El fútbol está de luto. El avión que transportaba al club brasileño Chapecoense hacia Colombia para disputar la final de la Copa Sudamericana se estrelló cerca de Medellín, dejando un saldo de 71 muertos, entre ellos casi la totalidad del equipo, y seis heridos.
Desde Sao Paulo hasta Brasilia y de Río de Janeiro a Chapecó, todo Brasil se unió en un llanto colectivo y solidario por las víctimas.
La desazón se ciñó por sobre el país y en todos los rincones de Brasil, en todos los ambientes -no sólo deportivos- y a través de los más diversos medios, principalmente en redes sociales, no quedó quien no quisiera mostrar su dolor y condolencias por la tragedia.
El epicentro del dolor, por supuesto, fue Chapecó, una ciudad pequeña de 200.000 habitantes, que se había ganado su lugar en el mapa deportivo de Brasil gracias a la gesta de Chapecoense, un club que en siete años pasó de estar en la Serie D nacional a ganarse un lugar en la final de un torneo continental.
Como dijo Ivan Tozo, vicepresidente del club, “en Chapecó éramos una gran familia”. Por eso, una vez que se supo la noticia del siniestro, amigos, parientes y conocidos de los presuntos fallecidos se empezaron a acercar al Arena Condá, estadio del club.
Allí, a medida que las noticias tristes llegaban desde Colombia, el desconsuelo iba ganando la escena. Con el pasar de las horas, también una gran cantidad de fanáticos se acercó al estadio: hubo muchas lágrimas, abrazos, súplicas y rezos colectivos que la televisión transmitía en vivo, conmoviendo así a todo un país.
En cada programa, a su vez, se brindaba homenaje a los colegas muertos en el accidente. Fallecieron periodistas y camarógrafos, la mayoría de las cadenas de TV Globo, Fox Sports, RBS y de la radio
Aunque en un principio se habló de 81 personas a bordo, autoridades de socorro confirmaron al finalizar las tareas de rescate que tras cotejar la información en los tres puertos realmente se subieron al avión 68 pasajeros de nacionalidad brasileña y nueve tripulantes bolivianos, venezolanos y paraguayos.
La Aerocivil confirmó luego el hallazgo de las cajas negras del avión, lo que podría ayudar a esclarecer las causas del siniestro. Según versiones periodísticas la responsabilidad del siniestro habría sido del piloto Miguel Quiroga, quien presuntamente omitió varios de los protocolos establecidos para este tipo de emergencias.
A raíz del accidente, la Conmebol (Confederación Sudamericana de Fútbol) anunció la suspensión de la final y de todas sus actividades por tiempo indefinido. “Todas las actividades de la Confederación quedan suspendidas hasta nuevo aviso”, comunicó el ente rector.
El presidente del organismo, el paraguayo Alejandro Domínguez, arribó a Medellín para afrontar de cerca la tragedia y definir cómo sigue la Copa Sudamericana tras la petición hecha por el Nacional de declarar al Chapecoense campeón del torneo.
“De nuestra parte, y para siempre, Chapecoense Campeón de la Copa Sudamericana 2016”, concluyó el cuadro de Medellín, ciudad que también se unió al dolor de los jugadores y suspendió el encendido de las luces navideñas.
La Alcaldía de Medellín invitó además a los ciudadanos a asistir al homenaje que se rendirá hoy a las víctimas en el estadio Atanasio Girardot, en donde sería la final.
También como muestra de solidaridad, varios clubes de fútbol brasileños propusieron de forma conjunta una batería de medidas solidarias para la reconstrucción del Chapecoense, entre las que está el préstamo gratuito de jugadores para la temporada 2017.
Además, varios de los grandes clubes y jugadores del mundo y también la FIFA publicaron en sus páginas oficiales, sus cuentas de Twitter o por medio de comunicados, sus condolencias respecto al siniestro. Entre los mensajes de luto y solidaridad se encuentran los de iconos como Pelé, Neymar, Messi o Maradona, quien se declaró “desde hoy hincha del Chapecoense”.
Sao Paulo canceló la presentación de Rogério Ceni como entrenador, prevista para hoy. Muchos clubes suspendieron sus entrenamientos. Incluso, Palmeiras, campeón del torneo nacional, le hizo un pedido a la Confederación Brasileña (CBF) para jugar el último partido del campeonato con la camiseta de Chapecoense. Sin embargo, más allá de la repercusión entre deportistas reconocidos, la pesadumbre más sentida se vio también entre la gente en las calles, en los medios, y principalmente por aquellas personas que juegan fútbol amateur.
Un mensaje de Whatsapp que comenzó a circular después del accidente llamaba a realizar un minuto de silencio en homenaje a los muertos del Chapecoense, en cualquier partido de fútbol que se jugase entre amigos. Otra imagen que se hizo viral propone un próximo amistoso de la selección de Brasil con la camiseta del equipo de Chapecó. En Facebook, el escudo del club con una cinta de luto se convirtió en la nueva foto de perfil de muchísimos usuarios.
Incluso, ante la furia de los internautas, la cadena de ventas Netshoes debió salir a aclarar que la suba repentina en los precios de las camisetas del "Chape" se debía al fin del "Black Friday" y no a una especulación tras la tragedia.
No fue, de todas formas, el ámbito deportivo el único que se movilizó tras el accidente. Michel Temer, presidente del país, envió sus condolencias, al igual que lo hizo el jefe del Senado Renan Calheiros. El mandatario, además, decretó tres días de duelo en Brasil. Los intendentes de numerosas ciudades repitieron la acción y en Chapecó, incluso, la medida se extenderá por 30 jornadas. Dilma Rouseff, ex presidente del país, pidió “reverenciar la memoria” de los deportistas fallecidos. Y Luiz Inácio Lula da Silva, pidió que todas las demás hinchadas "abracen al equipo de Santa Catarina y se unan en este momento de extremo dolor".
Los homenajes arreciarán en los próximos días, en Brasil y en todo el mundo. Se habla incluso de realizar un velorio colectivo en el Arena Condá, o de llenar la cancha de Coritiba el 7 de diciembre, que es el día en que Chapecoense iba a recibir a Nacional.
Más allá de planes, ideas, homenajes, lamentos, abrazos y ayudas, la única verdad es que Brasil está -y seguirá- de luto. De norte a sur y de este a oeste, las lágrimas de millones de personas que lloraban al "Chape" inundaron el país.