Es el segundo volcán más activo de las Filipinas, en peligro constante de erupción, en una zona donde están prohibidos los asentamientos humanos. Sin embargo, más de 5.000 personas viven al pie del volcán Taal.
Una frondosa isla con decenas de cráteres en medio de un lago resplandeciente, el volcán entró en acción el domingo pasado con una poderosa erupción que disparó piedras, vapor y cenizas pocas horas después de que los residentes de cuatro pueblos evacuasen la zona en lanchas. ''Casi todo fue destruido'', declaró Christian Morales . ''Es un desastre que puede ocurrir en cualquier momento'', expresó Renato Solidum, director del Instituto Filipino de Vulcanología y Sismología, en alusión a la presencia de gente al pie del volcán.
Señaló que su dependencia emitió numerosas alertas, recomendando no vivir en la isla, que en la década de 1960 fue declarada zona de peligro y luego parque nacional, lo que implica que está prohibida la presencia de asentamientos permanentes. Esa disposición jamás se hizo cumplir a pesar de que el Taal ha tenido varias erupciones letales, incluida una en 1965 que devastó los pueblos y mató a más de 200 personas.
En las zonas con vistas del lago, de 62.000 hectáreas, y de la isla, que tiene su propio lago en un cráter, han surgido hoteles, restaurantes y spas. Los visitantes pueden hacer paseos a caballo o en lanchas, caminar por senderos con vistas impactantes y contratar guías para divisar aves.
''Es una región limpia y tranquila, sin problemas ni tráfico'', dijo Natanauan. ''Cuando puedes llegar a la cima, es un verdadero paraíso desde el que se puede ver toda la isla y sus aves''.
Muchos de los que viven en Taal trabajan en el sector turístico. Natanauan calcula que el turismo genera unos 314.000 dólares anuales a los isleños. No está claro lo que va a pasar ahora. El secretario de defensa Delfín Lorenzana recomendó que no se permita volver a la isla a los miles de residentes. Pero tal vez se pueda buscar una solución intermedia en la que se permita a la gente ir a la isla durante el día para trabajar en el turismo y la agricultura, y que regresen a tierra firme al anochecer.