Son muy unidas y se estimulan la una a la otra. Para ellas es un plus tenerse y dentro del equipo argentino aseguran que "eso marca una diferencia". "Nos acompañamos en los entrenamientos, en las peleas, nos alentamos y ayudamos para corregir cosas y mejorar", contó la menor. Desde la cuna son así. Inseparables. Dayana abrió el camino al ganar en casa la primera batalla contra sus padres para poder dedicarse al boxeo. Y "la Monito" la siguió, guiada también por ese ADN boxístico que llevan los Sánchez.
Si bien se iniciaron en el boxeo por la trayectoria de su padre, boxeador en la década del ‘80 y ‘90 y entrenador, el gran forjador de ambas es Virgilio Arauz, un guía desde hace muchos años, más allá de que las hermanas pasan mucho tiempo en Buenos Aires entrenándose bajo las órdenes de Mariano Carrera y Fabricio Nieva, los técnicos de la selección nacional de “Las Toritas”.
En 2010 el Ministerio de Desarrollo Social de Córdoba les otorgó una casa a medio construir en el barrio Juan Pablo Segundo, que gracias al esfuerzo de ellas mismas y de su mamá hoy está terminada y amoblada. "Todo lo que fuimos ganando en el boxeo con mi hermana lo invertimos en la casa, que se la regalamos a mi mamá en agradecimiento por todo lo que hace por nosotras", cuentan. El amor que tienen por María Rosa, su mamá, esconde un paño oscuro y doloroso: desde hace 8 años decidieron cortar relación con su papá Hugo por los graves problemas de adicción que padece y los reiterados hechos de violencia que sufrían. "Su adicción lo destruyó. Era un excelente padre, pero eligió las drogas, el alcohol y las malas compañías antes que su familia", cuenta con voz entrecortada, Leonela. "Hicimos todo para sacarlo de esa mala vida, pero no se dejó ayudar. Nos llevó al límite de elegir entre nuestras vidas o la suya. Era insostenible la situación".
Son Leonela y Dayana Sánchez, quienes están haciendo historia en estos Juegos Panamericanos. Leonela, para todos 'La Monito', se convirtió el jueves en la primera boxeadora nacional en conseguir una medalla de oro. Si bien es la menos conocida para los argentinos en el mundo femenino amateur, es tal vez la boxeadora de la que se depositan más esperanzas o la que despierta más proyección pensando en Tokio 2020.
Durante mucho tiempo compitió en la división de 54 kilos, pero ahora, con la apertura de la categoría de 57 kilos, se catapultó como una de las mejores exponentes en el cuadrilátero en ese peso. De hecho, a partir de los próximos Juegos Olímpicos, esta categoría será incluida en el programa. Está considerada en el mundo AIBA como una de las mejores cinco boxeadoras en el mundo dentro de los 57 kilos.
Entre sus últimos logros, viene de ser bicampeona nacional en el Campeonato Nacional Amateur de mayores, además de titular continental: en el clasificatorio para estos Juegos Panamericanos que se disputó en Managua obtuvo la medalla dorada. Les ganó a todas, incluso a la brasileña con la que combatió en esta definición por la medalla dorada.
Leonela es una boxeadora estilista, muy buena técnicamente. Posee un boxeo fino y, cuando puede lucirse, no desaprovecha la chance. Aunque atención: si se tiene que prender en la guerra, en ese toma y daca para el intercambio de golpes, no le huye al reto arriba del ring. Por lo general, suele ganar sus peleas demostrando coraje y sin retacear sus pinceladas de talento, como pasó allí mismo en Lima.
Las dos son muy apegadas y Leonela cumple el típico papel de hermana menor: es la más desfachatada, la más alegre y todo lo que suele demostrar en el ring -ese torbellino de enojo y pura adrenalina- termina siendo en cambio una chica sensible con ropa de civil. Dayana fue la primera que se dedicó al boxeo y tuvo que enfrentarse con su madre, la que no quería saber nada. Leonela tuvo el camino más allanado.
Lima 2019 les va a quedar grabado a ambas. Esta vez no necesitan de un tatuaje como el que se hicieron después de consagrase campeonas continentales en 2017. De hecho, al conseguir la clasificación a estos Juegos, Leonela prometió no más tintas en su cuerpo.
Dayana, con esa medalla dentro de un corazón ya "impresa" en su espalda, encaró este torneo sin amuletos especiales. "Esta vez no traje nada ni prometí nada. Estoy enfocada en lo deportivo y en disfrutar", aseguró.