Ya que este es un año de elecciones, parece menester, tener en cuenta uno de los aspectos necesarios, en un gobernante. Considero que, nuestra querida Argentina, en sus últimos años, no ha tenido gobernantes dignos de admiración, ya que nadie cree que sus acciones hayan sido buenas en su mayoría. Solo nos tenemos que conformar con el mal menor o quedarnos, únicamente, en la mediocridad, puesto que no nos dan otra salida.
En este artículo voy a hablar de la falta de valentía en los políticos. Los griegos, a esta virtud, la llamaban “andreia” y se ve bien reflejada en la Ilíada de Homero: Agamenón, rey de los aqueos, decide ir a dar batalla a los troyanos. Para esto, dicho héroe, se arma y conduce a su ejército hacia los troyanos, para así dar lucha a los mismos. La batalla que se arma es enorme y su precio es muy alto. Pero lo que acá destacamos es la valentía o la andreia de su rey, la cual los griegos o los antiguos, entendían muy bien.
Sabían que sus gobernantes debían ir primeros en las batallas, que de sus decisiones dependía la vida de todos los aqueos. Sabían que era necesario que su rey no sea cobarde, puesto que, sino cualquiera se lo hubiese devorado.
Volviendo a la actualidad, me gustaría comparar la concepción de valentía antigua con la de ahora. Antes el gobernante era el primero en las batallas, hoy esa idea cambió. El gobernante es el último que se arriesga, prefiere que los demás sean perjudicados, ya que, el mismo hecho de estar en el poder, le infiere a éste un aire o un espíritu de superioridad, el cual lo lleva a pensar que su persona es divina, por ende, busca estar ajeno a todo lo que manche su figura. Se guarda, en pocas palabras, en una cajita de cristal.
Pero ¿cómo puede ser que nuestros políticos hagan tal cosa? La respuesta a esto es que a ellos les falta entender el verdadero concepto de valentía. Creen que ser valiente es hablar en público al frente de otros gobernantes, creen que por tener la última palabra ellos son valientes. En realidad estas cosas que hacen son claras muestras de temor, de miedo. Su escudo es la Casa Rosada o la gente que milita por ellos (éstos son los que sí pueden ser lastimados físicamente). Se acurrucan en su partido, en el dinero, en sus propiedades, en sus títulos.
Es lamentable que la valentía sea una palabra tan tergiversada. Me daría pena imaginar lo que alguien como Homero, Agámenon, Héctor u otros personajes de este libro, pensasen al ver tan degradados a los gobernantes actuales.
Finalmente, señor lector, llamo a una concientización. Lo llamo a que en este año de elecciones tenga en cuenta esta tremenda virtud que es la valentía, indispensable en nuestros gobernantes.
María Luz Fernández
DNI 43.748.564