A medida que los días se hacen más cortos y las temperaturas descienden, las mariposas monarca comienzan a abandonar los territorios en los que se reproducen y se alimentan en busca de un lugar seguro para pasar el invierno.
Para las monarca, el lugar ideal donde pasar el invierno se encuentra a gran altura en unas cuantas montañas del centro de México. Una vez ahí, las monarca se apiñan por millones en las ramas de los oyameles, un tipo de abeto.
Estos árboles, también conocidos como Abies religiosa, crean un microclima que protege a los insectos, comenta Pablo Jaramillo-López, un científico investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México.
"El follaje de los árboles y el ecosistema proveen un efecto cobertor para las monarca, de tal modo que las temperaturas no aumentan ni disminuyen demasiado", explicó López.
Tras esperar a que pase el invierno, estos insectos recorren parte del camino de regreso al norte, hacia climas más cálidos como el de Texas, donde se aparean y ponen huevos en los algodoncillos. En unos cuantos días, de los huevos salen orugas de brillantes rayas negras, doradas y blancas.
Estas larvas de monarca consumen enormes cantidades de algodoncillo antes de formar crisálidas y transformarse en mariposas adultas.
En este momento del ciclo, las nuevas mariposas emprenden el vuelo de nuevo y viajan otros cientos de kilómetros al norte antes de encontrar otro terreno de algodoncillo y repetir el proceso.
Podría tomarles hasta tres o cuatro generaciones completar el recorrido de regreso hasta Canadá, comenta Sarina Jepsen, quien dirige el programa de especies en peligro de Xerces Society, una organización no lucrativa internacional que tiene como objetivo la conservación de los invertebrados.
"Curiosamente, las olas de mariposas monarca que se dirigen al norte terminan todo su ciclo de vida en unas cinco o siete semanas cada una", explica Jaramillo-López.
Después, cuando el otoño comienza de nuevo, las monarca hacen uso de corrientes de aire para regresar a México, una proeza que parece imposible para un insecto de apariencia tan delicada.
"Esto hace a las monarca migrantes tan peculiares, ya que son la misma especie pero por alguna razón viven mucho más", agrega Jaramillo-López.
Cada otoño, millones de mariposas monarca abandonan las tierras donde se reproducen en el verano, ubicadas en el noreste de Estados Unidos y Canadá, y viajan un poco más de 4.828 kilómetros para llegar a tierras de hibernación en el sudoeste de México.
¿Por qué las mariposas monarca emigran y cómo saben a dónde ir?
De acuerdo con Jepsen, esto sigue siendo parte de un debate. Sin embargo, hay un par de teorías.
Una explicación podría ser que cuando las monarca marchan al norte, en esencia siguen el florecimiento de su fuente de alimento principal: el algodoncillo. Después, cuando llega el invierno y las plantas se secan, los animales se retiran a un lugar con condiciones que las protegen del clima.
Otra idea tiene que ver con sus sistemas inmunitarios. "La migración también permite a las monarca escapar de hábitats donde los parásitos se han acumulado al final del verano", comenta Sonia Altizer, ecologista de la Universidad de Georgia.
Altizer ha descubierto que las mariposas monarca adultas infectadas con un parásito protozoario llamado Ophryocystis elektroscirrha, u OE, no puede volar tan bien en pruebas de laboratorio y viajan distancias más cortas en la naturaleza.
"Pensamos que la migración erradica a las monarca más infectadas, eliminándolas de las poblaciones", comenta Altizer.
En cuanto a cómo saben las monarca a dónde ir, un estudio publicado en 2016 sugiere que navegan con base en su posición relativa con el Sol. Sin embargo, los científicos todavía están tratando de descubrir exactamente cómo se orientan.
¿Por qué son importantes las mariposas monarca?
Aunque las monarca pueden parecer pequeñas e insignificantes, estas criaturas ocupan un lugar de vital importancia en los ecosistemas en los que habitan.
De adultas, las mariposas monarca visitan una incontable cantidad de flores silvestres cada año mientras buscan néctar rico en nutrientes. Al hacerlo, transfieren polen de una planta a otra y ayudan a la reproducción de esas especies.
Incluso aunque las orugas y ejemplares adultos de monarca son venenosos para la mayoría de los depredadores, debido a las toxinas que adquieren del algodoncillo, algunos animales pueden consumirlas.
Las oropéndolas y los pinzones en particular se dan un banquete con las mariposas monarca en el invierno, y se sabe que las hormigas, las avispas, las moscas y las arañas cazan a las orugas cuando tienen oportunidad.
Las mariposas monarca ¿están en peligro de extinción?
La respuesta corta es no. Las mariposas monarca en realidad son bastante comunes en todo el mundo, con poblaciones que llegan hasta África del Norte y Nueva Zelanda.
Sin embargo, la subespecie conocida como Danaus plexippus plexippus es la única que lleva a cabo la gran migración a través de América del Norte, y esas mariposas cada vez están bajo mayor riesgo.
Jepsen comenta que la Xerces Society ha pedido al Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos que declare amenazada a la subespecie migratoria de las monarca conforme a la Ley de Especies en Peligro de Extinción, lo cual está actualmente en revisión.
México ha designado casi 140.000 acres de bosque como áreas protegidas para las monarca que vienen a pasar el invierno.
¿Qué amenazas enfrentan las monarca migratorias?
Dado que las monarca migratorias tienen un hábitat tan amplio, también tienen muchas amenazas: la disminución del algodoncillo a lo largo de su recorrido por Estados Unidos y Canadá; parásitos y enfermedades como los que se mencionan en la investigación de Altizer e incluso la creciente demanda de aguacates mexicanos.
El problema del aguacate tiene varias aristas, comenta Jaramillo-López, debido a que la gente que vive cerca de las tierras donde las monarca pasan el invierno necesitan formas de ganarse la vida.
Por desgracia, cuando los bosques nativos se sustituyen con plantíos de aguacate, puede haber un efecto dominó en las monarca que se encuentran en zonas más altas en las montañas.
México ha designado casi 140.000 acres de bosque como áreas protegidas para las monarca que vienen a pasar el invierno; sin embargo, Jaramillo-López dice que buena parte de esta área es sólo una zona de defensa que evita que los fuertes vientos dañen el área principal donde se reúnen las monarca.
Así que incluso si el área que se está talando para el cultivo de aguacate se encuentra a una menor elevación de la que las monarca prefieren, de todas formas puede afectar los bosques de los que dependen.
De acuerdo con Jepsen, la gente también puede causar daño a las poblaciones silvestres al tratar de criar huevos de monarca que compran a proveedores comerciales. Hay muy poca supervisión, comenta la investigadora, lo cual quiere decir que incluso si estás tratando de ayudar a las monarca, podrías estar diseminando una enfermedad sin darte cuenta.
"Lo mejor que puedes hacer", explica Jepsen, "es facilitarles un hábitat para que hagan lo que tienen que hacer".