Pequeño y de pelo esponjoso, se arrima a la puerta de su recinto cada vez que ve acercarse a una persona. Con sus enormes ojos saltones y una expresión amigable pareciera buscar compañía. Sin embargo, al pasar a su lado hay que hacer silencio y no tener contacto para evitar que se acostumbre a estar con humanos. Es un pequeño guanaco de entre 4 y 6 meses que fue rescatado luego de un allanamiento en Uspallata y que pronto volverá a su hábitat natural.
Desde hace una semana pasa sus días en el Centro de Rehabilitación de la Fundación Cullunche ubicado en Eugenio Bustos, San Carlos. Se trata de un espacio que funciona desde hace dos años y recibe tanto aves como mamíferos heridos, víctimas del tráfico ilegal o de la cacería furtiva. Actualmente alberga a más de 60 animales silvestres en distintos estadios de recuperación, incluidos algunos que quizá no podrán volver jamás a su hábitat natural.
La finca donde funciona el centro cuenta con unos 10 recintos y algunas jaulas más pequeñas, además de una sala de monitoreo que permite observar a los "residentes" las 24 horas. El principal guardián del espacio es Eduardo Furlan, apasionado por la fauna local y vicepresidente de Cullunche. "La idea original era crear un santuario para pumas, pero con el tiempo y las necesidades nos fueron llegando todo tipo de animales así que decidimos ampliar el espectro", relata. Actualmente ellos reciben animales en distintas condiciones. "Algunos llegan muy lastimados y tenemos que hacerles cirugías, mientras que otros sólo necesitan primeros auxilios", precisó Furlan, a la vez que contó que tanto de las operaciones como del control veterinario se encarga la presidenta de la fundación, Jennifer Ibarra.
Una vez que obtienen el alta veterinaria son trasladados al centro donde permanecen el tiempo que se estime necesario. "El animal se va rehabilitando sólo, lo que necesita es un ambiente cerrado", detalló el encargado. Luego de estudiar su comportamiento se decide si podrán volver a su hábitat o no. "La idea es liberarlos lo antes posible, pero a veces tienen problemas físicos que no se lo permiten o están muy adaptados a los humanos y al cautiverio", explicó.
A estos últimos se les provee de un hogar permanente donde residen sin ser exhibidos. “Este espacio es cerrado al público, no queremos que se convierta en un zoológico. En un futuro tenemos pensado dividir el espacio entre animales permanentes y en rehabilitación e invitar a pequeños grupos de escuelas para hacer educación”, adelantó.
En este sentido Furlan evocó el concepto de "Animales embajadores" que se utiliza en el resto del mundo. "Si bien ellos no pueden volver a la naturaleza, se busca que eduquen a las personas para que ayuden a proteger a los que están libres", remarcó.
En situación de volver a la naturaleza allí se encuentra el mencionado guanaco. "Queremos llevarlo a Villavicencio en primavera, por eso tratamos de tener el mínimo contacto posible para que no se acostumbre a los humanos", contó. Además allí tienen una tortugas, lechuza vizcachera, chimangos, caranchos, gavilanes, entre otras aves en condiciones de recuperar la libertad. "Previamente les hacemos estudios y análisis para que no tengan parásitos que puedan afectar a las poblaciones silvestres", recalcó.
En este grupo también se encuentran dos cachorros de puma que fueron entregados por un puestero del Este al Departamento de Fauna.
“Fueron hallados en una bolsa de arpillera y se supone que alguien les mató a la madre”, recordó. Estos dos animales son los más protegidos del centro, ya que se encuentran en aislamiento total para ser devueltos a su hábitat en aproximadamente un año.
Nuevo hogar
Aunque son originarios de distintas zonas, la pumita Thelma, el mono carayá Lucas y el jabalí Señor Barriga conviven por estos días en distintos recintos del Centro de Rehabilitación. La intervención del hombre hizo que crecieran lejos de sus hábitats naturales y hoy es muy difícil que puedan volver a ellos.
Thelma tiene seis meses y fue dejada allí por una familia del Sur. Con movimientos felinos se acerca a quien la observa, pero al ver rostros extraños se retira. "En realidad Thelma es originaria de San Carlos, pero como está tan adaptada a los humanos, no la vamos a poder liberar", se lamentó Furlan.
El mono Lucas tiene otro carácter y es más “confianzudo” con los desconocidos. Enseguida saca una de sus manos por la tela romboidal e intenta sustraer los elementos que posee quien lo observa.
Este animal es oriundo del norte del país y fue trasladado a la provincia por un camionero que se lo vendió a una familia como mascota. "Lo descubrieron porque vieron sus fotos en Facebook, desde Fauna encararon una investigación y terminaron con un allanamiento que permitió rescatarlo", recordó Furlan. Actualmente están en tratativas de enviarlo a un santuario de monos en Chaco, en lo que colaborará el gobierno provincial.
Con su particular gruñido, el Señor Barriga es el más ruidoso de todos los animales y la única especie exótica del centro. "Llegó de chiquito de Tupungato y lo fuimos dejando acá, porque como está permitido, si lo liberamos lo van a cazar"', detalló el vicepresidente de Cullunche. Allí también lo llaman El Destructor, ya que han intentado darle pelotas y distintos elementos para que juegue, pero ninguno sobrevive más de unas horas.
Cuidado de cóndores
A futuro desde la Fundación Cullunche tienen proyectado agregarle al Centro de Rehabilitación un sector para cría de cóndores en cautiverio para luego liberarlos.
"Si bien aún no es una especie en peligro de extinción, sí está amenazada ya que su población ha disminuido en la Argentina y desde aquí queremos ayudar", explicó el vicepresidente de Cullunche, Eduardo Furlan. En el proyecto trabajan en conjunto con la Fundación Bioandina, de quienes reciben consejos permanente para el manejo de los animales.
Cómo colaborar
El Centro de Rehabilitación de la Fundación Cullunche funciona gracias al trabajo y al financiamiento de los socios de la ONG. Pero ante la progresiva suba de los insumos cada vez necesitan mayor colaboración para mantenerla. Esta puede prestarse tanto con trabajo voluntario, como con el aporte de fondos, asociándose a la fundación o formando apadrinándola. "En esta última opción la persona puede optar por comprarle la comida mensual a cualquiera de los animales", explicó el vicepresidente de Cullunche, Eduardo Furlan.
Brazo del Ecoparque
Desde el Departamento de Fauna de la Provincia, que depende de la Dirección de Recursos Naturales Renovables de la Secretaría de Ambiente, destacaron el trabajo en conjunto con la Fundación Cullunche. "Es fundamental que exista este centro de rescates, ya que en otras partes del país no existen", expuso Adrián Gorrindo jefe del departamento.
Tal como explicó por estos días el centro funciona como un brazo del Ecoparque. “Al estar en estado de transformación, el Ecoparque todavía no funciona como un espacio de rescate de animales, por lo cual desde Cullunche nos están dando una mano muy grande”, reconoció el funcionario. Gorrindo detalló que muchos de los animales que llevan allí son rescatados de la actividad ilegal y heridos porque han intentado cazarlos.