Según los datos relevados por la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), en agosto las frutas y verduras se vendieron en el mercado un valor 5,9 veces superior al que cobró el productor primario. En este contexto, Los Andes conversó con Ricardo Sirotiuk, el nuevo presidente de la Federación de Organizaciones Nucleadas de la Agricultura Familiar (Fonaf), sobre la realidad de los pequeños agricultores en los distintos oasis productivos en la provincia. El referente habló sobre la falta de crédito para producir y la soberanía alimentaria, además de lo que denomina como “el otro campo”.
El 8 de setiembre es el día de los agricultores en Argentina, para festejarlo con la presencia de productores de todo el país, la Fonaf realizó un “feriazo” frente al Congreso de la Nación para visibilizar las problemáticas del sector rural. “Hay productos de diversas variedades que bien pueden llegar a la mesa de los argentinos; somos la soberanía alimentaria. Es muy importante que se conozca”, había señaló con énfasis Sirotiuk, un pequeño agricultor oriundo de Bowen, General Alvear, que hace un mes asumió la presidencia de esta organización federal.
“La Fonaf es una Federación de segundo grado que nació del foro de agricultura, de un desmembramiento de la Federación Agraria, tras el conflicto por la 125. En el 2011, esta organización obtuvo su personería jurídica y empezó a funcionar con muchas promesas de financiamiento”, sostuvo el dirigente mendocino.
- ¿Cómo están trabajando en Mendoza?
- Estamos tratando de recuperar nuevamente a las organizaciones, a las cooperativas... Recién se cumple un mes desde que empezamos a administrar. Tenemos una nueva comisión, con integración federal, donde participan todas las regiones del país. La falta de financiamiento para la producción llevó al desmembramiento y sostén en las mismas organizaciones de territorio.
- ¿Por qué dicen de que son “el otro campo”?
- Porque cuando se nombra al campo no nombramos prácticas, sino sus costumbres, su cultura, su pertenencia. Con el conflicto por la 125, en el año 2008, los medios impusieron la idea de que cuatro organizaciones representaban “al campo” en su totalidad; que representaban todo lo que ocurría en el sector agrario argentino. Nosotros, los pequeños productores arraigados a nuestras tierras, los que comercializamos nuestros productos en las regiones que habitamos, cuidamos los recursos biológicos, la variedad genética de las semillas y animales, mantenemos el acervo cultural y la tradición del hacer, del producir, del sentir, del pensar en los territorios; producimos gran parte de los alimentos que cada argentino lleva a su mesa con un porcentaje muy pequeño de la tierra productiva.
La renta se queda en nuestras comunidades. Quienes nos acompañan en el trabajo cotidiano son parte de nuestra familia, nos vemos cara a cara, nos reconocemos cotidianamente. No lo planteamos como un ellos o nosotros, lo planteamos como la necesidad de reconocer a los actores que hacen a la vida cotidiana de cada uno de los argentinos.
- ¿Para ustedes qué es la soberanía alimentaria?
- Es la capacidad y posibilidad de que cada habitante, cada persona, acceda a una alimentación sana y completa según sus necesidades.
- La aplicación de ley 27.118, ¿cómo impactaría en el desarrollo de las economías regionales?
- Entendemos que podría generar un alto impacto en cada economía regional y también en la nacional. Permitiría organizar la producción primaria de alimentos a baja escala, ponerlos a disposición para su consumo, atender a las necesidades reales de cada región en función de sus características ambientales de suelos y clima, resolver el problema de acceso a tierras, facilitar el acceso a créditos y posibilitar la jubilación de los productores a los 57 años.
- ¿Qué dificultades tienen para poder acceder al crédito para la producción?
-En general los pequeños productores no son sujetos de crédito porque no cuentan con la documentación de las tierras que vienen trabajando desde hace generaciones, por la magnitud de sus producciones y por lo obsoleto, en algunos casos, de sus herramientas de trabajo. Un ejemplo es una política desarrollada por el Banco Nación de facilitar financiamiento a nuestro sector por un monto máximo de $ 100.000 y con un cupo de hasta 5.000 créditos. Eso es insuficiente, tanto en el monto como en la cantidad disponible. Los pequeños productores somos gente de trabajo que necesitamos y solicitamos tener acceso a créditos acordes a nuestra realidad y capacidad productiva.
- Ha mencionado que deben planificar valor agregado para la producción, ¿están trabajando proyectos para conseguirlo?
- Se planifica tener valor agregado. Hoy, si lo llevamos a una fábrica, no sacamos ni para los costos. Si le damos valor agregado y producimos sano, la historia es otra.
- Usted plantea que las políticas agrarias se deben construir desde el territorio, ¿qué aspectos se deberían contemplar para el desarrollo natural de los pequeños productores?
-Las políticas agrarias se deben construir desde el territorio, porque son las organizaciones o los productores quienes saben realmente cuáles son las necesidades que deben satisfacer para producir. Lamentablemente en estos procesos que hemos pasado, parece que las políticas que apuntan al desarrollo del sector se elaboran desde un escritorio y no debe ser así, porque se da financiamiento a gente que no produce. De esta forma, en lugar de lograr un impacto en la producción, los fondos se terminan yendo en otras cosas. Hoy cualquier partido o candidato habla de la producción, pero cuando tienen que conducir o estar al frente de una política para los pequeños productores, la ayuda jamás llega. Cuando quieren implementar un sistema de financiamiento es casi imposible que puedan acceder los pequeños productores.
- ¿Cuál es la realidad de los oasis productivos de Mendoza?
- Perteneciendo a un departamento del sur, veo que en Mendoza están totalmente abandonados los productores de San Rafael y General Alvear. Pensando en años de mucha producción, de un 100% del total de las fincas que había, hoy no se si el 30% está en producción. Esto pasa tanto por la falta de rentabilidad como por la falta de recurso hídrico, que está impactando muy fuerte.
El Departamento de Irrigación está cobrando altos canones anuales por el agua. Antes se regaba cada siete días y actualmente estamos regando cada quince con muchísimas menos horas por turno. Teniendo una capacidad de producción de 10 hectáreas hoy se pueden cultivar tres. Esto está pasando en el sur, en el este y en el norte de la provincia. Creo que hoy, Irrigación está cobrando algo fuera de foco a los productores; es una pelea que por este tema se está teniendo directamente desde las inspecciones de causes. Es importante que Irrigación consiga financiamiento para hacer el riego por goteo, aspersión, piletas… darle un mejor aprovechamiento al poco recurso hídrico que estamos teniendo y aparte con la imposición, que se viene haciendo, sobre la ley de minería. Es un panorama muy complicado que tenemos en la provincia de Mendoza.
-La Fonaf integra a 70 asociaciones intermedias, ¿qué trabajos realizan en conjunto?
-En sus primeros dos años, la Fonaf registró a más de 800 organizaciones. Lamentablemente, con el correr de los años, por la falta de financiamiento que hemos tenido o el poco apoyo de crédito para tantas familias, cooperativas y asociaciones de territorio, no se llegó a cumplimentar con todas las necesidades. Hace un mes que estamos conduciendo la Fonaf y habrá 70 organizaciones reales trabajando con la Federación.
La idea es trabajar en conjunto para fortalecer a las pocas organizaciones que han sobrevivido a todos estos gobiernos; la meta es reconstruir y ser más a nivel nacional. Estamos armando equipos para trabajar en la comercialización de cada provincia.