Macri en el país de Shakespeare 

Macri en el país de Shakespeare 
Macri en el país de Shakespeare 

La Casa Rosada es la sede del gobierno argentino y el espacio donde se toman las decisiones políticas más importantes que repercuten en nuestra vida cotidiana.

En ese mismo lugar Yrigoyen recibió por primera vez a los sindicatos, Perón se legitimó como conductor un 17 de octubre, Evita renunció a los honores del binomio presidencial y Alfonsín inauguró la nueva democracia, incluso al costo de creer que la “casa estaba en orden”.

Pactos espurios, acuerdos sociales, traiciones, planes de exterminio, ampliación de derechos y todas las luces y sombras que el poder es capaz de proyectar hasta cubrir el más mínimo rincón de nuestra patria.

Todo, o casi todo, había tenido lugar bajo la fastuosidad helénica de su impresionante arquitectura. Un Menem bizarro bailando con odaliscas, el bombo del Tula resonando al compás de la marcha peronista y los muchachos de La Cámpora gritándole a Cristina que estaban listos para liberarnos vaya a saber uno de qué o de quiénes.

Entonces llegó el turno del ingeniero. El romántico empresario enamorado de su bella Lady, quien para demostrarle todo su amor “políticamente correcto”, ordena desplegar la imagen gigantesca de Romeo y Julieta en la mismísima entrada del palacio gubernamental para disfrute de la plebe.

Pero claro, lejos, muy lejos de la diversidad sexual ausente de un San Valentín anquilosado por los años, la mayor historia de amor convertida en tragedia luce inocente, casi perfecta, de no ser por la Grieta que en sí misma encierra y que sólo fue superada por la muerte.  
 
 
Humberto Palmieri

DNI 14.880.423

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