“Marta, ¿dónde está Tomás? ¿Ya se fue?”, pregunta el desorientado marido a su mujer cuando cae en la cuenta de que su hijo de 14 no está en casa.
“Alcanzó a decir que se iba a una previa y luego a bailar...”, responde ella. “¿No le preguntaste a dónde iba? ¿Por qué siempre debo ser la mala de la película?”, responde ella ofuscada.
Esta es una situación muchas veces común, que descubre a ambos padres con una gran imposibilidad: la del diálogo entre sí y con su hijo, a la hora de poner límites e involucrarse en su crianza.
“Es que resulta desgastante repetirles una y mil veces las cosas, y que además se enojen... ¿Cómo se hace?”, opina Mirta refiriéndose a sus mellizas de 17 años y a su hijo de 18.
No hay recetas mágicas, sino un camino en el que el amor que se les brinda desde pequeños, conlleva también límites y responsabilidades.
Según explica Viviana Navarta (profesora en Ciencias de la Educación y asesora pedagógica de nivel medio desde hace 25 años): “El problema viene desde los adultos, ya que de alguna manera no quieren repetir el modelo tradicional en el que fueron educados ellos; en donde todo era mucho más estricto. Pero tampoco tienen un modelo claro acerca de cómo manejarse con los adolescentes. Entonces han entrado en casi una ausencia respecto a los hijos, sumada a un diálogo escaso que no ayuda en nada a poder poner límites y estar presentes de manera activa”.
- ¿Por qué resulta tan costoso para los papás establecer las pautas de conducta?
- Porque a su vez nosotros, como padres, tenemos que mostrar una coherencia como adultos que es lo que muchas veces falla. Es decir: por un lado hay padres que no desean ser adultos tradicionales, pero también que están inseguros acerca de cómo proceder en la crianza de sus hijos adolescentes.
Sobre todo porque se tiene una demanda del contexto que apabulla.
- ¿En qué sentido?
- Por ejemplo una mamá puede proponerse: “hasta los 13 años mi hijo no va a tener redes sociales”, pero todos sabemos que eso en realidad es imposible, porque viven en un contexto en el que están conectados desde los 6 años.
Es como luchar contra la corriente, cuando en realidad el foco debería estar puesto en saber por qué a los adultos les cuesta poner límites.
Y es ahí en donde debe ponerse atención.
Muchas veces, para no generar conflictos con los hijos (porque muchos “amenazan” con irse de su casa u otros extremos emocionales), los papás no ponen barreras a los caprichos o peticiones; por temor a que se enojen o lleven a cabo sus amenazas.
Hay que entender que van a haber muchas cosas que al adolescente no le van a gustar, y se va a rebelar ante eso. Es normal de la etapa. Pero dejarse llevar por los miedos lo único que genera es complicar el diálogo y la capacidad de decir “no”.
- ¿Cómo manejar esa incapacidad, sobre todo a la hora de pensar en las 'Previas', antes de salir?
- Más allá de ser especialista en adolescentes puedo decir como mamá que tenemos que tener con nuestros hijos algo fundamental: diálogo permanente.
Las charlas abiertas, francas y fluidas sobre el alcohol, los excesos, las campañas de prevención que se realizan, o los casos lamentables que ocurren son parte de las herramientas que tienen que incluirse de manera permanente en el diálogo con los hijos, aunque sean preadolescentes y aún no manejen o salgan a la noche.
Esa información, y el flujo constante de diálogo, deben darse desde que son chicos en muchos aspectos que hacen a cada etapa. Algo que hace la diferencia a la hora de resguardarse a sí mismos, como por ejemplo subirse (o no) al auto de un amigo si lo ven borracho o en malas condiciones, o tratar de cuidarlo para que no conduzca en ese estado.
El poder designar responsablemente al conductor del grupo (en el caso de tener la edad de conducir) es valioso, como también la idea de que entre todos los amigos o amigas se cuiden unos a otros, en cada salida. No se trata de asustarlos, sino de hablar.
- ¿Qué rol se le adjudica a la escuela?
- El de acompañar, pero no el de creer que es algo de lo que la institución escolar debe hacerse cargo, ya que es desde el hogar que nace esta conciencia; se tenga la estructura familiar que se tenga.
- Es decir: asumir el rol del adulto que guía...
- Absolutamente. Acompañar, enseñar, contener, dialogar y poner límites son funciones indelegables de la familia.
- ¿Cuál sería una 'Previa' "ideal"?
- Como padres lo mejor es que la previa de amigos se pueda hacer en el hogar mismo, para que podamos conocer a las amistades de nuestros hijos e incluso a sus padres, y coordinar entre todos las salidas: quién lleva o trae, con quién se van, a dónde, etc.
Se trata de involucrarnos de manera amorosa y activa, sabiendo que no siempre el adolescente lo va a entender.
- ¿Cómo manejar el alcohol a edades en las que sabemos que empiezan a probar?
- Se trata de un control desde la casa misma, ya que la curiosidad en los chicos jóvenes va a estar en cualquier sitio. Por eso es mejor que, si tienen la edad apropiada, sea en la casa en donde lo prueben: con nosotros, y en determinadas fechas o celebraciones especiales (como en Navidad, por ejemplo).
Es un momento para contarles acerca de la gradualidad de la bebida en cuestión y el efecto que puede tener el exceso en el cuerpo, o cómo puede llegar a caerles mal.
Hay que internalizar que los papás empezamos con los límites desde que nuestros hijos tienen dos años, donde los “no” se sostienen con coherencia. Es lo más complejo para el adulto (sostener y establecer el “no”), pero lo más saludable para el chico.
- ¿Qué errores recurrentes ves en los padres, respecto a la crianza?
- Uno de los más grandes de los adultos es poner límites, pero desde la prohibición, no desde el aprendizaje. Es muy importante fundamentar el “no”; lo entiendan o no los chicos.
La idea es explicarles por qué no pueden tomar alcohol antes de tiempo, con respuestas reales (como que son menores), porque no están aún preparados y por ende pueden descomponerse, ponerse y poner en riesgo a otros...
- ¿Son receptivos los adolescentes de hoy ante la prevención?
- Sí, en general lo son. De hecho los chicos de 16 años, ante las campañas de concientización vial que se vienen dando desde hace tiempo, son muy responsables y hasta les dicen a sus padres que usen el cinturón de seguridad o que no utilicen el celular mientras conducen. Hay una generación que me parece mucho mejor preparada que la del adulto.