En General Roca, Río Negro, siempre cuentan que los primeros "turistas" de Las Grutas eran gente aventurera del Alto Valle que en la década del 40 hacían la ruta de tierra hasta el Atlántico en los firmes camiones Ford T.
Atrás iba la familia, bidones con combustible, agua en cantimploras, sandwiches de milanesa y mucha, pero mucha paciencia. Cuando llegaban a las orillas del Golfo San Matías, después de un día entero de viaje, por lo general, no había casi nadie. O si había, se perdían en la inmensidad y variedad de playas de la zona.
Aquel espíritu salvaje y agreste todavía se mantiene en las más famosas costas patagónicas. Las Grutas, considerada como "la mejor playa de la Argentina", según una encuesta realizada por Flight Network, conserva su esencia.
A pesar de que es el principal balneario de la provincia y de toda la Patagonia, y de que es visitado por 400.000 turistas en verano, todavía es posible encontrar un espacio inmaculado y vacío donde descansar el cuerpo.
El agua es cálida, tibia en verdad. El aire, caliente. Los cielos, enormes y azules. La marea se repliega en las madrugadas dejando kilómetros y kilómetros de arenas desnudas. Un nuevo comienzo parece quedar simbolizado en este acto de constrición.
Los turistas jóvenes no duermen. Cada momento de la jornada regala una experiencia distinta. Las “bajadas” centrales a la playa --de las 2 a las 4-- recuerdan a los típicos centros de veraneo como Mar del Plata, pero a lo lejos se extiende una geografía infinita. Abismal.
Quienes van regularmente lo saben, aun si Las Grutas está repleta en sus 27 mil camas disponibles, siempre habrá donde escaparse y descubrir la soledad y la poesía del sur.
Amaneceres, como nacimientos de galaxias. Noches de negro pleno y estrellas luminosas muertas hace millones de años.
"Las Grutas" no es un balneario económico, pero la calidad de sus playas y un clima excepcional durante fines de diciembre, enero y febrero, lo convierte en un paraíso perdido. Un secreto mal guardado.
Para el turista que busca lo típico, lo encontrará. Restaurantes, casino, discotecas, tours sobre la arena, embarcaciones, buceo. Y aquellos que solo deseen escribir su nombre en la arena de los tiempos, lejos del mundo, pero en el mundo, no quedarán decepcionados. Se los aseguro.