Por Alejandra Cicchitti
"El escote es desfavorable para la delgadez extrema y fatal al desbordamiento de las carnes exuberantes" (Liana de Pougy)
Voy a comenzar contando una escueta historia: En el siglo XIII, los predicadores atacaron ferozmente a este provocativo detalle de la vestimenta femenina, por ser “las ventanas del infierno”. Para fines del siglo XV los escotes exhibían pechos desnudos sin discreción alguna y estaban cubiertos únicamente por los adornos que se aplicaban en el cuello.
Bajo el reinado de Enrique IV llegaron a ser osados, escandalosos, ofensivos y de todas formas las damas más respetables de la realeza los llevan hasta para ir a la iglesia. En la época del Directorio francés ya no hay freno: los llevan también las cortesanas, mostrando sus atributos desnudos, bajo una gasa transparente de seda color rosa (como consecuencia, muchas mujeres se acatarraban e incluso morían). Pero fue durante el Segundo Imperio de Napoleón que los hombros triunfaron. La bella Emperatriz, María Eugenia Ignacia Agustina de Palafox- Portocarrero de Guzmán y Kirkpatrick, más conocida como Eugenia de Montijo, lució en público sus hombros e inmediatamente fue imitada en toda Europa.
Elegante escote puntiagudo
Pero volviendo a nuestra Argentina y a principios del siglo XIX, les diré que el escote se volvió más artístico y solo era usado cuando las estrictas reglas sociales así lo exigían. Estas reglas indicaban cómo debían ser los escotes que las damas lucirían, dependiendo del tipo de comida al que eran invitadas:
- Si la comida era íntima y en una casa elegante, lo apropiado era un vestido con la parte superior con mangas y un ligero escote en el cuello.
- Para los grandes y numerosísimos banquetes a los que asistían, se recomendaba el escote cuadrado o puntiagudo y con media manga.
- Si la comida era acompañada de una recepción o baile, se imponía un gran escote sin mangas. Este detalle era “de rigor” para concurrir a los bailes.
- Una última e importantísima acotación; cuando se asistía al teatro, las mujeres iban escotadas solamente si se disfrutaría de una ópera y no de otra tipo de obra teatral.
* Sra. Elia Gigena Videla, una hermosa mendocina vestida para una comida íntima y elegante.
¿Qué escotes eran los más apropiados, teniendo en cuenta la forma del cuerpo femenino?
El Cuadrado; para las delgadas y el Redondo para las altas y de cuello corto, aunque existían varios modelos aceptados por la sociedad al ser considerados "clásicos", como ser:
Enrique II; alto por la espalda y de escote amplio por delante, siguiendo la curva de los hombros.
Imperio; ni redondo ni cuadrado, ni largo ni puntiagudo, pero "muy poco decente" utilizado por la candorosa inocencia de una joven o por la audacia que sabe demasiado…
Puntiagudo; redondo sobre los hombros, ocultando su parte alta y terminando en punta en la espalda y en el pecho.