Las alegrías son más alegrías cuando cuestan tanto como la tarde-noche de ayer. Basta mirar el paso de la incertidumbre a la felicidad para descubrir que si no se sufre, el goce será efímero. Lo sabe el simpatizante mensana y lo expresa a cada paso esta institución que viene dando pasos agigantados en material dirigencial y que quiere repetir en lo deportivo.
Como presagio a una temporada que puede ser histórica, Gimnasia y Esgrima, de (y con) las manos de Tomás Marchiori, volvió a vivir una jornada inolvidable al eliminar a Talleres de Córdoba, logrando el pase a los octavos de final de una Copa Argentina que empieza a mirar a Mendoza con otros ojos.
De yapa, para placer de los amantes de las estadísticas, quedará grabado que los cordobeses, en siete juegos, nunca pudieron vencer a los mendocinos. Cinco triunfos y dos empates así lo acreditan.
Hubo de todo en este encuentro disputado en el coqueto estadio Brigadier General Estanislao López, en Santa Fe. Los primeros minutos le sonrieron al conjunto cordobés, que impuso las condiciones sobre donde jugar, llevando a Gimnasia a retroceder en su afán por recuperar la tenencia del balón. Acá se sufrió por la peligrosa verticalidad con que escala por las bandas (especialmente por derecha) la “T”. Sin control de la pelota, debieron pasar varios minutos hasta que el equipo de Marcelo Fuentes se acomodara en la cancha.
Sin embargo, cuando el engranaje defensivo de los del Parque se hizo más claro, los de Primera División ya no volvieron a inquietar con tanta asiduidad. Con esa parte del plan cumplida (resguardar la valla del enorme poderío ofensivo de los cordobeses), Gimnasia decidió encarar el resto de lo pensado en la semana para intentar lastimar la defensa cordobesa.
Algunas corridas por derecha de Espinosa insinuaron el camino, pero careció de socios para darle más continuidad al juego sobre la banda. Hubo algunas centros para intentar poner en aprietos la valla de la T y no mucho más. Cucchi estuvo demasiado contenido sobre la izquierda y la línea de volantes, más comprometida con el control del rival, casi no se sumó a la ofensiva.
La etapa se cerró con varios sofocones sobre el área de Marchiori, que le puso el alma a dos chances muy claras en favor de los de Frank Kudelka. El “1” empieza a enviar señales que ya no pueden ser ignoradas por el cuerpo técnico: está listo para asumir mayores responsabilidades dentro del equipo.
El relato del complemento encontró mayores puntos de emoción donde apoyarse para armar un partido que ahora si encontró profundidad en los metros finales y generó buenas reacciones en ambos porteros. Pegó el Lobo con ese cabezazo de Pablo Cortizo que parecía definitivo y respondió Emanuel Reynoso con ese hermoso remate de media distancia que dejó sin chances a Marchiori y desató la polémica (se habían jugado 10 segundos más del tiempo adicionado por Mariano González). Parecía que el golpe anímico dejaba mejor parada a la “T” para la definición por penales, pero apareció Tomás y sus manos mágicas, para gritar bien fuerte por un Lobo que sigue soñando con más finales como el de ayer.