Las audiencias del streaming no paran de deglutir. Lo que sea. Eso sí: rápido, mucho, y que venga nutrido de sangre, asesinatos, misterios insondables u oscuros asuntos ligados con el sexo y las psicopatías.
Sí: la pulsión inconsciente y primitiva que todos tenemos, y nos invita a convertirnos en vouyeristas del mundo ajeno está en su pico más alto.
Tal vez por ese motivo es que la novela sobre Luis Miguel y "su vida", sin ningún brillo televisivo (más bien con los aires de un culebrón cualquiera de Televisa), y que fue urdida como un gran plan de relanzamiento de la carrera del cantante, no para de conseguir visionados en Netflix. De hecho, ahora lanzaron la "banda sonora", que son las mismas canciones que ya editó el mexicano pero cantadas por el actor Diego Boneta, que hace de él en esta ficción.
Tal vez por esa pulsión que nos motoriza, también la plataforma estrena de manera ininterrumpida cientos de series criminales de toda procedencia: Francia, Islandia, Inglaterra, Estados Unidos y más. Todas tienen "rating", aun cuando no ofrecen ninguna interesante novedad al género: los aires extraordinarios de "The killing" o "Trapped" no abundan, precisamente.
Tal vez por eso los documentales se suman de a varios por semana en ese streaming. Y los temas que más “interesan” son: sexuales, de asesinatos misteriosos y biópics donde se pueda detectar una “vida oscura”.
Entre ese mar de historias ajenas hay muy pocas que valen oro como producto fílmico: “What’s happened Miss Simone”, “La sal de la tierra”, “The staircase” o “Wild wild country”, y no mucho más.
Ahora pues, en esta fiebre por entregar capítulos a ser consumidos en maratónicas sesiones de quemazón cerebral (acertadísimo el chiste de Lucrecia Martel al decir que las series han llegado para salvar matrimonios), empezó otra línea de producción en gran escala que son “los problemas ligados con la discriminación y la adolescencia”.
En este segmento se enrolan la muy buena serie "Atypical", la pésima "13 reasons why", la interesante experiencia de "The end of the fxxxing world" y esta nueva "Insatiable", que acaba de estrenar Netflix el viernes.
Más yanki, imposible
"Insatiable" se convirtió en "polémica" en las semanas previas a su estreno (ya sabemos que esta palabrita tiene su atractivo ante tanto título dando vueltas) porque se centra en la historia de Patty (Debby Ryan), una chica marginada en la escuela por su obesidad. La víctima de bullying tendrá su venganza cuando, por una agresión, adelgace a la fuerza.
De ahí en más, Patty no cejará en los 12 episodios de la primera temporada en su objetivo de devolverles la misma moneda a aquellos que la violentaron.
Pues, más allá de la juntada de firmas de quienes consideran que la serie se burla de la gente por su peso, "Insatiable" vale poco como producto audiovisual, muy poco.
Es que el envío es un compendio de situaciones que se quedan a mitad de camino entre el humor negro o la ironía, sin lograr que la trama se encauce decididamente hacia esos territorios.
Los guiones escritos por Lauren Gussis, Danielle Hoover, David Monahan, Jace Richdale, navegan en un tono que liga a este producto con las películas de clase B para la televisión estadounidense: no hay manera de despegar a esta serie de films como la horrenda "Por siempre Britney".
“Insatiable” busca desesperadamente la manera de zafar de los clichés con una fórmula que no funciona y la encarrila nuevamente en aquello de lo que quiere librarse.
Los personajes son insulsos, los conflictos inconsistentes, la puesta bizarra y lo que se propone como originalidad termina siendo solo “raro”, amorfo.
Así, el mayor problema de "Insatiable" es que no puede hacerse cargo de lo que intenta contar: los conflictos sociales que genera la exclusión y el acoso. Y no puede hacerse cargo porque no encuentra cómo ironizar sobre ellos. Es que en estas lides, si no hay inteligencia y sutileza para crear personajes y situaciones, lo demás es hojarasca.
La ficha
"Insatiable"
Dirección: Andres Fleming, Lev. Spiro, Maggie Kiley. Con: Debby Ryan, Christopher Gorham.
Canal: Netflix.
Calificación: mala
