En Argentina, cada año se consumen más de 33.000 millones de litros de bebidas con o sin alcohol, desde infusiones, aguas, cervezas, vinos e incluso espirituosas. El vino sólo representa el 2,7% de ese volumen.
En la industria vitivinícola nos llegó la hora de pensar seriamente en qué negocio estamos y recuperar momentos de consumo perdidos, litros que durante años nos han quitado otras bebidas. Nuestro mercado objetivo es más grande de lo que creemos y deberíamos pensar que el negocio es “la sed” de las personas.
Cuando se piensa en términos de inclusión y diversidad o por nuevos usos y costumbres, surge indefectiblemente la necesidad de escuchar a todos los actores que participan en este negocio y, sobre todo, analizar lo que pasa en el mundo entero.
Ya sea por motivos culturales, éticos, por cuidado personal, imposiciones legales o simplemente por decisión propia, existen cientos de millones de personas en el mundo que quieren disfrutar de la ingesta de bebidas como el vino, pero sin tener que consumir alcohol.
Café sin cafeína, gaseosas sin azúcar, alimentos sin grasas, sin gluten, sal sin sodio… fueron marcando el camino.
¿Quién iba a pensar que hace 42 años la marca Ámbar crearía la primera cerveza sin alcohol? Hoy por todo el mundo vemos cervezas 0,0 % y la marca líder en Argentina ha relanzado este año su cerveza 0,0%, las que se las puede ver en todos los puntos de ventas, compitiendo con aguas y otros productos “naturales” pudiendo venderse incluso en estaciones de servicio, donde está prohibido vender alcohol.
Pero ¿qué ocurre con el vino? Debemos analizar nuestra industria y replantear que, si nosotros creemos que detrás de cada litro hay un productor, una bodega, una botella, una etiqueta, un transporte, no podemos quedarnos a discutir en la retórica que nos lleva año a año a perder litros y productores.
En las bebidas sin alcohol, hay más posibilidades de producción, elaboración y consumo. Como ejemplo España, que ha tomado la delantera y posee cada vez más bodegas que deciden elaborar vinos de baja graduación o 0,0%. Una tendencia en aumento para consumir una bebida sana, noble y con beneficios cardiovasculares y antioxidantes.
Existen hoy equipos que permiten desalcoholizar vinos por vacío a baja temperatura, conservando propiedades y aromas, abriendo así el camino al vino para ingresar a nuevos mercados.
Nuestras oportunidades son amplísimas y podemos ser competitivos y tener objetivos de ganar consumo dentro de numerosos grupos que hoy no nos identifican y podríamos captar su atención. Entre ellos hablamos de aquellos que no consumen alcohol por diversos temas; aquellos que deben hacer dietas estrictas. Países árabes, africanos y asiáticos, con certificación Halal. Jóvenes que hoy están alejados del consumo de vinos. Consumidores en general que desean almorzar o cenar con vino y poder continuar con sus tareas de trabajo o conducir su automóvil sin inconvenientes.
Ejemplos en el mundo abundan como los vinos gallegos del grupo Elvio; los tempranillos Castellanos de Manchego; los tintos de la zona de Valbuena del Duero en Valladolid; blancos de la variedad verdejo; los syrah de la afamada bodega Torres con su marca Natureo. Otras marcas como Aldea, Zero Zero, ya han iniciado este camino con éxito hace varios años. Desde el INV estamos estudiando, junto al equipo de técnicos especializados, todas las alternativas para facilitar este tipo de innovaciones y cambios que contribuyan al incremento del consumo de vinos, manteniendo la genuinidad del producto.
No debemos perder más tiempo. Nuestro deber es ampliar la base de consumo de vino, con o sin alcohol. Es responsabilidad del INV habilitar esta práctica enológica y para ello vamos a repasar todas las resoluciones y generar nuevas, si fuera necesario, para que en definitiva la vitivinicultura argentina continúe ganando mercados y adaptándose a nuevas realidades. Hoy nadie regala nada y en Argentina nosotros no estamos permitiendo elaborar vinos de baja graduación e incluso sin alcohol, que puede significar torcer la realidad de caídas de consumo de vino en un mercado cada vez más competitivo y con estándares de control de alcoholemia cada vez más estrictos.
En mundo del negocio de la sed se agranda, comprime al vino y nos hace creer que nuestro mercado es el de los momentos únicos o de festejos pequeños, complejizando la ingesta, encerrándonos en un nicho de mercado cada vez más chico.
Desde el primer día, este equipo de trabajo del Gobierno nacional, legisladores, gobiernos provinciales, entidades vitivinícolas y hacedores, se fijaron un objetivo común: dejar de perder consumidores, dar la posibilidad a que vinos de baja graduación y sin alcohol sean una solución que debemos trabajar para que, en el futuro, podamos festejar grandes cosechas.
*El autor es Presidente del INV.