“¿Viste “Twin Peaks”, la nueva? ¿Esa escena en la que los zombies toman la radio y se emite un mensaje repetidamente hasta que los que escuchan caen? Así creo que estamos. Hay algo muy oscuro en este presente. Esa metáfora es el hoy”.
Lo dice con la amable agudeza de siempre. Porque el poder absoluto del absurdo real (eso que percibe David Lynch) le carga las tintas.
Bajo esa lucidez, ilumina ahora su obra el dibujante e ilustrador que obtuvo en 1981 el Gran Premio de Honor del Salón Nacional de Dibujo y en 2012 recibió el Premio Konex como uno de los mejores 5 ilustradores de la década en Argentina.
Mientras termina de montar la muestra en Mandrágora, Scafati subraya con elegancia su lado oscuro. “Soy un poco dark y me asumo”, sonríe ante la propia versión de “El jardín de las delicias”. Una obra que comenzó en 2014 y que acaba de terminar.
No, no es un homenaje literal al Bosco. Por más que el tríptico de Hieronymus Bosch le ha fascinado siempre, el jardín de Scafati sólo ha tomado el título para acentuar la parodia.
“En el Bosco hay una visión terrible de la humanidad, claro, pero también hay algo de optimismo, algo de luz. En éste, en cambio, no hay optimismo. Hay un cielo pero muy muy de fondo”.
Se queda contemplando el trabajo artesanal de esa obra que le ha llevado tres años, que ha abandonado y vuelto a encarar, en la que ha intervenido el pincel, el collage y otras técnicas diversas y que constituye hoy no sólo el centro de la muestra sino de su percepción actual... “Es este hoy”, repite.
Sólo que Scafati conjuga sus humores en los trazos y también habla de pasteles. “En varias obras, he tratado de indagar el tema del espacio y de la luz”. Lo que ve, ahora, es parte de lo que viene haciendo desde hace cinco años. “Mis cosas más íntimas”, dice casi con pudor. Y a sus pasteles le llama “aproximaciones”.
Son pinturas. Y son dibujos. Técnicas diversas. En muchos explicita su amor por Buenos Aires, la ciudad en la que vive desde hace 40 años. Se abisma en la arquitectura, en la perspectiva y, por supuesto, en la figura. “Hay algo tanguero. Un ritmo oscuro”, percibe. “Y un humor secreto”. Lo dice cuando se detiene ante desnudos iluminados a vela o ante un rufián melancólico.
“Sí, soy un bicho literario”, responde cuando salta el nombre del personaje de Roberto Arlt. “Creo que en gran parte de mi trabajo está la impronta de Arlt”.
Lo real en las fibras de la ficción
“Gran parte de mi trabajo creció y se desarrolló en los medios gráficos, diarios y revistas en donde ilustraba notas periodísticas, al fragor de las urgencias, de los cierres y todo el vértigo que es parte del periodismo”, cuenta quien trabajó en las revistas Humor, Tía Vicenta, Noticias, El Periodista, Péndulo, los diarios Clarín, Sur, el suplemento cultural de La Nación, El País de Uruguay, entre otros.
“Mi formación como artista gráfico la fui forjando, mirando y estudiando a pintores, escultores o dibujantes que amaba, mas allá de épocas y modas. Pero eran las modestas páginas de diarios y revistas mi campo de pruebas. Ahí sentía que entraba en contacto con el ‘mundo real’”.
Ya fuera de esos ámbitos, reflexiona: “hoy esa certeza se diluye, comienzo a sospechar que ‘ese mundo real’ era una ficción. Cuando veo como se manipula la realidad, como se escamotea descaradamente la información, para salvar los intereses mezquinos del poder”.
¿Dónde está, pues, el “mundo real”? “Lo encuentro, paradójicamente, en algunos relatos de ficción, pueden ser Franz Kafka, Melville, Roberto Arlt, quienes abren esa puerta.
- Muchos de los autores que has ilustrado. Recordemos "La metamorfosis".
- Kafka, los cuentos de Franz Kafka, los leí cuando tenía 20 años, me gustaron tal vez por esa cosa extraña, casi onírica que encierran sus relatos.
Donde algunos personajes no tienen nombres sino son A, B o T. Todo eso lo fui incorporando a mis dibujos. Siento que hay en muchos de mis trabajos algo kafkiano. Tal vez porque usa la realidad y la deforma como si la viera a través de un cristal que transforma todo en otra cosa. Fue muchos años después cuando decidí ilustrar “La metamorfosis”.
Tal vez porque en cuanto a generador de imágenes era lo opuesto de “Cien años de soledad”. Acá todo era más parco, más limitado. Lo tomé como un desafío. Así se fueron juntando los dibujos que hoy son el libro que editó primero La Urraca en Argentina y después El Zorro Rojo en España. Aunque hoy hay ediciones en Corea, Checoslovaquia, Italia, Brasil, México, Grecia y otros más.
Jardines de tinta
La pregunta, en la charla, se repite como un loop. Ante la realidad, ¿cómo cargar las tintas, maestro? “Hay que ponerle humor a esto que a veces es tan tremendo. Los canales ya no son los realistas”. Como descargo personal, él usa las redes. La catarsis del arte, tal vez. Pero también la línea editorial de un despierto.
“Allí subo dibujos con frecuencia. Cosas que necesito expresar. Me salen. He perdido bastantes relaciones por eso. En la época de Humor, por lo menos, nos cuidaba el editor”.
Varios de los dibujos que integran esta muestra son los que formarán su próximo libro: “El dibujo explicado”. El título es una joda, aclara. Lo que habrá en ese libro son sus visiones urbanas, su siempre feroz gestualidad. Y textos. “Algunos poéticos. Otros, observaciones”. El libro será editado en
España también por El Zorro Rojo y llegará casi simultáneamente a Argentina.
Aunque pasa temporadas en su casa de Vistalba, es emocionante tener su muestra aquí, después de cinco años. “Hace mucho que no hago una muestra en mi tierra natal, donde no soy profeta, pero lo compenso con queridos amigos que me bancan”.
La ficha
Luis Scafati
Día y hora: inaugura hoy, a las 20.
Lugar: Mandrágora Galería (25 de Mayo 780).
La exposición se podrá visitar de lunes a viernes, de 17 a 21, hasta el finales de noviembre.