El paso de los años es algo inevitable. Ninguno de nosotros puede escapar del tiempo y sus consecuencias: la vejez. A medida que pasan los días, todos vamos envejeciendo un poco. Algunos lo llevan bien y lo aceptan; otros, por el contrario resisten sufriendo las consecuencias de la gerascofobia.
La Gerascofobia no es ni más ni menos que el miedo a envejecer. Se presenta como una fobia, un temor incesante a perder el estilo y la imagen con el paso del tiempo. Tal como comienza a analizar la psicóloga cognitiva conductual, Sara Laguna, “como toda fobia, es un temor irracional que afecta la calidad de vida de la persona que la padece provocando ansiedad extrema hacia el estímulo temido”.
En el caso de la gerascofobia el estímulo temido será envejecer. “La persona con este trastorno se horroriza, o sea siente verdadero pánico con los cambios físicos que sufre debido al paso de los años”.
Constantemente estamos rodeados de imágenes de perfección y belleza. Ni hablar también, de extrema juventud. Cuando un personaje “entra en años” se lo tilda de viejo y, por lo tanto, obsoleto. Esto ocurre en cualquier escenario social: vemos a una mujer joven y es sinónimo de belleza, la vemos diez años después y decimos que está arruinada y por lo tanto, fea. Nuestro mundo está obsesionado por la imagen de belleza y el prototipo de juventud.
Lo cierto es que, nadie quiere verse viejo, no solo por las arrugas y canas que comienzan a aparecer, sino, por las capacidades físicas e intelectuales que vamos perdiendo a medida pasa el tiempo.
Y, si bien envejecer forma parte del proceso natural de la vida, hay un colectivo de personas que no se llevan bien con esta idea y es ahí cuando aparece la gerascofobia. Estas personas “sienten que ven pasar los años sin haber cumplido los objetivos que se habían marcado.
Sin haber alcanzado sus metas vitales”, cuenta la psicóloga consultada.
Asimismo, Laura García, enfermera, comenta que “esta etapa de la vida suele ser vista de una manera muy complicada para algunos. Sienten que esos años dorados se les escapan de las manos y quieren retenerlo de alguna manera”. Si bien puede darse tanto en mujeres como en hombres, “es verdad que suele ser más habitual en la mujer”, afirma la psicóloga.
Esta fobia suele ir acompañada por “conductas narcisistas”, aclara Laguna. Las mujeres que en su juventud se vestían de manera extravagante o dependían de su imagen, en la adultez se ven o sienten feas, mal y veteranas. Estas miradas, a veces, desencadenan el deseo desesperado de realizarse operaciones estéticas. “Sucede con mujeres que tienen entre 38 y 47 años que llegan a consultas por operaciones que tienen que ver con rejuvenecimientos diversos como los liftings faciales y liposucciones, entre otras”, comenta García.
La Gerascofobia, depende mucho también, “del contexto de sociedad en la que se viva”, analiza Laguna, pues, vivimos influenciados por el mundo que nos rodea, y todo lo que se manifiesta en él –para bien o para mal- repercute en nuestros modos de ver y tomar la vida.
Según dice la psicóloga, “la misma sociedad nos impone esta fobia, y en las mujeres en especial lo está asignando todo el tiempo. Y es a ellas a las que se les habla: ‘tenés que ser joven, linda, delgada y si no sos así, sos rara. No entrás en esos cánones de belleza y debes ser apartada por la sociedad’. No del todo, pero si en parte” reflexiona.
Asimismo añade que esta fobia “puede - no siempre- empezar a desarrollarse a mediados de los 30 años cuando la mujer empieza a ver signos de la edad como las arrugas, canas, o las patas de gallo”.
- ¿Cómo se manifiesta?
“La gerascofobia, como bien dice la palabra, es una fobia por lo que se manifiesta con una gran ansiedad y un miedo irracional hacia lo temido, o sea, hacia envejecer y por lo tanto, verse envejecer. La ansiedad tienen un triple sistema de respuesta, “se manifiesta de tres maneras diferentes: por vía cognitiva -con los pensamientos esa persona que se mira al espejo y se dice estoy muy gorda o muy fea o cada vez más vieja nadie me va a querer-, luego síntomas fisiológicos -como dolor de cabeza, malestar estomacal, sudoración, sequedad de boca, problemas en la piel- y, luego, las conductas motoras -la típica persona que no puede quedarse quieta un momento”.
Y, obviamente, este trastorno puede tener sus consecuencias psicológicas. “Y eso va a ocurrir cuando se transforme en algo patológico.
De alguna manera u otra, todos tenemos ansiedad, y la misma es una emoción adaptativa que nos ayuda a adaptarnos al medio. El problema aparece cuando la ansiedad se vuelve patológica y dificulta nuestra tareas del día a día, y se inmiscuye en todo lo que genera que no podamos continuar con nuestra vida”argumenta la profesional.
Esta problemática presenta consecuencias importantes. Una de ellas son las relacionadas con el mundo social, ya que al ser una ansiedad y al transformarse en algo patológico se tiende al aislamiento.
“Por ejemplo la persona no se junta con nadie porque cree que no la quieren porque es vieja, o, caso contrario, aquellos que se visten o actúan de manera poco común para su edad y terminan quedando de lado también”.
Otra consecuencia que también apunta Laguna respecto a esta fobia está relacionada con el mundo sentimental: “este este caso pueden darse roces en la pareja, pues quien sufre esta fobia no va a permitir que su compañero la mire o toque. Va a reducir todo contacto físico.
Por lo tanto todo esto cambia y repercute en la sexualidad de la mujer.
Lo curioso es saber que esta no es una fobia nueva, sino que siempre ha estado ahí. Todo el mundo desde siempre ha tenido miedo a envejecer, o a temido a morir.
“Pero, ahora, la sociedad incita a las mujeres a que no deben ser viejas ni estar fuera de lo meramente estético. El problema de toda ansiedad es que los pensamientos están inmiscuyéndose dentro de las conductas y emociones. Y si nuestros pensamientos son de una determinada manera, vamos a sentir de determinada manera”.
El desafío es poder animarse a pedir ayuda para ver en el paso de los años, la dicha de vivir la vida con la mayor plenitud que se pueda. Buscar ayuda para esta fobia resulta vital.