Como los mejores relojes de pulso de origen suizo, a la hora señalada, madrugador, encendido y puntual a la cita. Todo un "Swiss made" (hecho en Suiza), Kevin Gissi apareció en los momentos justos y en el lugar indicado para darle a Independiente una victoria que cotiza justamente como un Patek Philippe, un Rolex, un Omega o un TAG Heuer.
El hincha de Independiente mira la tabla de promedios y respira; le volvió el alma al cuerpo. Y no es para menos. Es que a su remanida capacidad para reinventarse sobre el final de los torneos hasta lograr el objetivo de permanecer en la categoría, ayer el destino le tiró un nuevo guiño cómplice.
Cayó All Boys, empató Estudiantes de San Luis y la Lepra salió de la zona roja de los promedios. Casi nada…
Era una final (otra más y van…) Y el equipo de Gabriel Gómez jugó con la madurez y la suficiencia de los que saben manejar los tiempos. La determinación y la voracidad con la que salió a buscar el partido fueron clave: presión alta y juego por las bandas. Así llegó la apertura del marcador.
"Cheche" Sánchez recibió de González por derecha y mandó un centro que se desvió en Iberbia y descolocó a Gagliardo, quien alcanzó a sacar el balón casi de adentro del arco, pero ahí estaba Gissi para poner el 1-0 con una "palomita" goleadora.
El gol resultó un bálsamo para Independiente, que durante la siguiente media hora tuvo posesión, juego asociado, disciplina táctica y estrategia. De hecho, el propio Gissi casi pone el 2-0 a los 7' cuando -en la jugada elaborada- buscó en el primer palo el córner ejecutado por González desde la derecha y sacó un derechazo que pegó en el travesaño. El Azul era más. Tanto, que Gagliardo mandó al córner un derechazo de Sánchez y, acto seguido, Strahman fue egoísta y se apuró en rematar cuando tenía a Gissi mejor ubicado para empujarla. Y todo adentro del área…
A esa altura del juego, Los Andes ya había reaccionado, pero los “bomberos” Rébola y, especialmente Rodríguez, aparecieron para apagar el incendio cada vez que algún jugador local intentó filtrarse sobre el área. Pero Independiente era mucho más agresivo. En tres cuartos, Gissi recuperó un balón y se fue mano a mano con la marca, tocó al medio para Strahman y cuando enganchó se encontró con la mano de Iberbia en la medialuna.
Del tiro libre se encargó González y fue el preludio del segundo. Remate, rebote en la barrera, derechazo otra vez de Gastón, el balón le quedó a Gissi, remate, rebote y definición cruzada: 2-0.
Al que madruga Dios lo ayuda y el Azul le daba también una mano a su diosa fortuna.
Aunque un tanto aisladas, el local también tuvo sus oportunidades. Aracena se esforzó ante un tiro libre a quemarropa de Mendieta y atenazó el balón en el rebote. Y también despejó al córner un tiro que caía por detrás.
No le quedaba otra a Los Andes que salir con todo en el segundo tiempo. La dupla sacó un volante de marca (Espínola) y mandó a la cancha a un delantero (Linas). Aunque sin acorralarlo contra su arco, el Milrayitas (ayer de negro) tuvo un par de chances clarísimas, pero Escobar y Mendieta se toparon con un Aracena excelso que conjuró ambos pie a mano.
Independiente retrocedió unos metros y formó un bloque ordenado y prolijo. Quizá su peor pecado fue no haberlo liquidado con alguna de las oportunidades que tuvo Strahman en la contra o con esos dos remates de Maidana que se estrellaron en el travesaño en tan solo un minuto.
Gómez le bajó la persiana al resultado con los cambios (armó un 4-3-2-1) y a Los Andes no se le cayó ninguna idea más. Tras el pitazo final, todo el mundo Lepra fue un puño apretado y sus hinchas se abrazan a la ilusión de la permanencia porque el equipo se transformó en un relojito suizo que ofrece garantías e invita a soñar con algo más que la salvación.