Con los números en mano sobre las ventas en mercado interno y externo, referentes vitivinícolas analizaron la performance del sector en este primer semestre de 2021. La pérdida de poder adquisitivo, el acomodamiento de precios y la reacción del los mercados externos, son algunos aspectos a tener en cuenta frente a la nueva temporada.
Los datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) sobre el mercado interno, indican que en los primeros cinco meses del año se vendieron 3.028.913 hectolitros (hl.) de vino, lo que marca una reducción en volumen del 12,4% comparando con 2020. Crecieron los vinos varietales y espumosos (15,5% y 67,5% respectivamente), pero los vinos sin mención varietal cayeron un 22,8% y los “otros vinos” un 12,8%.
En ventas al exterior, con datos de enero a junio, el INV señala una caída en volumen del 15,9%, pero con una facturación un 18% mayor respecto de 2020, con ventas por U$S 432 millones. Esta diferencia entre el volumen y la facturación se da principalmente por la caída del 40% de las ventas de granel y por un crecimiento de 25% de los fraccionados, que tienen mayor valor promedio.
A la hora del análisis, Carlos Fiochetta, gerente de Coviar, consideró que durante el primer semestre la situación en el mercado interno fue compleja por los efectos de la inflación y la pérdida de poder adquisitivo. De todos modos, cree que es positivo que se haya dado una recomposición de los precios de las uvas y el sector esté con un nivel de stock equilibrado.
En cuanto al mercado externo, Fiochetta indicó que el balance es positivo, pero con grises. “Es probable que en el primer semestre de 2021 hayamos exportado unos US$ 490 millones (aún no hay estadísticas definitivas), mientras que en 2020 exportamos U$S 420 millones, pero se dieron caídas de volumen en el vino a granel y en el mosto”, apuntó.
“Creo que es un escenario tan complejo de incertidumbre, que el balance en el mercado externo es positivo y estimo que esto se puede mantener hacia fin de año”, analizó el gerente de la Coviar. Si bien reconoció que la venta en el mercado interno “ha sido difícil”, aclaró que influyen condiciones externas, como la inflación.
Patricia Ortiz, presidente de Bodegas de Argentina, también analizó lo ocurrido dentro del país. “En el mercado doméstico, la curva de consumo que vimos ascender el año pasado sigue, pero más lenta. Crece la botella de precio medio y cae el tetrabrik. La facturación general es menor a pesar de ese cambio”, observó.
Hacia afuera, Ortiz señaló que el vino argentino mejoró su participación del 4,5 % al 5,2 % en el volumen mundial importado. “USA está importando menos vinos y consumiendo más doméstico. A nosotros nos afectó menos en el primer semestre (por eso nuestro crecimiento en participación) pero tuvimos una caída. Por otro lado, el mercado compró de menor precio”, explicó la referente.
Otros ejemplos que mencionó Ortiz son el continuo crecimiento de Reino Unido y la caída de ventas a China, aun cuando se esperaban mejores ventas por su litigio con Australia. “Los graneles, que habían tenido un crecimiento explosivo (en 2020), ahora caen”, apuntó la presidente de Bodegas de Argentina.
La caída en el mercado interno
Al consultar con las entidades vitivinícolas sobre el mercado interno, la mayoría coincidió en que la baja era esperable por la actualización de los precios del vino y la caída del poder adquisitivo en general.
Sergio Villanueva, gerente de la Unión Vitivinícola Argentina (UVA), recordó que se venía de un 2020 con precios muy bajos y un aumento del consumo interno. La mitad de 2021 los encuentra en otra posición: “Se produjo una actualización de los precios, lo cual trajo una situación económica compleja en el primer semestre, con salarios viejos y precios nuevos”.
Aclarando que “es un balance a medio camino, en un momento complejo del país”, Villanueva indicó que se debe hacer un análisis postpandemia y estudiar otras tendencias y posibles amenazas, como los proyectos de ley de tolerancia cero, que “también son un peligro para el volumen de consumo en Argentina”.
Desde el Centro de Viñateros y Bodegueros del Este, su director ejecutivo, Mauro Sosa, opinó que la caída del 12,4% del despacho de mercado interno tiene varios matices: “Una parte se explica por la caída de consumo y la otra, por la falta de vinos para despachar (consumo no es igual a despacho)”.
Sosa destacó que este año no sólo no aumentó el consumo, sino que se dio una caída del poder adquisitivo, cerraron comercios minoristas y se agotaron los stocks vínicos para abastecer al mercado. “El resultado es negativo. Este análisis se verifica en la caída de los despachos de tetra-brik, botellas y damajuana (precios de entrada al consumo)”, apunta.
Además, el director ejecutivo mencionó que en el mercado de traslado en vinos genéricos hay demanda con precios algo tonificados (se espera cierta tensión en los próximos meses), pero que “no compensan” los años de costos crecientes y precios muy bajos pagados al productor/elaborador. En cuanto a los vinos varietales, Sosa analizó que hay demanda de volúmenes y precios módicos.
Eduardo Sancho, presidente de Acovi (Asociación de Cooperativas Vitivinícolas), afirmó que la caída del consumo era “un poco esperable” por dos factores: la recuperación del precio del vino (“venía muy decaído”) y un menor poder adquisitivo de la población.
“Hay que sumarle que en 2020 el consumo fue muy importante debido a que la gente estuvo en su casa, volvió el almuerzo familiar y eso favoreció el consumo del vino. Esto no está afectando sólo al mercado del vino. Han disminuido todas las bebidas, de lo que se deduce que es un problema de poder adquisitivo”, apuntó el dirigente cooperativo.
Un mercado externo con altos y bajos
En cuanto al mercado externo, para Sergio Villanueva el aumento de precios influenció en la caída del granel. “Me parece que han tenido muy buena performance los vinos fraccionados, que han crecido en volumen y sobre todo en facturación. Eso es una buena noticia. Ojalá tenga algún correlato con una baja de retenciones antes de fin de año, cuestión que hemos fundamentado y elevado a las autoridades”, recordó el gerente de la UVA.
En este aspecto, el balance para Villanueva es esperanzador en cierto aspecto, con mucho trabajo por delante y con una vitivinicultura equilibrada en cuanto a volúmenes, existencias, y con un precio del vino que no ha caído: “Sobre esa base se puede construir nuevamente, esperando que las condiciones de la pandemia y del país empiecen a transitar un camino de mayor normalidad”.
En cambio, Mauro Sosa consideró que la caída en volumen del 15,9% también requiere una atención: “Influye la fuerte retracción de las exportaciones del vino a granel que, por razones de disponibilidad y precios del mercado interno, perdió competitividad”.
“El vino fraccionado aumentó sus exportaciones, lo que puede explicarse por el ‘efecto dólar’, pero también por una mayor demanda. Preocupan los problemas logísticos que ralentizan los envíos al exterior. Bajar las retenciones ayudaría a la competitividad”, analizó Sosa. De todos modos, Sosa cree que la falta de envases es un factor limitante de ventas, como también lo será la disponibilidad de agua para riego.
Por su parte, Eduardo Sancho destacó el aumento en facturación al exterior, porque indica que Argentina se coloca con un precio promedio mayor al del año pasado en dólares. “Es un dato positivo para la vitivinicultura”, celebró. Coincidió en la caída del granel, pero lo asoció a la recuperación del precio en el mercado interno y a que el dólar se va quedando respecto de la inflación. “Eso complica la competitividad”, comentó.
“Tenemos factores que no nos ayudan, como retenciones para exportaciones, una locura. Nos contestan que hay reintegros, pero eso es una devolución de impuestos que hacen todos los países serios”, sostuvo Sancho. El presidente de Acovi recordó también la falta de acuerdos a nivel internacional, mientras que competidores como Chile y España venden a otros mercados con arancel cero.