Una de las grandes defensas que existe en materia jurídica, y que deslegitima a quien se le aplica, es la teoría o doctrina de los actos propios.
Basada en la buena fe, ya desde el derecho romano se decía: “venire contra factum propium non valet”. Traducido en forma sencilla: nadie puede ir contra sus propios actos, y si lo hace practicando la incoherencia, queda deslegitimado en su actuar.
Esta doctrina de ética superlativa que se aplica para resolver cuestiones litigiosas, si la llevamos a la simpleza de la vida se interpretaría: ser coherente, actuar como se dice que se piensa, cumplir con los principios que se declaman.
Por el contrario, hoy en cualquier plano dirigencial vemos que la mayoría quedan atrapados en el incumplimiento de sus actos propios; el ejemplo más grosero son las promesas electorales para obtener el poder.
Vamos a un caso concreto. En mi cruzada por la necesidad de la boleta única como acción concreta para mejorar la calidad de nuestros representantes a través de un sistema electoral reconocido mayoritariamente como el mejor, el actual gobierno de Mendoza a través de distintos encumbrados funcionarios exponía en nota publicada en el diario Los Andes el 31 de enero de 2016 titulada: “Mendoza valora avanzar sobre la boleta única y el voto electrónico”, sobre lo maravilloso que era el sistema, y su plena voluntad de ponerlo en funcionamiento en las elecciones de 2017, pero, ¿qué pasó?
A pesar de este discurso, el cual según el senador Julio Cobos ha sido postura del partido radical y del que también opinan así la vicegobernadora Laura Montero y sus socios del frente Cambia Mendoza, y la mayoría de los partidos (salvo el PJ), pareciera que no habrá boleta única en el 2019. Entonces sería bueno que el primer mandatario explicara porqué tres años después cambióde opinión.
La única manera de poder zafar del rigor de los actos propios, es reconocer el error, o sea, confesar que no es buena la boleta única y que -como piensa el PJ- hay que seguir con la lista sábana. Pero para aceptar que se estuvo equivocado hay que tener mucha grandeza, virtud que no es popular entre los políticos.
Conclusión: la mayoría de nuestros representantes -y los hechos señalados lo indican- han violado la coherencia de los actos propios, están éticamente deslegitimados, carecen de autoridad moral, que es la única que realmente vale, la que nadie puede sacarle a una persona coherente.
La otra autoridad, la formal, por la que se pelean, es prestada por un tiempo, la gente la tolera por una cuestión de orden o de conveniencia, pero no por la confianza, el respeto, o la credibilidad que debería tener quien ejerce el poder. Es por todas estas consideraciones, que se pone muy difícil elegir entre tantos incoherentes.
Una vez más la institucionalidad mendocina se ve afectada.
Pedro Garcia Espetxe
DNI 8.456.087