La capital del ex Imperio Británico es una ciudad muy extensa y agradable para caminar pero es necesario algún medio de transporte para recorrerla exhaustivamente. Mi opción preferida es el Tube, la red de subterráneos más antigua y extensa del mundo con 11 líneas y 273 estaciones. En algunas de ellas hay fotos que recuerdan cuando los túneles sirvieron como refugio de las bombas alemanas durante la Segunda Guerra. También se puede acceder al "London Pass" que incluye recorridos por muchas atracciones turísticas.
Mi primera visita fue la casa del escritor Charles Dickens. He leído sus cuentos y novelas y me interesaba apreciar el lugar donde las imaginó. Llegué al 48 Doughty Street bajo una persistente llovizna, una compañía inevitable en cada visita a las islas.
Pude ver cartas, retratos, manuscritos originales de su primera novela Pickwick Papers y de la tercera Nicholas Nickleby publicada en 1838 y escrita enteramente en esta casa.
Desde allí caminé al cercano Museo Británico fundado en 1753 por el físico Sir Hans Sloane. Es gratuito y resulta imposible recorrerlo todo en un día. Uno de sus íconos es la Piedra de Rosetta traída desde Egipto y que sirvió al lingüista francés Jean F. Champollion para descifrar el misterio de los jeroglíficos. Está expuesta en la Sala 25 cerca de la entrada principal. En su biblioteca investigaron personajes como Karl Marx, George B. Shaw o Gandhi.
Subí al London Eye una vuelta al mundo gigante de 135 metros de altura donde se aprecian las mejores panorámicas de la ciudad. Lo curioso es que la rueda no se detiene y hay que subir a ella estando en movimiento. Esto no constituye ningún problema ya que hay asistentes que ayudan si es necesario.
Volví a mi hostel en Bayswater Road frente al Hyde Park. Estaba a 600 metros del Palacio de Kensington y fui a admirar los ornamentados jardines que lo rodean. Era la residencia de verano de la Reina Victoria y allí vivió Lady Di, Princesa de Gales, hasta su trágica muerte en 1997. Hoy la habitan sus hijos los Príncipes William y Harry con sus respectivas esposas en diferentes sectores.
Al otro día fui a la tienda por departamentos más famosa del mundo: Harrods. La fundó en 1834 Charles Henry Harrod. Sus precios son exorbitantes para mi bolsillo pero nada me impedía observar el lujo de sus cinco pisos con restaurante incluido donde se pueden comer ostras al paso o langosta pescada en el momento. Un día al año cierran la tienda para que la Reina Isabel II compre tranquila.
Me acerqué al imponente Royal Albert Hall, la sala de conciertos más tradicional y a dos museos separados por solo una calle: el de Ciencias y el de Historia Natural. Los dos gratuitos, cortesía de Su Majestad.
De regreso al centro embarqué en Westminster rumbo a la mitad del Planeta Tierra sobre el Meridiano de Greenwich. Es una travesía de una hora por el río Támesis donde se disfruta la ciudad desde el agua. London Bridge, Tower Bridge, Globe Theatre de Shakespeare y la zona portuaria van quedando atrás hasta llegar al Meridiano 0 Grados 0 Minutos 0 Segundos.
Trepé la elevada loma hasta el Royal Observatory y coloqué un pie a cada lado del mundo en el Este y el Oeste. Londres tiene una oferta tan variada que hay que volver una y otra vez para abarcarla toda.
Datos
London Pass: permite acceso a 60 atracciones y transporte turístico: www.londonpass.es
Travelcard para el metro: 15 dólares
Casa de Charles Dickens: 11 dólares
London Eye: 27 dólares
Royal Albert Hall Tour: 16 dólares
Palacio de Kensington: 17 dólares
Barco por el Támesis: 22 dólares
Observatorio de Greenwich: 18 dólares
Cambio de Guardia Palacio Buckingham: a diario desde las 11:30 hs (en verano)