I. Yo soy María
Llega puntual al café, pero se disculpa sin motivo. Trae anteojos negros y se la siente algo cansada porque “han sido días llenos de ansiedad y pánico”, nos dirá después.
Antes de que le saquemos fotos, se pinta los labios y se suelta todo su pelo rubio. Se mira en el reflejo de una vidriera del Pasaje San Martín. María se reconoce y se estudia en su mejor perfil. Se quiere a sí misma.
Porque ahora María Castillo de Lima puede relajarse y reír con toda su simpatía. Y hasta bromear de los nervios que pasó días atrás, cuando compitió en el I Concurso Internacional de Canto Lírico Ópera Mendoza.
María ganó el segundo premio, tres mil dólares, más la posibilidad de actuar con los otros ganadores próximamente en el CCK de Buenos Aires (su ciudad), y hasta de dar un recital solista en Tenerife (España).
II. Para todo el país
Se miró en la tele cantando "Pace, pace, mio Dio", una inmensa y difícil aria de la ópera "La fuerza del destino" de Verdi. En ella, una mujer sufre y se resigna a las desgracias que ha tejido el sino sobre su vida. María Castillo sabe entenderla y le da muchos matices al aria, aunque en su propia experiencia ella no reniegue de ningún destino.
Todo lo contrario: afronta el suyo con orgullo. Y cuando dio el agudo final, vio cómo el público se volvió loco y Verónica Cangemi se paró del asiento para aplaudirla. "Sos un ejemplo para el mundo entero", recuerda que le dijo la soprano mendocina.
III. Durante el concurso
"Ya de entrada, la organización del concurso me pareció formidable, súper seria", asegura María, quien se terminó inscribiendo pocos días antes del cierre de la convocatoria junto a su amiga, la mezzosoprano Guadalupe Barrientos: "Ella es como mi hermana, es todo. La conozco desde el 2009", dice. Guadalupe ganó el primer lugar, y ella el segundo.
Pero no era la primera vez que María se presentaba ante un jurado, donde podía encontrarse también con prejuicios. “Siempre noto primero una sorpresa al escucharme, porque no han oído antes algo así, en el sentido de ser una persona que no nació biológicamente con el género en el que eligió vivir, pero que puede cantar como su deseo fue. ¿Se entiende, no?”. Se entiende.
“Primero hay sorpresa, pero después se van acostumbrando. Cuando ven que lo que yo interpreto no tiene fisuras, escuchan a una soprano cantando bien, en una situación de estrés extremo como es un concurso, claro. En Buenos Aires, las veces que he audicionado siempre me han escuchado con sorpresa y respeto, pero yo también veo arriba de sus cabezas, como si fuera en un globo de historieta, los signos de interrogación y exclamación”, bromea.
Pero también dice la otra parte: que en todos estos años nadie, salvo la Asociación Clásica del Sur de Buenos Aires, le ha dado un espacio para cantar un rol solista. Ojalá ahora todo cambie.
-¿Cómo creés que va a seguir tu carrera a partir de ahora?
-Siempre decía que para hacer carrera me iba a tener que ir a otro lado y que alguien se iba a tener que animar a darme un lugar, dentro de un ambiente tan tradicionalista como es la ópera. Cuando alguien rompa el hielo, las cosas van a cambiar. Y fue acá en Mendoza donde se rompió el hielo.
IV. Deuda en el Colón
Desde los 24 años que María canta en el coro del Teatro Colón, donde ingresó como tenor y donde todavía se desempeña en forma efectiva. "hay una reglamentación que dice que para cambiar de una cuerda a otra hay que dar concurso. Yo ya di concurso, gané un cargo de estabilidad en 2013. Desde ese año soy estable, de por vida", nos cuenta, pero por cuestiones burocráticas, en 2014 no la dejaron pasarse de cuerda.
"Espero que este concurso sea un puntapié para que el teatro me dé el lugar que me corresponde, que es estar en una cuerda femenina", dice.
Es que María conserva sus dos voces. Una posibilidad de emisión doble insólita, "y sin haber tenido ningún tratamiento hormonal", enfatiza. Una cualidad rarísima que tiene que ver con la fisiología de sus cuerdas vocales. "Tienen hiperextensibilidad", le dijo una vez un especialista. En síntesis, María es soprano y tenor.
V. La transformación
Canal Encuentro acaba de filmar el documental "La fábrica del deseo", que se verá en junio. Cuenta el caso de María Castillo de Lima, que al día de hoy es tenor en el Coro Estable del Teatro Colón y gana concursos internacionales como soprano dramática. El día que la cambien de cuerda en el coro, no cantará más como tenor en público, dice.
Así, su historia merece ser contada: "La transformación se fue dando de a poco. Siempre cuento que, para ir acostumbrando al público operístico de Buenos Aires, yo generé un personaje, el de la soprano rusa María Vkallasova. Era un personaje ficticio, que yo hacía como transformista. Me presentaba con ropa femenina. La gente se lo tomaba como algo pintoresco, gracioso, novedoso. También hacía mis conciertos, pero todavía no tenía una vocalidad sólida, y hasta yo misma lo tomaba como algo lúdico. Como tenía pensado hacer el cambio en mi vida, puede decirse que Vkallasova fue el ensayo de lo que ahora soy".
-¿Cuándo te decidiste a iniciar la transformación?
-Sin la Ley de Identidad de Género yo no hubiera realizado mi cambio por completo. Habría seguido con mi personaje y lo habría mantenido, porque no hubiera sido legalmente reconocida, ni en la Argentina ni en el mundo. Yo, en mi deseo de tener una carrera lírica, necesitaba una parte legal firme.
VI. Un día todo cambió
Un día de 2013, el coro del Colón estaba ensayando la ópera "Otello", con solistas y orquesta. De repente apareció ella, para sumarse a los tenores. Estaba vestida de mujer. Completamente, por primera vez, "y a la gente le encantó", recuerda entre risas. Hay fotos del momento: ella sentada con el coro masculino. "Fue un momento inolvidable. Desde ahí no hubo vuelta atrás".
María Castillo de Lima es clara: tiene el sueño de ser solista y vivir de eso. El martes pasado, cuando tuvo lugar esta entrevista, todo estaba fresco. Habían sido días fuertes en Mendoza y ella correspondía con emoción y sensibilidad. La llenaron de elogios, de bravos, de proyectos y cariño.