Con sólo 20 años, Dolores Amaya consiguió la clasificación a los Juegos Olímpicos de Sydney 2000, pero no pudo asistir a la gran cita del deporte por estar embarazada de Sol. Sin imaginarlo, aquel sueño frustrado se cumplió a través de su hija en los Juegos de la Juventud, nada más y nada menos que con una medalla dorada.
Un círculo en la vida de esta madre con pasado olímpico parece cerrarse a través de Sol Ordás. “Ella está cumpliendo ese sueño que yo no pude cumplir y competir en esa olimpiada en la que yo no pude participar. Estoy re agradecida”, insiste Dolores con una sonrisa en el rostro.
Si bien ella no logró estar en Sydney 2000 por llevar a Sol en su vientre, sí lo pudo hacer Damián Ordás, el padre de Sol. El remo, que desde ya es la disciplina que une a toda la familia, no fue una obligación para la juvenil. “Esto de remar surge de ella sola. Nunca le dije que tenía que hacerlo y mucho menos le metí presión”, aclara Dolores.
A pesar de no haber asistido a los Juegos en Australia, esta madre olímpica supo competir en Atlanta 1996 con sólo 16 años. “Ella es hija de un sueño olímpico, porque también para mí era un sueño ir a Estados Unidos la primera vez y también lo fue cuando clasifiqué a Sydney”, recuerda.
El podio olímpico y la medalla dorada de Sol Ordás en single scull no sólo le dio la tercera medalla a Argentina en Buenos Aires 2018. También cerró un capítulo en la vida de Dolores Amaya, su madre. Sol cumplió un sueño olímpico que llevaba en la sangre.