poco mientras empezaron a faltar dólares. Para este analista es importante aclarar que el importador no paga directamente en dólares a quien le vende desde afuera, sino que, a través del banco donde tenga su cuenta, debe pedir autorización al Banco Central, que es quien entregará los dólares y permitirá la operación. Por ello, para evitar un “escape de dólares”, el Gobierno nacional ha tenido la política de desincentivar las importaciones, algo que no ocurría con la gestión anterior.

Salerno explica que “no fue una bajada de línea directa cortando las importaciones”, sino que se fueron colocando trabas. Al igual que Clément, considera que la traba más resonante es que muchos productos antes tenían licencias automáticas y entraban con facilidad, pero poco a poco pasaron a tener licencias no automáticas, lo que implica una revisión en cada caso y la posibilidad de que se rechacen. “Además de ser menos, antes las licencias no automáticas te las resolvían en uno o dos días y te quedabas tranquilo, pero ahora demoran desde dos semanas en adelante”, remarca Salerno.

Para Clément, el problema en realidad es “lo oscuro que es el régimen”, ya que no hay forma de saber a ciencia cierta cuándo darán el permiso y cuándo será negado. “Ese procedimiento es contrario a las normas de la OMC. Entonces no está publicado en ningún lado. Vos presentás la solicitud con un informe de tu empresa y qué vas a hacer con esa importación, pero quizás dos empresas presentan casi lo mismo: a una se lo aprueban y a otra no”, señala el especialista.

“De hecho nos pasó que una empresa distribuidora quiso traer un producto y no se lo autorizaron. Pero habló con un subdistribuidor, presentó el mismo pedido y sí se lo dieron. Si te lo rechazan no tenés forma de hablar, no te contestan por mail y si pedís una entrevista lo normal es que no te la den. La única forma es presentar un recurso judicial y esperar que algún juez acepte el reclamo”, continúa Clément.

Dudas y complicaciones

Tanto Clément como Salerno se muestran sorprendidos con la normativa que complica el ingreso de maquinarias agrícolas. “Se supone que era una medida para bienes suntuarios, pero han incluido máquinas sembradoras y pulverizadoras. Nadie lo entiende, yo tampoco”, dispara Clément a la vez que se pregunta: “¿Hay riesgo de que después compliquen el ingreso de otras maquinarias? Por supuesto ¿Lo van a hacer? No lo sé, va a depender de lo que decidan”. Para Salerno, es grave porque Argentina no es una productora neta de maquinaria agrícola, y si bien hay producción local también depende de insumos importados: “Al frenar esto, frenás la producción del campo, que constantemente compra estas maquinarias porque intenta producir más”. Ambos entienden que seguirán las restricciones como una medida para mantener la cotización del dólar.

Clément explica que la última medida se agrega a una complejidad que se sumó hace 2 meses, que es no poder pagar antes de que esté la aprobación de la importación por la Secretaría de Comercio Banco Central, y eso demora mucho más los plazos: “Antes con la autorización del banco personal bastaba, y podías pagar para aprovechar un buen negocio o que los tiempos te den, porque una máquina cosechadora demora 60 días entre que se termina y se carga al barco. A eso hay que sumarle los 30-35 días de viaje.” Con la nueva normativa, para pagar al exterior un grupo de 57 posiciones de productos tienen 365 días de plazo mínimo y 22 posiciones tienen 90 días mínimo para pagar, en ambos casos una vez que el producto llegó a Argentina (el despacho a plaza del país). En otras palabras, el exportador debe esperar un año o 3 meses mínimo para recibir el pago. “No sé qué empresas van a querer correr este riesgo de venderle a Argentina con estas trabas, quizás subiendo mucho el valor. Encima empezando a contar desde que llega a Argentina, no desde que se carga como se hace en general en el mundo.”, reflexiona Clément.

Otro aspecto que señala Salerno es que antes se podía importar la cantidad que uno quisiera sin un cupo, pero ahora las empresas tienen un límite por año fiscal: “Si por ejemplo, de julio de 2019 a julio de 2020 te permitieron importar maquinaria por un millón de dólares, no podés exceder ese límite. Si pasás ese monto ya no podés importar más, aun cuando tengas demanda y quisieras crecer. Tenés que esperar a que termine el año fiscal para recién el próximo volver a importar”. La crítica de este agente logístico es que el límite no se corresponde, por ejemplo, con la cantidad vendida el año anterior, sino que “es un número arbitrario”. Un detalle extra que menciona Salerno es que es habitual que, en los aviones de pasajeros, los aviones también transporten cargas de mercaderías. “Con el Covid y el consecuente freno de viajes, la importación aérea se fracturó. Para las aerolíneas no reditúa volar cargas, porque la mayoría vuelan en aviones de pasajeros. Los aviones aprovechaban las bodegas de los pasajeros. Los palets de vino, por ejemplo no necesitan frío y podías enviarlo. La importación aérea te conviene para ganar tiempo, pero ya no es posible”, ilustra Salerno.

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