Con temperaturas bajo cero, durante julio y, fríos que se hicieron sentir ya desde el mes de mayo, este año empezó pronto la parada vegetativa o el reposo para los cultivos en Mendoza, fue entonces cuando se iniciaron las labores de poda y continuarán hasta el mes de agosto, antes de que las raíces entren en actividad y comiencen los denominados “lloros” (savia sobrante).
Al respecto, el ingeniero agrónomo, Alfredo Baroni, señaló que “estamos en pleno proceso de poda”, lo que se produce desde la caída de las hojas y “antes del lloro o la brotación que se da en el mes de agosto”. Se trata de una tarea que requiere de mucho trabajo y es por eso que inicia lo más temprano posible, antes de los primeros calores, para evitar el crecimiento natural de la planta, conducirlo, y aumentar la producción.
“Se ordena la poda, primero se inicia con las variedades que van a brotar antes, como sucede con el chardonnay que brota antes que el cabernet sauvignon, o con frutales como el almendro, que resulta ser más tardíos que un peral o un manzano”, comentó. Entonces, lo ideal es programar la poda lo más temprano posible para encontrar mano de obra capacitada y poder realizar la poda en forma racional, buscando siempre ese equilibrio.
Una buena poda favorece el rendimiento
La poda es fundamental para regular la producción de las plantas y evitar, o disminuir los efectos de la llamada “vecería” o alternancia, que puede tener una fuerte repercusión económica para los productores, especialmente en los frutales que no se ralean, como nogales o ciertos cerezos.
“Uno regula de esta manera la cantidad de frutos que da una planta, por ejemplo, si un árbol da 400 o 500 frutas de esta forma, si se dejara con su crecimiento natural, quizás un año daría muy poco y al siguiente 1.000 frutas chicas”, explicó Baroni.
Pero existen cultivos en los que ralearlos (cortar casi todas sus ramas) es “impracticable” y es entonces que la poda se debe trabajar de forma particular. “En el caso de los frutales como el olivo, el cerezo o el nogal, lo que se hace es conducir la planta y regular así la carga. La poda resulta mucho más gravitante en este caso, como factor para regular la carga”, sumó el profesional.
“La vid es una enredadera, si no se podara empezaría a crecer como una, con los brotes en las puntas. Entonces, la planta se desordena y podría no airearse como debe, juntar humedad, producirse un sombreamiento en lugares en donde no debería y es allí en donde se predispondría a determinadas enfermedades o plagas”, ejemplificó Baroni y reafirmó aún más la importancia de estas labores durante la temporada de reposo de las plantas.
El frío acompaña
La poda es una actividad que requiere de mucha mano de obra, y en algunos cultivos, se trata de uno de los momentos en los que más trabajadores se necesitan en las fincas, incluso en los cultivos mecanizados, se busca que luego los trabajadores repasen las plantas para asegurarse de que todo el proceso se haya realizado según lo previsto.
Todos los años, resulta un desafío para los propietarios de los cultivos el hecho de conseguir trabajadores, pero esta temporada los fríos iniciaron antes, se pudieron iniciar las labores de forma temprana y eso permite programar las labores con tiempo suficiente para que no falte mano de obra.
De acuerdo con Fabián Ruggeri, presidente de la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas (Acovi) “la poda viene normal, según la fecha, viene bien, avanzada, se empezó antes que otros años porque las heladas fueron antes y eso facilitó el avance”.
“Se está consiguiendo mano de obra suficiente, aunque existen lugares más conflictivos, pero en general la mano de obra está y se espera llegar bien a fin de temporada”, resumió.
Asimismo, Sebastián Lafalla, agricultor del Valle de Uco, y ex presidente de la Cámara de Agricultura, Comercio, Industria y Turismo del Valle de Tupungato, destacó que las fincas más alejadas son las que pueden encontrarse con la problemática para conseguir mano de obra.
“Las fincas más cercanas al pueblo consiguen mano de obra más fácil, pero se ha notado una baja, pese a que se han dado incrementos de sueldo altos, cuando la producción primaria no ha actualizado sus ingresos de la misma manera”, comentó.
Ante esta problemática, que lleva ya varias temporadas, Lafalla resaltó que en algunos cultivos, como nogales, se puede mecanizar, pero incluso en las fincas más modernas se realiza una “pasada” con los efectivos de la finca, para completar el trabajo de la “semimecanización”.
Pero las tareas se vienen realizando según calendario y de la misma manera que Ruggeri, Lafalla destacó que el invierno se ha hecho sentir y permite augurar una buena temporada de frutos:
“El año pasado tuvimos un invierno muy benévolo y eso afectó después los rindes, este año venimos con un invierno que empezó temprano, con temperaturas bajas desde mayo y junio y esa acumulación de horas de frío en el Valle de Uco, va a permitir un buen desarrollo radicular para que cuando vengan las temperaturas de la primavera podamos tener una buena cosecha”, comentó.
Así, para poder contar con trabajadores durante toda la temporada, se inicia con los frutales, como duraznos, luego la viña y después los nogales. Esa programación del trabajo se repetirá en la cosecha, que iniciará en noviembre con el ajo, luego papas, frutales (cerezas, duraznos, viñas) y finalmente nogales. “El ciclo natural de las plantaciones va acompañando esa programación”, cerró el empresario.
“Lo que se paga por la poda se arregla en el callejón”
Juan Carlos Aguirre, Secretario General de SOEVA Guaymallén, y Secretario Gremial de la Federación de Obreros y Empleados Vitivinícolas y Afines (FOEVA), recordó que muchas veces, “lo que se paga en poda, se arregla en el callejón, porque existen podas livianas y otras más complejas, y el trabajo es ‘al tanto’-se cobra por el trabajo de principio a fin y no por el tiempo que se dedica a este- entonces es difícil saber cuánto se paga por eso”.
De acuerdo con Aguirre, muchas veces, los mismos trabajadores de la finca cobran un valor extra por ese trabajo, o cuadrilleros llevan personas a las fincas para que “pistoneen” o realicen las labores que sean necesarias, según el tipo de cultivo.
No obstante, para tener un parámetro, un trabajador de viña gana por mes $487 mil -poco más de $240 mil de básico, y el resto ‘no remunerativo’-, y un trabajador de bodega alcanza los $540 mil por todo concepto. “Por eso, actualmente hemos pedido una audiencia con el Gobernador, para que interceda a nivel nacional, y que se tome a la actividad como una excepción, cuando se plantean los aumentos del 4, 5 y 8% mensuales que se destinan a otras actividades”, comentó.
De acuerdo con Aguirre, durante la última paritaria, directamente con el sector privado, y sin intervención del Ministerio, se obtuvo un aumento del 110% que permitió elevar el salario de los trabajadores del sector, pero desde entonces no se ha podido homologar porque se excede de esos porcentajes pactados. “Si no fuera por esos incrementos, estaríamos en $187 mil de básico. Ahora en las paritarias estamos pidiendo $100 mil para junio, $80 mil para julio y $70 mil para agosto, pero las cámaras están pidiendo que se respete el 5% que fijó el Gobierno Nacional”, agregó el delegado gremial.
Principios y objetivos de la poda
El INTA preparó un documento para que esta temporada se tenga en especial consideración por parte de los productores y alertaron sobre los peligros de no realizarla o, por el contrario, hacerlo de forma excesiva.
Los principios generales aquí expuestos, surgen del conocimiento del hábito de crecimiento y fructificación de la vid, como así también, de la forma en que la planta responde a la remoción de alguna de sus partes. Las principales nociones se listan a continuación:
1. La vid fructifica en pámpanos de un año nacidos en madera del año anterior.
2. Los pámpanos que nacen sobre “madera vieja” de dos o más años, denominados chupones, tienen su origen en yemas latentes y pueden ser frutales o no según la fertilidad de estas yemas.
3. Las yemas terminales de un sarmiento en posición vertical, son las que desarrollan mejores pámpanos por razones nutricionales y hormonales (acrotonía e inhibición correlativa).
4. Los sarmientos de mediano vigor son los más fructíferos. Los excesivamente vigorosos y los débiles presentan yemas poco diferenciadas debido a una deficiente nutrición.
5. El vigor de los pámpanos de una planta es inversamente proporcional al número de éstos y a la cantidad de frutos.
6. La capacidad de una planta (producción total de fruto y madera) depende de su actividad fotosintética. Como ésta tiene lugar casi exclusivamente en las hojas del vegetal, resulta que la capacidad está estrechamente vinculada con la superficie foliar.
7. La poda debe adecuarse al hábito de fructificación de la variedad como así también a la capacidad de la planta. Una poda normal y balanceada es aquella que logra la mayor producción de frutos sin provocar el debilitamiento de la cepa.
8. La poda y la producción de frutos, por separado y en conjunto, reducen la capacidad de la planta. Esto es:
a. Una poda “intensa” reduce el número de hojas y como consecuencia, la elaboración de sustancias nutritivas por fotosíntesis.
b. Una producción excesiva de frutos demanda gran cantidad de sustancias nutritivas, disminuyen entonces las reservas que la cepa necesita para alcanzar una brotación, floración y cuaje normales la temporada siguiente.
Objetivos de la poda
– Contribuir a establecer la forma de la planta -según el sistema de conducción elegido- y su posterior mantenimiento a fin de lograr la mayor operatividad y eficiencia en las labores propias del cultivo.
– Reducir el envejecimiento de la cepa mediante la renovación de sus partes.
– Seleccionar yemas fértiles.
– Limitar el número de yemas a fin de mantener el necesario equilibrio entre la producción de frutos y la producción de madera, lo que permitirá asegurar una capacidad adecuada de la planta.
– Distribuir armónicamente las unidades de carga en la planta (pitones y cargadores), según su capacidad (cantidad total de frutos y madera obtenidos), para mantener producciones adecuadas y uniformes en el tiempo.
– Regular el número de brotes y por lo tanto el número y tamaño de los racimos.