Enorme triunfo del Celeste en el Serpentario y frente a un rival que pelea por la clasificación. Peleando en todos los sectores, exprimiendo al máximo sus virtudes y maquillando errores, Gutiérrez aprovechó el solitario gol de Juncos para salir del fondo de las posiciones y dejar a Desamparados masticando bronca.
Las condiciones acerca de cómo se iba a jugar el encuentro no fueron pautadas por el local. Más bien fue Gutiérrez quien decidió cómo y de que manera se tenia que llevar el ritmo del juego. La movilidad del mediocampo Celeste, con Capurro y Díaz para la circulación de balón y con Vélez y Dávila para meter, fueron el detalle que permitió un mejor arranque de la visita. Desamparados, sin poder encontrarse con el balón, lanzó más de lo que asoció y se sintió incómodo pese a su obligación de protagonismo.
Sin embargo, las dos chances más claras fueron para el Víbora. Es que Bolado armó un once sin un 9 definido y así no hubo referencia en la cual apoyarse cuando se llegó "a las barbas" de Perelman.
El Pipi Silva, con una volada magistral, le tapó el primero a Farias y luego el propio delantero cabeceó apenas desviado un córner de Ereros. Igual, y pese a la peligrosidad de estas, Gutiérrez no fue atropellado ni mucho menos. Dejó una mejor imagen que en juegos anteriores y se fue al descanso optimista.
Para el complemento hubo un retroceso de parte de la visita que permitió un crecimiento del local que no fue tal. ¿Por qué? Porque Desamparados tuvo dominio territorial pero no logró inquietar. Y Gutiérrez, agazapado, metió una estocada mortal aprovechando la expulsión de Sottile. Emmanuel Díaz metió un pase entre líneas para que Juncos ajusticiara a Perelman y desatara el delirio celeste. De ahí en más fue a buscarlo el Víbora. La pelota parada fue su arma, frente a la imposibilidad de romper el cerco defensivo de Gutiérrez. Y el tiempo de consumió con los mendocinos defendiendo con uñas y dientes la ventaja que lo sacó del fondo de la tabla.