La Lepra ganó con el corazón en la mano

Un agónico tanto de Gastón González, en el tercer minuto de adición, le dio una festejada victoria a Independiente Rivadavia, que sueña.

La Lepra ganó con el corazón en la mano
La Lepra ganó con el corazón en la mano

Gol y triunfo. Gol y a festejar. Gol y oxígeno. Gol y esperanza. Independiente Rivadavia mereció ganar y lo logró en el tercer minuto de descuento. Agónico. Porque lo trabajó al partido. Lo procesó. Apretó el acelerador cuando el trámite lo exigía y se recluyó cuando Dálmine intentó reaccionar. Y estos triunfos son los que te inflan el pecho. Los que te permiten soñar. Los que te demuestran que jugando con actitud, ganas, coraje, valentía, se puede lograr el objetivo. Como dice la marcha histórica de Independiente, “fuiste cuna de los grandes en el fútbol nacional...” Independiente no puede descender. Por su gente, por su historia. Está en terapia intensiva, pero demuestra con pequeñas acciones que puede salir. Que debe salir. Y en Villa Dálmine lo demostró.

El triunfo llegó sobre el final con un pelotazo a quemarropa de Gastón González tras un rebote en el área. Ahora, a trabajar y pensar en el juego contra Gimnasia de Jujuy, el próximo domingo (19.30 horas), en otra de las finales que tiene en juego.

El análisis futbolístico de los primeros 45 minutos del encuentro fue muy satisfactorio para Independiente Rivadavia. Un equipo con una idea de juego bien definida y en el cual, cada protagonista cumplió su rol a la perfección. Cuatro hombres en el fondo, cuatro volantes y dos delanteros, con Gissi como estandarte y receptor de todo el juego al área rival. Desde lo defensivo, el DT Gabriel Gómez, planificó una presión alta que se cumplió a la perfección. Durante los primeros 25 minutos, Villa Dálmine se vio sorprendido por la actitud del equipo Azul.

Morder, raspar, presionar y dos hombres sobre el jugador con pelota. Sin dudas, se complica cuando se pierde el equilibrio defensivo y se retrocede dejando espacios. Pero, hasta este detalle estuvo bien cuidado en la última línea de Independiente. Irañeta y Piergiácomi dominaron ambas bandas y en el medio, la dupla González y Úbeda cortó todo tipo de circuito y con el balón en sus pies, generó juego.

¿Qué le faltó a la Lepra en este pasaje? El gol. Su karma de toda la temporada. Generó 5 situaciones netas de peligro. Cuando decimos peligro es a un toque del gol, no aproximaciones. Pero falló y dejó con vida a Dálmine, equipo que empezó a reaccionar tras la merma en la presión de la Lepra.

De los pies de Pablo Burzio y del volante Nicolás Sánchez llegó lo más interesante del Violeta, que visitó en cuentagotas el área de Cristian Aracena.

En el complemento, la apuesta de Gómez a era ambiciosa. Adentro Disanto, afuera Piergácomi. Pero, todo volvió a foja cero cuando una irresponsabilidad de Kevin Gissi dejó al Azul con 10. En ese momento, comenzó el dominio del balón de Villa Dálmine; lo movió, buscó por los tres frentes de ataque, y sin embargo el 4-4-1 de Independiente Rivadavia no sufrió fisuras.

El dueño de casa sólo tuvo una situación de peligro y Pety Aracena respondió con creces. Sacó una pelota que a la postre le dio el triunfo a Independiente. El juego se moría y la imagen del Azul era satisfactoria, pero la cosecha era mezquina. De manera insólita, Méndez desperdició una pelota en el punto del penal y la tiró afuera.

De no creer. Pero había tiempo para más, y fue tras un tiro libre que apareció Gastón González y definió la historia. Tres puntos que valen oro Tres puntos que son un tubo de oxígeno. Corazón Azul... aguantá que se puede.

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