La voracidad con que Independiente inició el juego tiró al tacho una frase de Theiler que se escuchó en la semana y que destacaba la fortaleza defensiva de Alvarado. En apenas 7', el Azul (anoche vestido de blanco) le tiró su jerarquía encima a los marplatenses, recientemente ascendidos, y sacó una ventaja de dos goles. El acierto del DT, de colocar a Quiroga, Negri y Palacio en cancha, llenó de dinámica la zona media y fue un dolor de cabeza para el conjunto de Pumpido. Encerrado en su campo, sin hacer pie ante la verticalidad que exhibía el local, la visita apeló a sostenerse cerrando espacios hacia su propia valla. La Lepra le dio buen destino al balón cuando lo tuvo en su poder; esta vez no hubo apuros ni malas decisiones. Úbeda como único volante central y "Pelé" Quiroga jugando a espaldas de los volantes rivales fue otra gran lectura que expuso Theiler.
Recién pasado el cuarto de hora, la visita salió de la sorpresa inicial y se alejó de su valla.
Con jugadas de pelota parada inquietó a Aracena y de tanto ir, Colombo en su afán de rechazar, tocó el balón con la mano; penal que Giordana cambió por gol y otra vez a sufrir viejos fantasmas que se posaron sobre el Gargantini cuando Rivero, apenas iniciado segmento final, puso el 2-2. Lo bueno del Azul en gran parte del capítulo inicial desapareció en el ST. Incluso Aracena, sin tanto trabajo hasta allí, se visitó de héroe ante Canuhe. Fueron dos caras de una misma moneda: del protagonismo inicial a las imprecisiones y nervios del final. Pero la locura llegó de la derecha del recién ingresado Fernández, quien la clavó en el segundo palo. Un gol bellísimo, como este triunfo agónico que dejó las gargantas afónicas.
La figura
Santiago Úbeda. Volvió a ser importante para sostener al equipo en el peor momento. Quita y juega por igual. Futuro de Primera.