Un Mundial no se trata solamente de fútbol. Es ese acontecimiento que despierta una mística que va más allá de los fanáticos del deporte y que genera fenómenos inesperados.
Uno de ellos es "Gauchito", la mascota oficial del Mundial 1978, inmortalizada por un mendocino llamado Gabriel Nievas. Aquel chico de seis años se convirtió, sin querer, en la escarapela de la otra cara del país en tiempos oscuros.
La historia del “Gauchito” mendocino -o “Mundialito”, su nombre oficial- se remonta a junio de 1978, cuando un inquieto chico de seis años participaba en un grupo de baile de Las Heras.
Junto a sus compañeros, fue protagonista de un espectáculo realizado para recibir a la selección de fútbol de Países Bajos. Por esas cosas raras de la vida, funcionarios del interventor militar de Mendoza, Jorge Sixto Fernández, notaron que Gabriel era idéntico a “Gauchito” y pidieron que ese pequeño de energía inagotable interpretara a la mascota oficial del Mundial en el estadio Malvinas Argentinas durante la previa de los partidos.
“Me dieron la ropa, la pelota oficial, todo el merchandising. Mi mamá dijo que ‘sí’ y, junto a otros chicos, pisamos el Malvinas”, recordó Gabriel Nievas (46). Fue en la tarde del 3 de junio de 1978, con el duelo de Países Bajos e Irán, cuando un teniente coronel lo pasó a buscar por su casa y lo llevó hasta el estadio ubicado en el parque General San Martín.
Ante la euforia de los mendocinos que vivían por primera vez un Mundial, Gabriel pisó el césped del recién estrenado Malvinas Argentinas. Con la clásica pelota blanca y negra bajo el brazo, el mendocino lució su poncho y su gorrito y fascinó a los espectadores. En consecuencia, Países Bajos-Irán pasó a un segundo plano, tal como se puede leer en los titulares de la época: había nacido el mito del “Gauchito del Mundial”.
Gabriel contó que le pidieron que le entregara la pelota a Jorge Rafael Videla, dictador y presidente de facto de Argentina, quien firmó el balón y se lo devolvió a Gabriel. Él todavía lo tiene en su casa, pero al verlo otra vez, le despierta cierta tristeza acerca de lo que sucedía detrás de esa distracción que simulaba ser el Mundial ‘78.
En referencia al contexto socio-político de la época, Gabriel reflexionó que, debido a su corta edad, desconocía los hechos que el Mundial intentaba tapar. "En aquellos años, como cualquier niño, no sabía qué estaba pasando. No se hablaba de política. Pero sí recuerdo a un pibe que bailaba conmigo al que le secuestraron sus papás", recordó. "Por eso no me enorgullezco de esa foto con Videla", confesó.
Posteriormente, las reliquias de "Gauchito" quedaron almacenadas en la bitácora del armario de la mamá de Gabriel. Por cuatro décadas, ella cuidó del gorrito con la leyenda de "Argentina '78", del 'shortcito' oscuro y del icónico poncho celeste y blanco, junto a un álbum con imágenes y recortes periodísticos de la época.
Gabriel se convirtió en la "estrella infantil" de Las Heras, pero nunca abandonó los duelos en los 'potreros' de su barrio, así como tampoco su paralela pasión por el baile. Inevitablemente, el paso del tiempo confinó a "Gauchito" a un baúl de los recuerdos. Aquel niño creció y luego se convirtió en farmacéutico, se casó con Roxana y tuvo tres hijos (hoy de 22, 20 y 15 años).
Como si se tratara de revelar la identidad de un superhéroe, Gabriel le contó sobre "Gauchito" a sus hijos, aunque, al principio, no entendieron de qué se trataba y creyeron que les tomaba el pelo: "Cuando les dije que su papá era famoso no lo podían creer. Uno de ellos hasta vistió de chiquito el short de ‘Gauchito’”. Con toda una vida en Las Heras, no es de extrañar que el club de sus amores sea, obviamente, Huracán.
“Hoy le pongo una ficha a la Selección, pese a que todos estén pesimistas. Seguramente habrá alguien de Huracán Las Heras representándonos en Rusia”, prometió.
