Las manos del fisioterapeuta se deslizan suavemente por la planta del pie de la paciente, que disfruta del masaje. Pero entonces el especialista llega al talón y presiona. La paciente hace una mueca de dolor. "¿Está estreñida?", pregunta el terapeuta. La paciente dice que sí. El fisioterapeuta sigue trabajando la zona de modo de movilizar los intestinos de su paciente.
Esta escena es común en cualquier consultorio de reflexología. Pero la pregunta es: ¿qué tiene que ver el pie con el intestino? Para los reflexólogos, muchísimo: para ellos, todos los órganos y partes del cuerpo están asociados al pie a través de canales de energía. Las enfermedades y alteraciones se perciben en la zona correspondiente de la planta del pie, ya que los tejidos suelen, por ejemplo, estar endurecidos en esas zonas.
De acuerdo con esta teoría, la planta del pie está dividida en distintas partes. El dedo gordo, por ejemplo, está conectado con la cabeza. Los masajes de reflexología estimulan los puntos con una ligera presión. Esto pone en movimiento a los órganos, afloja tensiones y alivia dolores. Sin embargo, no hay una comprobación científica de que realmente existan estas zonas de reflexología en los pies. Y tampoco está comprobada científicamente la efectividad del método.
Esto no quita que cada vez más personas prueben con la reflexología. Sus defensores aseguran que con la presión correcta en el dedo gordo se puede trabajar efectivamente sobre afecciones como migrañas, dolores de muelas u otras tensiones. Además, el masaje mejora la circulación en los pies.
En general, los seguros médicos no cubren estos tratamientos alternativos.
Muchos especialistas en terapias naturales indican, además, que el hecho de que a una terapia le falte justificación científica no significa necesariamente que no sea efectiva.
Lo que está además fuera de discusión es que los masajes en los pies generan bienestar. Muchos pacientes se sienten luego relajados y con una somnoliencia agradable.
Sin embargo, no deberían hacer reflexología las personas que tienen hongos en los pies, pie diabético o heridas abiertas en la zona. Tampoco se recomienda cuando se tiene fiebre o las venas inflamadas. Además, es importante que el especialista que aplique la terapia esté recomendado.
Las sesiones suelen ser de 30 a 40 minutos, tras lo cual hay que hacer una pausa. En general, los seguros médicos no cubren estos tratamientos alternativos.