La euforia y la pasión del público por el ciclismo habían quedado huérfanos luego de enero de 1976, cuando el Cruce de los Andes había dejado de ser la gran prueba internacional en nuestra provincia.
El motín de los ciclistas en Maipú (Chile), a causa de los primeros exámenes antidoping, había herido de muerte a la carrera ‘legendaria’ que enfrentaba a los colosos de la cordillera.
Finalizado ese período dorado, en el que se comparaban las hazañas de los pedalistas de Sudamérica con la de los grandes “nombres” europeos del Giro o el Tour, en marzo de 1977 nació la Vuelta de Mendoza. Una prueba por etapas que heredaría la montaña como desafío de grandeza e intentaría unir los oasis locales.
Una competición, que buscaría recuperar el prestigio de su predecesora, para cumplir en la actualidad 41° ediciones -ininterrumpidas- y seguir siempre joven bajo el lema de la “Más argentinas de las Vueltas”. Un reto, que redoblaría sus apuestas con nuevos héroes, ascendiendo valientes hasta el mismo límite con Chile.
El sanjuanino Juan Carlos Ruarte, con un tiempo de 19h51’36”, se alzó con la victoria de la primera edición: el “Gran Premio Pirelli”. Una prueba de cinco etapas, en la que prevalecieron los llanos, que se celebró del 10 al 13 de marzo de 1977. Cumplidos los 713 km del recorrido programado, los mendocinos Ricardo y José Serrano ocuparon el segundo y tercer lugar, respectivamente.
En abril de 1978, aún en su proceso germinal, la Vuelta de Mendoza marcaría un nuevo hito para nuestro ciclismo. Porque fue el marco definitivo para el retiro del tres veces campeón argentino de ruta (1959, 1970 y 1971), Ernesto Contreras. El Cóndor, que se había despedido del deporte pedal al finalizar el séptimo Cruce de los Andes (1974), había regresado a la ruta para brindarle su respaldo a la floreciente aventura.
Desde al Note hacia el Sur, del Esta al Oeste, desde el llano a la imponente Cordillera, la Vuelta unió el paisaje y visitó lugares entrañables de la provincia. En el Cerro La Gloria fue el punto culmine de la crono escalada. También los parajes que celebran la menoría del Ejército de los Andes fueron testigos de las grandes batallas de los hombres y su máquinas: el Monumento de Canota, El Plumerillo, el Manzano histórico.
La montaña fue protagonista, Las Leñas, Las Cuevas, y aún más alto a los pies del Cristo Redentor (actual punto de llegada de la etapa Reina).