La asunción del nuevo ministro de Seguridad en la provincia pone nuevamente en el tapete un tema muy caro para las expectativas de la sociedad, que instala al problema dentro de sus prioridades, junto a la inflación o a la corrupción, en este último caso en el nivel nacional. De allí que el reclamo de soluciones sea permanente y alcance no sólo al Gobierno, sino también a la clase política en general.
Hay un hecho que es necesario destacar. La gran mayoría de los turistas que arriban a Mendoza, especialmente aquellos que llegan desde la Capital Federal o el Gran Buenos aires, coinciden en destacar que somos una provincia "tranquila", donde se puede transitar por el centro de la ciudad hasta altas horas de la noche o sentarse sin problemas en un café de la Peatonal o de la Arístides. Pero no es menos cierto que, fuera del radio céntrico, la situación varía sustancialmente y los robos, asaltos y delincuencia común están a la orden del día.
No somos, entonces, ni la Capital Federal, ni el Gran Buenos Aires, ni Rosario, pero tenemos nuestros problemas y debemos atacarlos con la seriedad, responsabilidad y celeridad que la situación requiere. No se puede hablar tampoco de que desde el Gobierno se haya desconocido el problema, durante las últimas gestiones, con sus más y con sus menos. Ni tampoco se puede señalar que la dirigencia política -representada en los bloques legislativos- haya deslindado su responsabilidad, ya que, además del funcionamiento permanente de una comisión Bicameral de Seguridad, existen numerosos proyectos presentados en la búsqueda soluciones.
No obstante, la llegada de fin de año, el reclamo policial, el incremento salarial logrado y las exigencias que han comenzado a plantear los gremios, especialmente los estatales por alcanzar porcentajes similares de aumento a los de la policía, han derivado la atención de la ciudadanía hacia otros aspectos.
También preocupa -y mucho- la inflación, esencialmente por lo que está sucediendo en los últimos días y que anticipa un verano "caliente"; especialmente a partir de febrero, cuando comiencen las discusiones paritarias en las distintas actividades laborales. Y si hacemos mención a las temperaturas, no se puede dejar pasar lo que está sucediendo en el conurbano bonaerense y en gran parte de la Capital Federal, con los cortes repentinos de electricidad porque el sistema se encuentra colapsado. Situación que podría afectar también a Mendoza en un futuro no muy lejano si tenemos en cuenta que el del país es un sistema interconectado.
Pero por pensar en esos problemas, que también son importantes, podemos dejar de preocuparnos por lo que ocurre con la inseguridad. Desde el Gobierno nacional se sigue insistiendo en que lo que existe es una "sensación de inseguridad", triste frase acuñada por el ex jefe de Gabinete y actual senador nacional Aníbal Fernández, mientras por otro lado también se asegura que no hay inseguridad, sino la repetición durante días de un hecho grave en los medios "opositores" como señalara en su momento la propia Presidenta de la Nación.
Debemos insistir en que, si bien no somos una isla, los problemas de inseguridad en la provincia subsisten y deben ser considerados por quienes tienen la responsabilidad de gobernar o de representar a la ciudadanía en las cámaras legislativas. El anuncio de la adquisición e instalación de 600 nuevas cámaras de seguridad es importante, pero hay que seguir trabajando.
Esencialmente porque en la gran mayoría de los delitos que se cometen contra la propiedad, los afectados suelen ser severamente agredidos -y en algunos casos hubo pérdidas de vidas humanas- porque los delincuentes han perdido también todos sus valores.
Inseguridad, el gran flagelo a erradicar
Si bien felizmente en Mendoza no se produjeron las sublevaciones y saqueos que sí aparecieron en otras provincias del país, no es menos cierto que los problemas de inseguridad siguen siendo muchos y crecientes. Por ello debe lucharse para su erradicación
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