Lejos de pensar a la moda como un algo superficial, su reflejo sociocultural y lenguaje (como un llamado de atención) vehiculizado por personajes referentes, la coloca en el centro de la escena. Es en ese universo fashionista en donde se leen aspectos, alusiones, mensajes, reivindicaciones y luchas, más allá del genio creativo de quien lleva a cabo los diseños.
Es la propia manera de vestirnos la que incluso, está diciéndole al mundo cómo nos sentimos, qué nos importa, o desde qué lugar nos paramos en la vida.
Una visión clara que supo proyectar Diana Frances Spencer (Lady Di) desde que se casó con el príncipe Carlos de Gales, heredero de la Corona británica.
Con un esposo desamorado y cruel, y una familia política que no la quería, la princesa consiguió con el tiempo y muchos embates y sufrimientos, transformarse en un símbolo del buen vestir, que revolucionó los códigos de indumentaria de la familia real, con la ayuda de grandes diseñadores.
"Aprendió rápidamente a usar la moda como instrumento para transmitir mensajes y promover causas", explicó Libby Thompson, comisaria de la exposición
"Diana: Her Fashion Story", que puede verse en la que fue su residencia, el palacio londinense de Kensington.
Apodada “la tímida Di” antes de su boda con el príncipe Carlos, Diana salió de su caparazón al cobrar conciencia de que la ropa tenía un gran poder comunicativo.
Mucho por decir
"Aprendió a conseguir que su vestuario dijera lo que ella no podía, y colaboró estrechamente con diseñadoras como Catherine Walker para cuidar su personalidad a través de la ropa", argumenta Sophie Goodwin, directora de moda de la revista "Tatler", en declaraciones al diario The New York Times.
Y es que Lady Di dominaba el arte de llevar el vestido correcto en cada ocasión, con sensibilidad y adaptación hacia los más pobres y enfermos. De hecho al visitar hospitales vestía con colores luminosos para parecer cálida y accesible, y en sus visitas al extranjero lucía prendas inspiradas en los colores nacionales, como el vestido blanco con topos rojos que lució en Japón en 1986.
El hecho de no llevar guantes (a diferencia de su suegra la reina Isabel II) era sólo un detalle que hablaba del tipo de relación que necesitaba entablar con la gente, para entrar en contacto con ella. Las imágenes de la princesa tomando las manos de enfermos de sida en 1987, logró desterrar los prejuicios y mitos que rodeaban la enfermedad, como el del contagio por el mínimo contacto.
Desafiando las reglas
Salir de cada lugar y que los flashes rabiosos persiguieran día y noche a Diana, la hizo en su época la mujer más fotografiada hasta su partida. Y fue en esa brutal exposición en que la princesa desafío las reglas del vestir de la realeza, marcando etapas de franca alusión a diferentes momentos de su vida.
Así, usó vestidos negros de noche -un color que la Casa Real reserva para los momentos de duelo- y fue la primera en llevar pantalones en un acto vespertino. Además ayudó con su buen gusto y clase, a modernizar el vestuario de la realeza, con vestidos que causaron una honda impresión.
"El vestido Travolta". Uno de ellos fue sin dudas el vestido de terciopelo azul que usó en una cena en la Casa Blanca en 1985. Con este vestido, Diana bailó con el actor estadounidense John Travolta la canción "You Should Be Dancing", de la película "Saturday Night Fever", que él protagonizó. Un diseño apodado por la prensa como "el vestido Travolta", que tiene su propia página en Wikipedia y fue vendido por 240.000 libras (318.000 dólares, 268.000 euros) en una subasta en 2013.
"El vestido de la venganza". Así fue llamado un diseño híper sexy y elegante que Lady Di lució después de enterarse que el príncipe Carlos profesaría públicamente su amor a Camilla Parker Bowles.
En 1996, cambiando por completo de estilo: pasó de los diseñadores británicos, a los que había dado la prioridad, en favor de casas de moda internacionales como Dior, Lacroix o Chanel.
Desde allí comenzó a usar vestidos más atrevidos, escotados y por encima de la rodilla.
Lady Di, es Lady Dior
La historia comienza en el año 1995 cuando Bernadette Chirac, política francesa (y ex mujer del antiguo presidente de Francia Jacques Chirac), recibió en París a la princesa Diana de Gales, y le obsequió un precioso bolso de Dior, conocido por el nombre Chouchou.
El flechazo que tuvo la princesa con el accesorio fue tal que lo hizo su fiel acompañante en todos sus viajes, ya que en su looks le aportaba elegancia y glamour. Fiestas, visitas oficiales, eventos benéficos... En todos ellos era fotografiada con él y pronto empezó a ser un éxito de ventas. A partir de allí, la maison Dior en honor a la princesa Diana, rebautizó el bolso como “Lady Dior”.
Un estilo inspirador
“Durante muchos años, la princesa de Gales fue la gran y única obsesión del mundo de la moda y la adalid del glamour como lo conocemos”, escribió Sarah Mower en el diario Daily Mail. Su estilo fue muy imitado y todavía inspira a los diseñadores. Un ejemplo es la marca ASOS lanzó en 2016 una colección basada en su estilo informal.
En la era de las redes sociales, la princesa sigue vigente, y la cuenta “Princess Diana Forever” de Instagram, que tiene 160.000 seguidores, publica diariamente una foto suya con diferentes modelos, dándola a conocer a las nuevas generaciones.