Hito de la humanidad: a medio siglo de los primeros pasos del hombre en la Luna

El 20 de julio se cumplirán 50 años de un gran salto para la Humanidad: arribar a nuestro satélite natural.

Hito de la humanidad: a medio siglo de los primeros pasos del hombre en la Luna
Hito de la humanidad: a medio siglo de los primeros pasos del hombre en la Luna

Hace 50 años (precisamente el 20 de julio de 1969, aniversario que se cumplirá el próximo sábado), comenzaba una de las epopeyas más grandes de la historia de la humanidad. Tres astronautas eran lanzados hacían nuestro satélite natural, y apenas unos días más tarde, dos de ellos se convirtieron en los primeros humanos en caminar en un cuerpo celeste distinto del que nos vio nacer.

Sólo algunos entusiastas del programa espacial le prestan atención a este aniversario, que muchos han olvidado, u otros, en una demostración de que la evolución es un camino de idas y vueltas, lo niegan con un tinte conspiracionista.

Evento evolutivo

El vuelo del Apolo 11, visto retrospectivamente, fue un evento evolutivo que sólo puede ser comparado al momento en el que el primer anfibio se asomó del agua, y dio sus primeros pasos en tierra firme. Desafortunadamente, esto lo podrán apreciar los historiadores del futuro. Posiblemente, la historia está demasiado fresca para poder apreciar lo que este hecho representó para la humanidad.

La carrera espacial, llevada a cabo como una guerra de ideologías, como una batalla de ciencia y tecnología entre dos superpoderes rivales, comenzó con la puesta en órbita del primer satélite artificial de la Tierra, el Sputnik 1 (1958), y culminó once años más tarde, con el primer alunizaje de Apolo 11. Todo bajo la constante amenaza del holocausto nuclear, que gracias al fin de la Guerra Fría entre la Unión Soviética y los Estados Unidos a inicios de los años '90 se convirtió en un temor del pasado.


Los seleccionados . De izquierda a derecha, Michael Collins, Neil Armstrong y Buzz Aldrin | Gentileza / NASA
Los seleccionados . De izquierda a derecha, Michael Collins, Neil Armstrong y Buzz Aldrin | Gentileza / NASA

Hoy, cuando las empresas privadas están rápidamente ocupando las posiciones que la NASA mantenía en la órbita baja terrestre, dejándole a la agencia espacial tiempo y presupuesto para planear su regreso a la luna y a Marte, nos preguntamos qué significó, con esos modestos elementos tecnológicos, el poder alcanzar nuestro satélite natural, “alunizar” y regresar a doce congéneres que la visitaron y exploraron entre 1969 y 1972. Con una computadora miles de veces más sencilla que cualquier teléfono celular de hoy, y con una serie de instrumentos de navegación con los que hoy no nos animaríamos a cruzar una ciudad desconocida, los astronautas de Apolo 11 alcanzaron la luna y volvieron para contarnos sobre ella.

Esa epopeya científica y tecnológica del siglo XX, que hoy recordamos, abrió las posibilidades a miles y miles de descubrimientos, que mejoraron la vida aquí en nuestro planeta, y además nos mostraron, en forma clara e incontrastable, la fragilidad de nuestro planeta natal, y la necesidad de su protección y cuidado.

Lentamente, pero inexorablemente, esa Tierra que nos vio nacer, nos está quedando chica. Como decía el pionero de la cosmonáutica teórica rusa, Konstantin Tsiolkovsky (1857-1935), "La tierra es la cuna de la humanidad, pero el hombre no tiene por qué permanecer toda su vida en la cuna". 

Los recursos terrestres se están acabando, mientras que, en el espacio, son inagotables.

Y casualmente o no, se nos empiezan a acabar justo cuando los humanos adquirimos las herramientas tecnológicas para explorar el cosmos.

Esas primeras huellas de Neil Armstrong (1930-2012) y Buzz Aldrin (1930) en la Luna, que permanecerán inalteradas por millones y millones de años, quedarán para las generaciones futuras como testimonio de los iniciales y tímidos pasos del ser humano en el comienzo de la conquista del espacio. Habrá quien piense que estoy escribiendo ciencia ficción, pero el tiempo será testigo de que el destino inexorable del ser humano está en el espacio (el tercer cosmonauta de aquella misión fue Michael Collins, 1930).

Más allá de las dificultades que existen en cada país, dificultades que parecen magnificadas en el nuestro, y que a veces nos nublan el horizonte, el mundo seguramente se encamina hacia la dependencia del espacio. Y su conquista, valiéndonos de la utilización progresiva de los recursos energéticos y de materiales ya escasos en la Tierra, va a ser la llave para continuar nuestro camino de evolución hacia el futuro. Por eso, nombres como los de Armstrong, Aldrin y Collins, pioneros del vuelo del Apolo 11, serán recordados hasta que exista registro de la historia humana, como quienes abrieron el camino para los que los seguirán en la permanente evolución de nuestra especie.

Perfil

Pablo Gabriel de León nació en Cañuelas, provincia de Buenos Aires. Es ingeniero espacial y dirige el Laboratorio de Vuelos Espaciales Tripulados del Departamento de Estudios Espaciales-Universidad de Dakota del Norte. También es investigador externo de la NASA.

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