De nada sirven los merecimientos cuando por un error propio dejás el triunfo en manos ajenas. Sobre todo con lo importante que era obtener los tres puntos anoche en la Catedral. Porque una victoria dejaba al equipo de Gómez afuera de la zona del descenso. Pero no fue así.
Sarmiento dejó a la Lepra con las manos vacías y aún en la zona del temido descenso. Se sabía de antemano que Sarmiento iba a ser un rival difícil de quebrar y del que había que cuidarse. Y justamente la visita se notó que no había arribado al Gargantini “a poncho” como se dice.
Todo lo contrario llegó con el rival bien estudiado. Y por eso le cortó los circuitos futbolísticos al Azul. Neutralizó a González y a Negri y de esa manera la Lepra no generaba peligro y sufría cuando Paserini lo encaraba a Rodríguez, aun sin inquietar a Aracena.
Por momentos apareció Santiago Úbeda para manejar los hilos de un equipo que necesitaba un conductor, pero claro el juvenil también debía ocuparse de la recuperación.
Sin embargo el Azul tuvo sus chances, primero con un zurdazo de Milton Céliz tras recuperar la pelota en puerta del área visitante y después lo tuvo el “Torito” Lucero que después de un tiro libre quedó cara a cara con Pellegrino y el atacante definió mal. No fue efectiva la charla del entrenador en el entretiempo.
Es que la Lepra siguió sin rumbo. Era más protagonista que la visita, pero no era punzante. Algunas apariciones de Negri por la izquierda hicieron ilusionar con algún cambio, pero quedó en eso... una ilusión.
Promediando la etapa Céliz apareció por la derecha pero su remate fue contenido entre Pellegrino y el palo izquierdo del arco visitante. Acto seguido el azul tuvo en la misma jugada tres chances de gol, que fueron bien defendidas.
Y después de esas chances desperdiciadas llego el baldazo de agua fría con el gol de Passerini. Gómez intentó cambiar el rumbo con el ingreso de Méndez, pero no hubo caso. El Azul estuvo lejos, muy lejos de parecerse al que salió victorioso en Quilmes.
