Martín Betancud: “Producir de forma convencional es más caro que hacer orgánicos”

El integrante del Observatorio Rural y Agropecuario de Mendoza habló sobre la preservación del espacio productivo y sobre la necesidad de brindar valores diferenciales a la actividad. Qué hacer.

Martín Betancud: “Producir de forma convencional es más caro que hacer orgánicos”
Martín Betancud, ingeniero agrónomo. / Archivo

El cambio de paradigmas en el consumo de los alimentos cotidianos ha impulsado innovaciones en el agro, sobre todo en lo concerniente al uso de los compostajes para lograr una producción más sustentable y de menor costo. “El crecimiento en el uso de los bioinsumos ronda en torno al 10% anual; los informes se realizan de acuerdo a los datos de lo que ya paso y solo tenemos estimaciones de acuerdo a los niveles de facturación de las distintas empresas proveedoras en la provincia”, sostiene Martín Betancud.

El ingeniero agrónomo, especialista en agroeconomía, sostiene que el crecimiento en esta práctica (que ha superado el 20% en lo que va del 2022) está acompañado por una mirada más sustentable de la actividad agrícola y también por una fuerte demanda del consumidor local. “La aplicación de fertilizantes naturales, que sustituyen a productos agroquímicos, también es más económica. El productor ha descubierto que los costos bajan un 30% y que hay un mercado que demanda por alimentos de mejor calidad”, explica.

La potencialidad de los cinturones verdes en Mendoza es uno de los temas a los que Betancud le presta una atención. El miembro del Observatorio Rural y Agropecuario de Mendoza (ORAM) apuesta por los valores diferenciales de la producción local y la preservación de los espacios agroecológicos. “Estamos asesorando a los productores del sector hortícola y frutícola sobre estas prácticas. En Beltrán estamos trabajando con un grupo de 250 productores”, comenta con un aire distendido.

“Hay material de las Universidades y del INTA, que han realizado estudios, y muestran otra fotografía de la realidad. Esto hace que más productores se animen a estas prácticas naturales y aún más cuando descubren una reducción importante en sus costos. Utilizan los materiales que antes desechaban para realizar compostajes o para hacer trabajos de cultivo verde y nutrir a la tierra. Por otro lado, la ecuación cierra con el crecimiento de la demanda de productos de origen orgánicos o agroecológicos”

“De hecho, a modo de ejemplo, como para sintetizar. En La Paz, la única bodega que está en producción vende vino orgánico y tiene cada vez más demanda en el mercado, prácticamente no tiene techo. Es más alto el valor agregado y permite un deferencial a lo que hoy ofrece el mercado con los métodos de producción convencionales”, puntualiza Betancud. “Hoy se da un debate entre las prácticas orgánicas y agroecológicas, que es un campo más amplio que el de lo orgánico; según el censo de 2018, los volúmenes de producción son muy similares”.

“El cinturón verde –por su cercanía la ciudad- tiene una gran potencialidad por el tipo de productos que ofrece, incluso para resistir a la presión inmobiliaria que se ejerce sobre las fincas. Estamos hablando de tomate, lechuga, berenjena y de otros 50 alimentos que se consumen a diario. Estamos hablando de alimentos sanos, que tienen sus propios canales de distribución para llegar al público como lo es la bioferia. Incluyo actualmente los mercados de concentración en la provincia están armando naves para que se comercialice esta calidad de productos. Hoy con los avances de la tecnología se puede pensar hasta en el packaging”.

“Estamos trabajando para impulsar y registrar los cinturones verdes de la provincia. Por ejemplo, el del área metropolitana es el principal productor de hortalizas en el país y por extensión es el segundo cinturón hortícola de Argentina. Siendo este un lugar donde se producen más de 50 alimentos podemos mejorar la rentabilidad del sector señalando su alta calidad como la procedencia de estos alimentos; una etiqueta que diga ‘Mendoza, área metropolitana”.

“Hoy la agroindustria, como una actividad intensiva, genera más trabajo permanente que los complejos habitacionales. El agro es un gran dinamizador de la economía y genera un derrame en otras actividades; el agro está más vinculado a la economía circular. Muchos productores comenzaron a trabajar con desechos de la poda para fertilizar la tierra; fueron a un taller metalúrgico y pidieron la construcción de una chipeadora. El metalúrgico encontró un trabajo nuevo y el agro nuevas herramientas”, sostuvo Betancud.

Bioinsumos y horizontes

“Los bioinsumos todos aquellos productos biológicos o que haya sido elaborados por microorganismos, extractos o compuestos que esté destinado a ser aplicados como insumos en la producción agropecuaria”, explica Betancoud. “Son una opción económica, sustentable y rentable para el productores, ya sea para fertilizar la tierra o como plaguisidas. Reemplazan a los agroquímicos tradicionales y su uso acompaña la tendencia creciente de la agroecología”.

“Hoy la fabricación de bioinsumos crece a una tasa anual del 15%, versus a otras actividades económicas no existen tasas elevadas de desarrollo. La industria mundial de biofertilizantes proyecta alcanzar los U$S 1.500 millones para el 2022″. En Mendoza se busca generar una trazabilidad de estos productos, desde su fabricación hasta su uso, para ofrecerle una mayor seguridad al consumidor de que come alimentos sanos.

-¿Cómo imaginás el horizonte de las prácticas agroecológicas en Mendoza?

-Potenciando los cinturones verdes, encontrando el equilibrio territorial necesario entre el espacio del agro, con un suelo con gran riqueza organiza, y el avance de los proyectos habitacionales. Desarrollando la agroecología, que hoy es un valor agregado con respecto a las prácticas agrícolas convencionales y generar más empleo. En el último informe del IDR se señala que una de cada cuatro familias en Mendoza vive de la actividad agrícola, pero es un sector que sufre por la invisibilidad. Faltan políticas claras que acompañen el desarrollo del agro, porque sigue siendo una salida frente al ya agotado modelo de producción.

La charla toma otra dinámica, lo temas de discusión se acercan lo cotidiano. En el último informe del ORAM se explica que en Guaymallén, gran parte de su desarrollo territorial, económico y cultural, fue de la mano de la actividad agropecuaria y agroindustrial. La elaboración de alimentos es uno de los principales motores de la economía del municipio, explicando gran parte de los empleos que se generan y de la ocupación de mano de obra.

Debido al lugar estratégico y geopolítico en el que está ubicado, podría ser un gran polo AgroBioIndustrial y ser pionera en las nuevas industrias alimenticias y de insumos para las mismas, como también para la industria farmacéutica, por lo tanto, entendemos sería de gran valor trabajar su denominación de origen, se detalla en el documento. “Este es un caso como el de tantos otros lugares, en lo que se resiste para conservar la tierra productiva. Muchos productores encontraron en la agroeología una herramienta más para seguir desarrollando su actividad y tener mejores resultados económicos. Hoy el mercado, reclama, consume y valora productos más sanos”, finalizó Betancud.

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