El momento pide paciencia y control, pero desde afuera no hicieron mucho para ayudar a recuperar la calma. Ya en medio del partido, cuando equipo jugaba feo, desde la popular llegó el "movete Lepra, movete" y dejó en claro que cuatro partidos sin ganar es demasiado. Encima, el Reducido empieza a verse un poco más lejos y los hinchas explotaron tras la derrota.
Incluso la dirigencia pareció preveer la posibilidad de incidentes en el playón de ingreso al club y se decidió colocar un cordón policial reforzado por personal de seguridad privada. De un lado quedaron algunos simpatizantes que esperaban para saludar a los jugadores, del otro familiares e hinchas que expresaban su descontento. ¿Qué pasó?
Cuando algunos jugadores se mostraron en la salida del vestuario, los insultos surgieron para reclamar y desde el otro sector se escucharon gritos de defensa. Lo que siguió fue una novela de amenazas que terminó en algunos golpes de puño. La rápida intervención de los efectivos hizo posible que la cosa no pasara a mayores.
Los jugadores, asustados porque en el sector se encontraban sus familias, salieron disparados y pocos se pararon a conversar con la prensa.
Además, se registró otro hecho donde un efectivo golpeó a un allegado a la entidad. Un mal rato que no ayuda a calmar la ansiedad por volver a la senda de la victoria.
Suárez y su tarde de terror.
Gastón Suárez no olvidará la jornada de ayer por un largo tiempo. El juez principal tuvo una pésima labor, sancionando fallos insólitos, dejando pegar más de la cuenta y hasta parando el encuentro para beber un poco de agua. Desde la tribuna, el exárbitro Ángel Sánchez siguió el juego como veedor del Colegio de Árbitros. Sus caras ante cada fallo del bonaerense lo decían todo. Encima, sobre la media hora del complemento, Suárez paró el encuentro para ser atendido por una molestia y decidió que no podía continuar. Fue reemplazado por Maximiliano Ramírez, quien tuvo una correcta labor.