Durante la noche la piel se regenera, se libera de impurezas y descansa; cuando el maquillaje no se remueve por la noche, todas las células muertas de la piel del rostro, las toxinas del aire del ambiente que quedan atrapadas en el cutis, la grasitud y las bacterias quedan acumuladas en ella provocando diversas anormalidades.
La pérdida de vitalidad, el acné, los puntos negros, el exceso de grasa, la falta de hidratación, el aspecto cansado y avejentado son algunas de las consecuencias de no quitarse el maquillaje por las noches. Otro riesgo que implica este mal hábito es el surgimiento de alergias a los maquillajes o productos cosméticos, ya que la permanencia de estos (junto a sus componentes químicos) por mucho tiempo puede disparar una reacción adversa que devenga en intolerancia y produzca alergias cutáneas cada vez que se utilicen.
Los riesgos no sólo radican en la posibilidad de que la acumulación de toxinas estimule la aparición de granos o puntos negros, sino en que también existen probabilidades de provocar reacciones alérgicas que hagan de este un problema de mayor magnitud, requiriendo la asistencia de un médico dermatólogo.