Green book: la gran dosis sensible para el Oscar

A casi una semana de la entrega de los premios de la Academia, se estrena en Mendoza este hermoso filme que compite a Mejor Película.

Green book: la gran dosis sensible para el Oscar
Green book: la gran dosis sensible para el Oscar

Dejemos de lado el lugar común en el que los periodistas suelen colocar al inmenso actor que es Viggo Mortesen, durante los días de entregas de premios: su amor por el fútbol, la camiseta del 'Cuervo' y el mate que a veces lo acompaña.

Es hora, sí, de acabar con esa imagen de simpaticón algo aparatoso que le hemos adjudicado desde la prensa, a este hombre que tiene créditos para ganar el Oscar 2019 y mucho más. Es que Mortensen apuesta a películas que otras estrellas del alto mainstream jamás considerarían (como "Jauja", del argentino Lisandro Alonso); tiene una versatilidad en la construcción de sus personajes que no surge de las transformaciones físicas desaforadas a que suelen recurrir los oscarizables, sino que es fruto de la profunda indagación en su trabajo y sus técnicas (basta mencionar a "Una historia violenta" o "Promesas del Este" para constatarlo); habla siete idiomas, algo que queda probado en este filme que lo tiene como protagonista; es poeta; músico; fotógrafo. ¡Vamos!: es un tipo cultísimo al que el papel del "freak de la ceremonia del Oscar" le queda más que chico.

En "Green book", Viggo vuelve a poner en evidencia estas afirmaciones; en la pantalla y nuestras narices. Su personaje, Tony Lip, un italoestadounidensede la pesada del Bronx durante los '60, y la época de segregación racial en Estados Unidos, es de una complejidad y espesura extraordinarias. De hecho lo hermoso del trabajo es que, cuando la composición del personaje parece que va a caer en el estereotipo del matón de mano de plomo y gatillo fácil, Viggo le asesta un viraje sutil y humano que lo aleja de esa maqueta. Destreza notable.

Por este rol el actor está nominado como Mejor Actor junto a Rami Malek (el imitador de Freddy Mercury), otro grande como Christian Bale, Bradley Cooper, y un referente como Willem Dafoe.  Nos parece justo, justísimo, que el próximo 24 de febrero sea Mortensen el que suba al podio a recibir la estatuilla que le ha sido esquiva por este gran trabajo interpretativo (antes estuvo nominado por "Promesas del Este" y "Capitán fantástico").

Dicho todo esto sobre el actor, hay que decir que "Green book" no es solo la presencia arrolladora y adorable de Mortensen. Es también una buena película. De esas destinadas a comerse las taquillas y de esas también que, los que amamos el cine, le agradecemos a la industria: con sus objetivos de negocio bien marcados, pero no por eso una fórmula sin nada de alma ni cuerpo.

Su director, Peter Farrelly -un tipo que sabe de comedias incómodas, descarriadas e irreverentes como "Loco por Mary" o "Amor ciego"- es el que se apunta el crédito en este filme que tiene muy buenas intenciones, mucha sensibilidad en la relación entre sus protagonistas, pero también bastante de previsibilidad narrativa.

"Green book" (libro verde) hace referencia a una guía que se utilizaba para marcar en la geografía del Estados Unidos más racista, aquellos hospedajes y lugares públicos que estaban destinados a los negros -por supuesto, separados de los blancos-. Y viene a cuento en esta historia porque el personaje de Mortensen,  Tony Lip, se convierte en chofer del pianista Don Shirley (Mahershala Alí), un virtuoso negro y famoso pero despectivo artista, que cranea una gira por los territorios más racistas del sur estadounidense.

Como chofer de Shirley, Lip recibe el librito en cuestión y tiene, además, que cuidar a su jefe de la barbarie blanca durante todo el recorrido.

Lo noble de la película no viene de su trama que, como apuntamos, tiene sus dosis de previsibilidad y ese tono aleccionador que tanto le gusta a Hollywood, sino de la lupa que se pone sobre sus dos protagonistas.

El tandem de actores se come la pantalla y las situaciones, y nos entrega momentos dulces, otros pícaros y divertidos, otros más reflexivos y de contexto, otros tristones y melancólicos.  Además, no solo Mortensen tiene el crédito suficiente para el Oscar sino también su compañero Alí, que le hace la segunda con una solvencia y elegancia notables.

Y sí, aunque es inevitable asociar a "Green book" con la ganadora del Oscar "Conduciendo a Miss Daisy", de Bruce Beresford, aquí hay otra tela para cortar. Pues la película de Farrelly se vale de las poderosas armas de la road-movie para ganar el corazón de las almas sensibles.

Las dotes como narrador fílmico de Farrelly, que dejó en su pasado los riesgos de la irreverencia, nos permiten disfrutar de esta película aún en sus momentos obvios. Es que los encuadres y decisiones fotográficas, más los apuntes sonoros necesarios para contar la historia de un músico genial, son buenos aliados de la dirección de actores que, claramente, es la que lleva el peso en este entramado cinematográfico.

Si "Green book" no estuviera tan inflada en la publicidad de camino al Oscar, las expectativas no quedarían defraudadas porque es de esas películas chiquitas pero queribles que fluyen con pregnancia.

Hay también momentos deliciosos, complicidades necesarias y una espesura en la comprensión de los personajes (por parte de los actores pero también del director) que le hacen muy bien a la película y a la trama. ¿Éxito de taquilla?, seguro. Merecedora del Oscar como Mejor Película: para nada.     

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