Partí a USA en un plateado avión de American Airlines. Lo hice desde Mendoza vía Chile con escala en Miami donde abordé la conexión a Los Angeles, mi destino final.
Me alojé en un hotel que estaba en la zona de Inglewood donde se encuentra el Great Western Forum, templo del basket mundial donde los míticos Lakers de Magic Johnson y Kareem Abdul-Jabbar maravillaban con su juego en la década de 1980. Hoy comparten cancha en el Staples Center junto con los Clippers, su rival en el derbi local.
El calor seco de California en pleno verano, muy similar al mendocino, no daba respiro. Comencé el recorrido en el Downtown que está poblado de altos edificios de oficinas, centros comerciales y hoteles. Bajé al Dorothy Chandler Pavilion donde se realizó la entrega de los premios Oscar hasta 1999.
Actualmente se celebra en el Kodak Theatre. Camino a Beverly Hills pasamos por Century City donde destaca el Fox Plaza, un edificio de 35 pisos donde funcionan las oficinas centrales de la 20th Century Fox. Allí se filmaron varias películas. En la primera Duro de matar con Bruce Willis el rascacielos se llamó Nakatomi Plaza en la ficción.
También aparece en El Club de la Pelea con Brad Pitt, en Cabezas huecas con Brendan Fraser y en la serie Padre de Familia.
En Beverly Hills caminé rodeado por las lujosas tiendas de Rodeo Drive y pasé por el Hotel Beverly Hills Wilshire donde rodaron Mujer Bonita. Inolvidable la toma donde Julia Roberts deslumbra a Richard Gere con sus interminables piernas cuando el detiene su Lotus.
Para seguir en onda cinematográfica fui a Hollywood, a treinta minutos del Downtown. Pasé por los grandes estudios y esperaba ver de cerca el archiconocido cartel HOLLYWOOD en letras blancas sobre la colina Mount Lee pero solo se aprecia a la distancia en el Griffith Park.
Circulé por el paseo de los famosos en Hollywood Boulevard donde los artistas tienen su estrella rosa sobre la vereda de granito negro. Cuando llegaba al Teatro Chino vi una multitud que se dispersaba lentamente. Apuré el paso y supe que hacía solo media hora Arnold Schwarzenegger acababa de dejar sus manos y botas marcadas en la vereda del teatro. Su baldosa estaba vallada y en el cemento fresco se leía la frase de Terminator: I´ll be back. Si hubiera lleagado unos minutos antes lo hubiera visto en persona.
Sin despegar la vista del suelo y con cada tranco que daba pisaba a un famoso inmortalizado en el concreto: Sinatra, Nicholson, Gable, Monroe, Astaire, Pacino, Cruise y siguen las firmas.
Al otro día cometí el error de intentar llegar a la playa a pie. Los Angeles es una de las urbes más extensas del mundo y todo se hace en coche. Nadie camina. Es todo calles interminables y autopistas.
Una ciudad impersonal. No me gustó. Rodeando el aeropuerto veo que una parte del freeway se interna debajo de la pista. Literalmente te aterriza un Jumbo encima de la cabeza.
Tras dos horas de caminata agotadora llegué al borde del Océano Pacífico deseoso de zambullirme en sus olas. Me lancé de repente y el agua helada paralizó mi respiración. Una desilusión.
Bañarse aquí es un sufrimiento, no un placer. Tal como ocurre en la playa de Reñana, por ejemplo. Fui hasta Marina del Rey. Los famosos fondean aquí sus yates y veleros con los cuales hacen escapadas de descanso a la cercana isla Catalina. En esas aguas se ahogó la actriz Natalie Wood en 1981 cuando paseaba en su yate junto a su marido Richard Wagner y el también actor Christopher Walken. Una muerte rodeada de misterio hasta nuestros días. Junto a Mariana del Rey está Venice Beach donde se filmaba la serie Baywatch pero no vi a Pamela Anderson por ninguna parte. La gente anda en bici, rollers, trota, toma sol y juega al basket. Es la capital del cuerpo sano donde la imagen corporal es fundamental para ingresar al mundo del cine.