Se podría decir que la inseguridad rural es una problemática tan antigua como la actividad agropecuaria en sí. Sin embargo, los productores mendocinos muestran su preocupación por el incremento de los robos y por el uso de la violencia en algunos casos, lo que no solo compromete el patrimonio, sino las vidas de los trabajadores.
Desde la fruta fresca sacada directamente de las plantas (algo que aumenta en esta época del año), pasando por insumos y herramientas, maquinarias agrícolas, equipamiento de riego, hasta dinero en efectivo son los botines más comunes que los delincuentes encuentran en las fincas. Esto ha llevado a los propietarios a aumentar el personal de vigilancia, aunque sin mayor éxito.
Miembros de la Asociación de Productores y Exportadores de Frutas Frescas de Mendoza (Aspeff) expusieron algunos ejemplos recientes en los distintos oasis productivos de la provincia. Por caso, uno de los productores contó: “Tenemos que pedir de forma urgente que las autoridades controlen la salida de fruta en Zapata, San José y Paraditas. En Eugenio Bustos se robaron la fruta de las plantas, por eso ni pensar en dejar frutas cosechadas en bins. Es un desastre, y no hace mucho también se robaron todo el tablero del pozo de bombeo que está con electricidad. Ya estamos hartos. Increíble llegar a eso”.
En Luján de Cuyo tampoco están exentos. “Todas las fincas sufrimos lo mismo. También las bodegas de la zona. La policía no puede hacer nada, los atrapan y a los días están de nuevo robando”, dijo otro productor de Aspeff. En su caso han tenido que poner vigilancia los fines de semana para que el encargado pueda salir y dejar la finca unas horas. “La semana pasada intentaron robar un transformador, sacaron los cables de cobre que pudieron y los perros los ahuyentaron. Pero hace varios meses que no podemos dejar nada sin cuidar. Frutos no me roban porque tengo viña, pero sustraen la tela antigranizo, los herrajes, etc.”, sostuvo el hombre.
Alberto Carleti, productor de frutas de carozo y miembro de la Aspeff y la Cámara de Comercio de Tunuyán, es otro de los afectados por la inseguridad. “Es un tema que viene desde hace un tiempo y que se da en la mayor parte de los departamentos con áreas rurales de la provincia. Lo más común es el robo de herramientas, maquinarias, equipos de riego, material de trabajo en las fincas y, específicamente en esta época, la fruta fresca. Cada vez crece más y, en muchos casos, con violencia”, comentó a Los Andes con preocupación.
Pero no son los únicos. En redes sociales, Florencia Kaiser, productora de duraznos, ciruelas y vino Malbec, como lo describe en su cuenta de Twitter, mostró con una foto de una canasta repleta de fruta el botín que delincuentes intentaban llevarse a plena luz del día de su finca. “Duraznos cosechados por ladrones y recuperados por mí”, sostuvo.
Duraznos cosechados por ladrones y recuperados por mi. Si yo viviera en otro país o este país fuera otro. Que amargura pic.twitter.com/5LjTHt7jQ9
— Flor Kaiser (@FlorKaiser) January 11, 2023
En el caso de la vitivinicultura, sus productores tampoco escapan a esta realidad. Fabián Ruggeri, presidente de Acovi (Asociación de Cooperativas Vitivinícolas de Argentina), dijo que los principales objetivos de los delincuentes son las maquinarias y los pozos de riego. No así las plantas, que todavía no están listas para la cosecha.
Cuánto se pierde por la inseguridad rural
El cálculo de las pérdidas por la inseguridad rural es muy variable y puede cambiar de una finca a la otra. Diego Aguilar, presidente de la Cámara de Cerezas de Mendoza y propietario de una finca de 100 hectáreas de cerezos en la zona de Alto Agrelo, planteó que la delincuencia puede llevarse “entre un 10% y 15%, sobre todo de la fruta primicia, la primera que sale en la temporada y les da más rédito económico a los ladrones”. De todos modos, lo que más le preocupa es que los casos se han recrudecido, con un incremento de la violencia.
“Todos hemos tenido, en mayor o menor medida, algún hecho de inseguridad. El robo de fruta es el más común, pero a algunos les han robado hasta un tractor o los cables de la finca que luego venden como cobre”, detalló Aguilar. En su caso particular, ha llegado a perder una suma millonaria por la inseguridad. “El anecdotario de robos o situaciones sería enorme. El más grande y violento que sufrimos se dio en la finca cuando iban a pagarle a los empleados y se llevaron más de $3.000.000. Pero todos los años es muy común el robo de hormiga de la fruta, herramientas y hasta la tranquera de la propiedad”, declaró.
“Siempre te encontras con puestos de venta ambulante con fruta que sabes que es tuya. Los robos se dan durante la noche, donde los ladrones arrancan directamente las ramas de las plantas y luego la cosechan más tranquilos fuera de la finca. No solo es el robo, también nos destrozan los árboles”, describió Aguilar sobre el modus operandi de los ladrones.
Marcelo Riveira, productor de durazno es otra de las víctimas de la inseguridad. En su caso, las pérdidas por esta problemática podrían alcanzar los 100 mil kilogramos de fruta. Es que como contó, en los últimos días ha encontrado bolsas escondidas en su finca. En principio encontró 20, mientras que la Policía había decomisado 20. “Por lo que estimo, me deben estar robando por lo menos 15/20 bolsas de 40 Kg al día. Si no me equivoco llevan como mínimo 25.000/30.000 Kg robados desde inicio de temporada. Y, como estamos a un tercio de la temporada, estimo que van a pasar los 100.000 kilogramos en mi finca”, detalló Riveira.
Falta de fiscalización
Los referentes del agro mendocino coincidieron en que la falta de fiscalización de la procedencia de la fruta en los puestos de control de lugares claves como Zapata, San José y Paraditas en el Valle de Uco es uno de los principales puntos a mejorar para terminar con la problemática, al menos, del robo de fruta fresca.
En este sentido, todos los vehículos que transportan fruta en fresco y otros productos de origen vegetal deben presentar el Documento de Tránsito Vegetal electrónico (DTV-e), que es la unificación de dos documentos oficiales, el Documento de Tránsito Vegetal (DTV) del Senasa y el remito o guía frutihortícola de tránsito de la AFIP. Tienen valor de declaración jurada tanto para el emisor como para el destinatario.
Se trata de un requisito obligatorio para el tránsito en el territorio nacional, para productos como los frutales de pepita y carozo, algunas hortalizas pesadas, guinda y frutos secos, berries (“frutos del bosque”) y otros productos como el olivo, pimiento, tomate de árbol y la vid, entre otros.
“Entendemos que debería haber un mayor control del DTV-e, porque es una herramienta que permitiría comprobar el origen de la fruta. Esto sigue creciendo porque hay un comercio de los frutales robados. Si se fiscalizara de manera correcta, esto no sucedería”, opinó Alberto Carleti.
Para Diego Aguilar, se trata de un documento que “no está muy bien controlado”. “Creemos que puede ser una herramienta a mejorar para evitar el robo de fruta, al menos. Por ahora, para lo único que sirve es para controlar la facturación”, sostuvo el referente de la Cámara de Cerezas provincial.
Pero los problemas con el control no se reducen al DTV-e. “El problema es que existe un mercado de fruta robada que motiva que la inseguridad suceda. No hay control de la fruta en ruta ni tampoco en el ingreso a los mercados. Esto pasa en nuestra finca de Tupungato. Hicimos la denuncia, vino el móvil policial y lo atacaron a piedrazos”, declaró otro de los productores citados por la Aspeff.